
Ustedes toleraron (en diversas ocasiones, desde 1978) la venta encubierta por parte del Estado Español de 4.000.000 de esclavos “castellanos” al nacionalismo catalán. Eran sus compatriotas, y ustedes no hicieron nada por ellos. A fin de cuentas, debieron reflexionar, el poder lo ostentaba la derecha catalana, y ellos debían de saber lo que se hacían.
Esos españoles, indefensos en Cataluña, aguantaron como y mientras pudieron. Hoy ya son y se comportan como prisioneros en un gran campo de concentración; no tienen libertad de expresión, nadie los escucha y ningún medio les publica ni unas líneas de protesta. No tienen ni siquiera un partido al que votar, porque todos son catalanistas, nacionalistas o independentistas, incluido el PP, por si no lo saben. No tienen derecho a la educación en su lengua, ni a que la Administración (ni autonómica, ni estatal) les proporcione ninguna ayuda. Son desechos humanos sin identidad y sin patria que deambulan por Cataluña como famélicos ya casi cadáveres.
Su indignación me recuerda el poema de Martin Niemoeller:
"Primero cogieron a los comunistas, y yo no dije nada por que yo no era un comunista. Luego se llevaron a los judíos, y no dije nada porque yo no era un judío. Luego vinieron por los obreros, y no dije nada porque no era ni obrero ni sindicalista. Luego se metieron con los católicos, y no dije nada porque yo era protestante. Y cuando finalmente vinieron por mí, no quedaba nadie para protestar".
Como ven, respetables compatriotas de derechas, los aparatos de la injusticia pueden cambiar de manos y de signo político. Por eso debemos oponernos a ellos e impedir que se establezcan, aunque, circunstancialmente, nos beneficien al principio.Ahora van a por ustedes. Buena suerte.
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