LOS OTROS

Nos referíamos en un anterior artículo de este diario al alma psicópata de Zapatero, y por ende, de la de todo político que se precie de serlo. No decimos nada nuevo, los padres de la Constitución Americana lo tuvieron bien presente cuando la redactaron: que en los políticos de todos los colores habita una hijoputez que de no controlarse conduce a la tiranía y la corrupción generalizada de la sociedad. Si bien es cierto que Zapatero es un gran cabronazo sociópata, no menos de lo que era Aznar y sería Rajoy, lo que nadie ve, es que la culpa no reside en estos sádicos mamarrachos sin dignidad ni honor, sino en el sistema político que los hace posibles. Ya lo habrán adivinado, como no, la ramera mayor perfumada con podridos afeites franquistas: la Constitución del 78, la que desconfía del pueblo y considera sagrado el Poder de los políticos. Esa constitución en la que de contrabando se nos metió a una monarquía con olor a naftalina que es la quintaesencia de la inutilidad. El putiferio legal que censura el control al poder por considerar al pueblo demasiado infantil e irresponsable para ser dueño de sus propias decisiones, igual argumento que el usado por la dictadura franquista.

Esta es la principal causa de la gigantesca crisis económica que arruinará el presente de una generación entera y el porvenir de la siguiente. A la dictadura franquista le costó la friolera de 20 años salir de aquel agujero, y darle a los tecnocrátas del Opus la oportunidad con la que se pergeñó aquel salvífico Plan de Estabilización del 59. Se equivocan gravamente quienes piensan que un gobierno del PSOE, del PP, o de cualquier partido se meterán a hacer un Megaplan de Estabilización que nos saque de este desproporcionado agujero negro que ellos han creado durante años, estos tíos no van a hacer nada, lo repito para los que se hayan quedado adormitados leyendo hasta aquí: ESTOS HIJOS DE PUTA NO VAN A HACER UNA MIERDA les importa tres cojones que el país entero se hunda en la miseria, su preocupación está con su problemas de liderazgo interno (más bien de caciquismo interior) para repartirse las instituciones del Estado otros 4 añitos más y darle cancha al mandarinato de los botines de turno, esa es la vulgaridad de la condición del político español.

Si al pueblo español le quedará un poco de dignidad y sensatez, correría a gorrazos a todos estos ladrones zapateriles, aznariatos etc, y pondría en su lugar, un sistema político donde los partidos estuvieran amarrados en corto y sus dirigentes controlados al milímetro por una separación de los poderes y su escrutinio permanente por el electorado. Mucho nos tememos que el pueblo del botellón y del "vivan las caenas" seguirá tragando hasta llevar la cosa al límite de la explosión como ocurrió en el 36. Los Otros, tendrán que esperar sentaditos a ser invocados en una sesión de ouija republicana constitucional, como los espectros de esa película de Amenábar.

PEPE FERNÁNDEZ