No, no voy a hablar del 11-M desde el punto de vista de la confrontación entre ideologías partidarias, sino de una crisis anunciada que se evidencia cada día más: la de la credibilidad del Sistema.
Mientras, por una parte, El Mundo de hoy (4-9-2006) publica la entrevista con Suárez Trashorras, segundo implicado en el 11-M que “canta” –al estilo de Amedo y Domínguez, en el GAL, y tras Rafa Zouhier–, en la que acusa a las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad de dar un golpe de estado, por otra, el Presidente extremeño Rodríguez Ibarra, tras desmentir toda implicación del PSOE en ese crimen, promete que, si se equivoca (es decir, si alguien del PSOE ha estado implicado en la masacre) propondrá que el Partido Socialista se disuelva para siempre.
El día en que eso sucediera, no sólo habría que disolver el PSOE, sino también el PP, y el Partido Comunista en todas sus variantes, y todos los partidos nacionalistas; y refundarlos tras el advenimiento de una verdadera Democracia a España. Una Democracia que haga imposible que delincuentes capaces de matar españoles para poder seguir vaciando las arcas del Estado tengan cabida en el sistema representativo o funcionarial del Estado Español.
Para evitar los crímenes de Estado, debe imponerse, como se inyecta antibiótico ante una tuberculosis, la separación de poderes en el sistema democrático español. Y si el Ejecutivo delinque, o no evita males como el 11-M, el Legislativo debe saltar sobre él y depurar responsabilidades políticas, en vez de encubrirlo; y el Judicial debe investigar hasta sus últimas consecuencias, e imponer penas ejemplares, en vez de procurar su inmunidad.
Pero, para eso, primero han de poder ejercer el poder que les confiere el Pueblo Español. Y el sistema actual, de Poder Único y tres funciones fingidamente independientes, lo impide.
No hay otro procedimiento ni táctica: o reclamamos un cambio de sistema, y conquistamos la verdadera Democracia, o seremos cómplices por omisión de todos esos crímenes que nos revuelven el estómago y hacen picadillo a muchos de nuestros compatriotas. Algún día, puede que nos toque a nosotros mismos. O a alguno de nuestros propios familiares, y nos veamos en el trance de identificarlos en un depósito de cadáveres.
MessageInOut, "Ciutadans Lliures"
(Autorizada su reproducción íntegra)
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