EDUCACIÓN PARA LA IMPOTENCIA


No saldremos jamás del embrutecimiento, la alienación —el pueblo—, el conformismo reaccionario —los escritores, intelectuales— el nihilismo impotente y vergonzante —los escépticos, los ácratas o anarquistas de café o televisión—, mientras no combatamos y transformemos uno de los mayores males de la educación y la cultura que sufre el ser humano: la forma en que se enseña, se testimonia y, por tanto, se asimila —en las aulas, la tradición, la poesía, el mito, la política, la convivencia— la Historia.

El tema de la educación es sin duda el más preocupante. La violencia en las aulas es producto de los nefastos programas, planes educativos impulsados por las autoridades responsables, de la bajísima calidad y el desinterés mostrado por numerosos profesores. Tomemos una de las reflexiones de Einstein que podían llevamos a un análisis profundo sobre la miseria de la cultura actual, sobre el pensamiento cero o no pensamiento que invade cada vez más a los pueblos, que forma el eje de la agonía de nuestra civilización, y que tiene que ver con los nuevos valores impulsados por las élites gobernantes, por los desarrollos educativos, nos referimos a la competitividad, al éxito, al culto al dinero, a la fama, etcétera.

Escribe Albert Einstein:

“La continuidad y la salud de la humanidad dependen ( ... ) en grado mayor aún que antes, de las instituciones de enseñanza ( ... ). Deberían cultivarse en los individuos jóvenes cualidades y aptitudes valiosas para el bien común. Pero eso no significa que haya que destruir la individualidad ... una comunidad de individuos cortados por el mismo patrón, sin originalidad ni objetivos propios sería una comunidad pobre, sin posibilidades de evolución. El objetivo ha de ser, por el conntrario, formar individuos que actúen y piensen con independencia y que consideren, sin embargo, su interés vital más importante al servir a la comunidad ( ... ). Numerosas son las cátedras universitarias, pero pocos los maestros sabios y nobles.”

Siempre se darán excepciones entre los profesores y los escritores, como ocurre en todos los órdenes de la vida, pero la mayoría de ellos se limitan a ser correas de transmisión de la basura que se les da programada, que les exige el mercado. Sería preciso realizar un inventario terrible, devastador, sobre la Historia, si queremos salir de la enfermedad mental en la que habitamos, conseguir que nuestras palabras, conceptos, críticas, abandonen la vía muerta en que como rameras y esclavos necios habitan, y dar vida a la esperanza de un nuevo pensamiento.


Andrés Sorel
"Tiempo de Canallas", 2006

0 COMENTARIOS:

Artículos anteriores

Clásicos más leídos de todos los tiempos