CAUDILLO DE ESPAÑA, POR LA GRACIA DE DIOS

Estoy de acuerdo en que la Transición se denominó así como reflejo de la transitividad de los verbos legalizar y legitimar. "Yo legalizo tus ideas y tú legitimas mi poder". ¡Por eso no pueden anularse, por más que pataleen los agraviados, los juicios del franquismo!

Pero hay una cosa mucho más importante: El franquismo nació y permaneció durante 40 años en Gracia de Dios. El divino ojo estaba enmarcado en un triángulo cuyos vértices eran el Capitalismo, el Ejército y el Partido Único Nacional-Sindicalista; en su centro, la Iglesia, ese Gran Ojo que todo lo ve, que todo lo controla, incluso las conciencias y los secretos más íntimos hasta de los presidentes, como Carrero Blanco.

"Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios", llevaban grabadas todas las monedas alrededor del perfil del pequeño homicida de la voz aflautada (en la cara opuesta, su valor en pesetas). Desde la Guerra Civil (La Cruzada), el enanísimo caminaba bajo palio el día del Corpus; no lo olvidemos nunca, si es verdad que queremos saber quiénes son los verdaderos enemigos de la Verdad y de la Libertad (que eso es la Democracia); o sea: nuestros enemigos.

Fueron los franquistas, de primera y segunda generación, quienes compusieron la transición española y redactaron la Constitución de 1978: Recuerdemos su parecido con la Constitución de Guinea de Herrero de Miñón y sus secuaces, Castiella, Oreja, que ya hablaba de régimen parlamentarista y de amplias autonomías territoriales… ¡y estábamos en 1968!

Los partidos de izquierda sufrían el síndrome de Estocolmo, que les hacía admirar, más allá del odio, a quien les secuestró la libertad durante 40 años. ¿Por qué no iban a arrodillarse ante Franco, si admiraban hasta el babeo la grandeza de un Ceaucescu? ¿No es así, señor Carrillo? Y por eso colaboraron a la transmutación de los perros en ovejas, como las putas colaboran al placer sexual del que les paga.

Hubo un momento (en 2000) en que a la derechona no le pareció ya necesario el disfraz de la transición. Creyó que podía mandarla al estercolero de la Historia. Fue cuando la victoria por mayoría absoluta de los franquistas de Aznar y la vuelta al poder político (el económico no lo habían abandonado nunca) del OPUS Dei. ¿No os acordáis de lo que Aznar llamaba su "segunda transición"?

Tras la miseria informativa, mediática y política que, paralizado por el estupor, el Gobierno de Aznar forzó desde el día 11 de marzo de 2004, en Madrid; tras la victoria de Zapatero —el Presidente por accidente— y su mariachi mediático (el dueño del muñeco), Polanco, la derecha tuvo que recuperar la primera transición de aquel vertedero de la Historia… muy a su pesar. Y se mostró, por primera vez, defensora a ultranza de la Constitución: Leed el ABC, La Razón, El Mundo, La Vanguardia de la época, y os mearéis de risa.

Por lo tanto, la Historia de la Transición es la Historia de la legitimación del franquismo (Fascismo, Ejército golpista e Iglesia inquisitorial) de partido dictatorial en partido homologado para la partitocracia. El resto, unos cuantos españoles (y anti-españoles) sin dignidad, fueron comparsas de ese juego, a cambio de sueldazos y de manga ancha para la corrupción organizada y el delito de Estado.

Claro que la Transición no fue un experimento crucial, sino un falso ensayo realizado por alquimistas mendaces que, entre fanfarrias de bombas y falsas amenazas de sables, impidieron a los observadores imparciales (el Pueblo Español) atender al experimento.

¡Todos los españoles debimos habernos asegurado entonces de que la marrana quedaba bien capada para siempre!

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