ÉSTAS YA NO SON LAS URNAS

El 1 de noviembre habrá Elecciones Autonómicas en Cataluña. A ellas llegamos con más problemas, más diferencias y más injusticias sociales que a las anteriores de 2003. El Referéndum del Estatut puso de relieve la falta de correlación entre el 36% del apoyo ciudadano recibido y el 90% del apoyo político de los supuestos representantes del Pueblo en el Parlament, y la abstención, del más del 50%, apostilló el desquiciamiento de los políticos. Existe el supuesto implícito de que esa dislocación puede resolverse en estas elecciones, pero todos sabemos que no. Porque el total de las fuerzas políticas catalanas sigue (de espaldas a la realidad social de una Cataluña nada mestiza, sino netamente española) en el empeño de defender la quimera nacional que es fruto directo de la corrupción moral de su clase política.

El índice de apellidos catalanes en Cataluña es hoy inferior al 13%; en cambio, en el Parlament, supera el 72%. Hay que ser ingenuo para no entender lo que eso significa: limpieza de sangre. Un nacionalismo social despatriado (patria viene de padre), anclado en unos "sentimientos" postizos, fundamenta que el sonajero nacional siga agitándose y distrayendo la atención de los votantes para que no se den cuenta de lo capital, de que el Estatut de 2006 no es un documento democrático(como no lo era tampoco el salido del Parlament en setiembre de 2005), sino otra nuevo desarrollo de la Monarquía Partitocrática española. Que no ha restablecido para Cataluña las reglas de la Democracia Formal: que no hay separación efectiva de Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, sino la consagración de tres funciones de uno sólo; que el Parlament no representa al Pueblo de Cataluña, sino a los partidos y sus ideologías coyunturales; que no hay mandato directo y revocable a los elegidos, sino un pervertido y urgente voto cada cuatro años a unas listas cerradas por las cúpulas de los partidos.

Todo podría haber sido diferente si los políticos hubieran atendido a los intereses del Pueblo, que es el que lo sufraga todo con su esfuerzo, y no a los suyos propios como clase corrupta. Nada en la Constitución lo impedía, nadie en Madrid se hubiera atrevido a tocar una coma de un texto verdaderamente democrático; y en Cataluña todos habríamos votado “Sí” en el Referéndum de un Estatut tan digno. Todos como un solo hombre. Después de ese último fraude (los políticos son culpables: a diferencia del Pueblo, saben lo que es Democracia y lo que no lo es), las urnas catalanas se han deslegitimado definitivamente. Sólo irán a votar los ignorantes y los últimos inocentes, junto a las turbas de los que viven de cargos, prebendas y negocios del inagotable abrevadero de este nacionalismo ficticio. En Cataluña, la vía de la reforma está agotada. Sólo queda la de la ruptura a través de la abstención masiva. Éstas ya no son las urnas.

MessageInOut, "Ciutadans Lliures"
(Autorizada su reproducción íntegra)

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