CIUTADANS DE CATALUNYA.

El tripartito catalán camina hacia su crisis y rápidamente será historia y en algunas cosas dejará su rastro, sobre todo en aquellas cosas a las que no les pongamos atención, si permanecen en las costumbres y ya no se da marcha atrás, si se asumen por inercia o por pereza y ocurren a diario y se refuerzan, que así es como las huellas se hacen imborrables.

No tiene sentido que nuestras leyes se vean modificadas si nosotros no lo deseamos así, o nuestros derechos sean rescritos si nunca lo pedimos, nuestros problemas y los de casi todos los ciudadanos de Cataluña han sido otros diferentes; nuestros votos se unieron a los de otros muchos para llevarnos a otra situación, porque ésta es o me parece a mí absurda, y todos los menudos asuntos que nos atañen se han quedado fuera del quehacer político o quizá carecen de importancia, y son despreciables, es plausible que a las altas esferas de decisión catalanas nuestros intereses les parezcan irrelevantes, por eso nadie les ha dedicado un minuto, es decir, que es como si nosotros no existiéramos para ellos.

Los españoles de Cataluña no debemos tolerar que nuestros derechos no estén a la altura de nuestra voluntad de libertad, no debemos consentir que el Govern nos oprima aún más o de peor manera si otra vez permanecemos en silencio, hay algunas pocas cosas en la vida de cada hombre que deben ser respetadas para que éste no se rebele, no debemos soportar que se sigan valiendo de lo que no es cierto ni legítimo, ni un día más, que nos supongan sumisos si no exigimos justicia o sin arrestos si nos quedamos quietos, en desamparo si nos tiranizan o sin dignidad porque no tenemos bandera a la que acogernos. Que nos crean esclavos porque no exigimos nuestros derechos.

Tenemos una oportunidad para la recuperación de nuestras libertades en la creación de este nuevo partido político que nace de la elite cultural catalana y se enraíza en la ciudadanía sencilla, que es la que le dará pujanza. Y será la última oportunidad. Si no la aprovechamos, seremos los únicos responsables de nuestros infortunios futuros (la ciudadanía es siempre la última responsable de las enajenaciones de sus gobernantes, y su garante o fiadora, la que paga todas las facturas por sus platos rotos).

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