El Nacionalismo es una enfermedad universal cuya única curación es la muerte de los frenéticos. No podemos subsistir en un mundo cada vez más estrecho con ideas tan perjudiciales y, en consecuencia, pereceremos. El historiador del futuro explicará que la Naturaleza se vengó de los pueblos comunicándoles un espíritu de vértigo, y que el nacionalismo es un frenesí igual al que se apodera de las sociedades animales demasiado numerosas. Somos demasiados y queremos morir, necesitamos un pretexto noble y helo aquí: es el carácter, el más perfecto que existe, de la posesión y de la alienación que nos permite entregarnos crecientemente, según las necesidades, a los
actos más despreciables, nos embriaga de nosotros mismos consagrándonos al sacrificio, nos vuelve cándidamente monstruosos, autoriza a nuestras virtudes a prevenirse del atributo de todos los vicios y —lo que es mejor— escoge para nosotros lo que deseamos y no osamos elegir. Estamos completamente perdidos, la enfermedad no perdona ya a ninguna nación y todos los países se parecen hasta en el tipo de furor que los opone y los anima a degollarse unos a otros.
Ninguna nación quiere olvidar aquello que llama su Historia y que la mayoría de las veces nada tiene que ver con la Historia, pero será necesario que un día todas renuncien a ello. El último vencedor desarmará el espacio y el tiempo, confiscará los medios y las ideas, las pretensiones y los recuerdos, las formas y los contenidos, se declarará único legatario de cincuenta siglos, demostrará que él es la razón de ser de la especie humana y que el deber de cien pueblos es resignarse, exterminará a unos, deportará a la mayor parte de los otros y se verá por todas partes un polvo de hombres, del que él será el único amo. Pues la simplicidad no es concebible por menos y a pesar de la abundancia de las diferencias que se desencadenan ante nuestros ojos, el futuro es de la simplicidad, vamos de desórdenes en desórdenes hacia el orden terminal y de carnicería en carnicería hacia el desarme moral, pocos salvarán y pocos serán salvados, la masa de perdición se eclipsará en el intervalo, llevando al abismo los problemas insolubles. El Nacionalismo es el arte de consolar a la masa de no ser más que una masa y de presentarle el espejo de Narciso: nuestro futuro romperá ese espejo.
ALBERT CARACO
(Ateo de origen judío, nacido en Constantinopla en 1919 y muerto por su propia mano en París, en 1971, el día después de la muerte de su padre, tal y como había anunciado).
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6 COMENTARIOS:
Bien inteligentes me parecen a mí las observaciones y opiniones del Sr. Caraco. No hay más nacionalismo bueno que el nacionalismo muerto. El nacionalismo es miseria intelectual y material. Es el combustible tóxico con el que se retroalimentan los estados.
Albert Caraco idazle famatua da. Haren lanak etorkizunean ez dira galduko.
"El último vencedor desarmará el espacio y el...", esto hizo Roma, y lo consideramos el gran fundador de la cultura occidental, exterminar, hacer desparacer lenguas, arte, culturas, casi siempre en superioridad, muchas veces mediante la traicion y la mentira.
Y si ese pais que venciese lo considerases el mejor de todos?, venciendo en inferioridad, dando la cara, sin traiciones ni mentiras, directamente, justamente este pueblo ha sido el mas odiado de la historia, que curioso. El mejor actua con honor, sin moralinas, sin juicios mediocres y falsos como hacen los USA.
Por desgracia no será el mejor el que venza, vencerá la mezquindad, entonces es mejor morir pisoteado por este a ser su puto esclavo.
De acuerdo con Caraco. Slolo alerto: hay dos nacionalismos. El nacionalismo de tipo provincial a menudo dirigido por una casta interesada. Y el nacionalismo expansivo de carácter más nacional. España es nacionalista por ejemplo cuando le niega a los vascos una identidad histórica INDISCUTTIBLE.
Los nacionalismos son esencialmente una convención humana, un invento. Igualmente, el día tiene 24 horas, de la misma forma que se podía haber decidido que tuviera 14 o 36. Modificar la convención tiene sentido si la utilidad práctica de dicho cambio lo justifica. En tal caso, habría que argumentar las ventajas que suponen el cambio y esperar a que los miembros del grupo se adhieran a esta nueva situación libremente. ¿ El tiempo pasaría mas despacio si el día tuviera 50 horas?.
El año tiene 365 días, eso es indiscutible. Aunque se expresase en base 365, y tuviera 10. Porque es el número de vueltas que la tierra da alrededor de sí misma mientras circuye al Sol.
El día pudiera bien tener 10 horas de 100 minutos cada una. Y cada minuto pudiera constar de 100 segundos. Cada nuevo minuto duraría como 1,44 de los actuales. Y cada segundo sería sólo 0,866 segundos actuales. Y no pasaría nada. Trabajaríamos cada día de 3 a 7 y ya está.
La medida del tiempo es pues una convención, excepto la unidad día y la unidad año. Eso no hay quien lo mueva, amigos.
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