NEGACIONES DE JUDAS

Las hemerotecas le hacen mucho daño a los falsarios. Por ejemplo, una de las hemerotecas más antiguas es la de los Evangelios, que deja constancia de que Judas fue el delator de Cristo. Pues de igual manera, las palabras de Zapatero quedan registradas en todos los diarios —postmodernos evangelios anunciadores de la buena nueva política— cada vez que abre la boca para vender humo. Así, desde que enfiló la campaña para las Elecciones Generales del 9M, ésas que estuvo a punto de perder, y que le salvó in-extremis ETA, regalándole el cadáver de un exconcejal socialista, la cantilena de Zapatero, según certifica la prensa, ha sido siempre la misma: la crisis económica, que supuestamente gravita sobre la economía española, no existe más que en la mente de la derecha silvestre.

Pero la crisis existe en la realidad. Estalló en abril de 2007, con el escándalo de las hipotecas basura americanas; aunque, en España, se manifestó entre setiembre y noviembre de 2007, cuando la inflación pasó del entorno del 2%, que había mantenido durante años, al del 4%; ahí aguantó unos meses para acelerarse luego hasta cotas aún difíciles de precisar, pero que nuestros estudios sitúan entre el 6,5% y el 7% a finales del año 2008.

Sin embargo, desde la precampaña electoral, y en especial desde inicios de este año, Zapatero dio órdenes desde Moncloa para que la crisis se hurtara en todos los medios. Y él mismo empezó a negarla contumaz. Así, el 14 de enero, el Presidente del Gobierno defendió su política económica en una entrevista publicada por el diario El Mundo e insistió en que la crisis "era una falacia, puro catastrofismo". Desde entonces, han sido docenas las negaciones. Hasta la última, el 9 de julio de 2008, cuando, en una entrevista en Antena 3, Zapatero soltó: "Cada uno puede considerar la situación como quiera” —es un genio del relativismo moral, para él todo es discutido y discutible, la verdad no existe—. Zapatero no había parado de negar hasta entonces. Pero, al final de dicha entrevista, para alborozo de la caterva de periodistas alabanciosos que lo rodeaban, cerró así: "En esta crisis, como ustedes quieren que diga, hay muchísima gente que no va a pasar ninguna dificultad". Otramente, una semana antes de esta última ocasión, en el Congreso, Zapatero había reconocido que la economía vivía una situación "difícil y complicada", una de las acepciones de "crisis".

Entre ambas fechas, claro, las Elecciones del 9 de marzo, la causa última de tanta mentira cuyo sostén le parece a Zapatero imprescindible ahora para no quedar como lo que, al parecer, es, fue y será siempre: un embustero maquinal. Conforme la autenticidad de la crisis económica ha ido siendo del general conocimiento, Zapatero ha pasado de ser considerado un patrañero a un maniático peligroso. Si Judas negó tres veces, Zapatero ha negado trescientas. Y ocultar la verdad evidente lo aboca a su inexorable expulsión de la Moncloa. Porque cada vez que Zapatero niega la crisis, niega al pueblo español que la padece, sus necesidades y sus problemas. Zapatero ya no puede ser considerado, por consiguiente, el Presidente de todos los españoles, de la misma manera que Judas Iscariote no pudo ser considerado un discípulo de Cristo. Ambos son otra cosa que tiene un nombre bien definido: son traidores.

¿Y qué debe hacerse con los traidores? Pues depende del caso: pero si se trata de algo tan grave como provocar la ruina económica y moral de todo un pueblo, cuyos intereses se ha jurado defender, la solución podría parecerse a la que se administró Judas. Se cree Zapatero que, como ya se ha hecho con el carguito de Presidente a base de hacer y decir lo que fuera necesario, le va a durar otros cuatro años. "Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita". Pero se equivoca. Algunos, y no quiero señalar, ya están preparándole un virtual nudo corredizo para el gaznate.