EL PAÍS DE LOS HOMBRES-RANA

El despilfarrador sistema político español se hunde en el océano de su propia incompetencia. El régimen español de corrupción a tres niveles (estatal, autonómico y local) sólo era posible en burbujeantes tiempos de abundancia y banal ostentación. Pero malgestionar un 50% del PIB español conduce a un desperdicio brutal de más del 30% de la recaudación, que se evapora en duplicidades, sobreabundancias funcionariales y corrupción. Porque bueno es saberlo, hasta el último euro que da sumergidamente, bajo mano, un empresario a un funcionario o a un político sale del bolsillo de los españoles, de nuestros impuestos, da igual si es en forma de IRPF, de IVA o en un aumento de tarifas aprobadas por el Gobierno. Los españoles lo sabemos, así que miramos el océano atemorizados, pues no estamos acostumbrados a vivir bajo el agua como esos tiburones y esos pulpos.

Es noticia la creciente prima de riesgo(1) que están pagando los bonos españoles en los mercados internacionales. Pues sabed que no es más que una consecuencia de nuestra visiblemente despilfarradora clase política y de nuestro irrisorio régimen pre-democrático. A nuestro entender, una prima de riesgo de algo más de un punto porcentual es aún corta, lo que demuestra la miopía del dinero ahorrado europeo, que piensa que la falta de garantía española quedará compensada con el respaldo de Europa. Los bancos pagan aún más que el Estado por los depósitos a plazo. Sin embargo, los ahorradores europeos intuyen que la banca española está en quiebra técnica. Tienen razón: de los stress tests realizados por el mismísimo Banco de España resultan consumos de recursos propios imposibles, con pérdidas de hasta el 35%, según la entidad. La Banca no puede hacer frente a los vencimientos de su deuda y, lo que es peor, sus depósitos merman rápidos como la descarga de una cisterna (que va al océano del que hablamos), porque la gente empieza a tener que gastarse sus ahorros para vivir. Coherentemente, lo depósitos a plazo pasan a ser depósitos a la vista, cuyo importe no debiera ser prestado por los bancos a terceros nunca, pues mañana mismo pueden no estar. Pero es tarde. Ese dinero ya ha sido prestado hace tiempo. De manera que los españoles vamos retirando poco a poco nuestros ahorros de los bancos para ir comprando botellas de oxígeno y para guardar el remanente en alguna cueva a 100 metros bajo el nivel del mar.

Para que los españoles no nos enteremos de qué clase de régimen político nos pastorea, los medios nos bombardean con palabras como democracia, consenso, acuerdo. Los medios llaman la atención sobre objetivos diferentes de los esenciales. Todo periodista español sabe que puede cargar contra cualquier político o su partido y decir la verdad sobre él, pero siempre que se alinee con el partido opuesto. Lo que no puede hacer un periodista es denunciar a la clase politica entera, no puede decir la verdad. No obstante, todo español que no sea tonto de baba no tiene más que sumar las críticas contra un bando y contra otro, ambas ciertas, para conocer la verdad integral: el régimen, desde el Rey(2) al último bedel de ayuntamiento, es un nido de corruptos, malversadores, hipócritas y sinvergüenzas que viven a costa de la ruina de los españoles. Pero sabemos que ya queda poco, porque el ruido se amortigua bajo el agua. Y los españoles vamos ajustándonos ya nuestros trajes de hombre-rana.

La situación ya mismo, en los próximos trimestres, es que buena parte de los españoles no podremos hacer frente ni siquiera al pago de nuestros abusivos impuestos por IRPF. El Gobierno de salteadores de caminos que tenemos, que lo sabe, ni corto ni perezoso se ha vuelto ya contra las clases más desfavorecidas aumentando el IVA una media del 13%. A ellos nadie les va a quitar sus fincas, sus restaurantes, sus putas, sus coches oficiales y sus sueldos califales. Ha empezado también la persecución de autónomos y pequeñas empresas, pidiéndoles que adelanten, por ejemplo, las retenciones a cuenta de los beneficios del año siguiente (?). Ante tamaños despropósitos por toda solución, no cabe salida en tierra firme. Los españoles no pagaremos nuestros impuestos porque no vamos a poder. Y andaremos asustados durante unos días, hasta que veamos que somos millones. Y en ese momento, ya no pagará nadie. Nos veremos unos a otros sumergidos y nos saludaremos bajo el agua. Y haremos transacciones, pequeños negocios y trabajos de todo tipo mientras pataleamos alegremente, haciendo piruetas dignas de nuestras auríferas medallistas olímpicas de natación sincronizada.

Esto no hay quien lo pare. Y menos, una banda de delincuentes habituales, por más que estén organizados en partidos y hagan las leyes a su antojo —empezando por una constitución, la del 78— exclusivamente orientadas a la protección de sus medros. No hay quien lo pare, porque los autónomos —la base del empleo español— tienen que cerrar sus negocios por falta de liquidez para cubrir las puntas de caja. Y los reabren luego clandestinamente de manera que la financiación no es ya necesaria, dando el mismo servicio a mitad de precio, pero con el cobro al contado. Los trabajadores que van al paro empiezan a trabajar en dinero negro, por cuenta propia o con alguno de esos autónomos sumergidos. No hay más que estudiar la masa M1 de circulante efectivo y su composición. El español ha comprendido por fin que España es un país que se hunde, que está casi ya enteramente sumergido. Un sitio donde sólo pueden sobrevivir los hombres-rana.

Y tiene su parte lógica: Si lo que necesitamos ahora mismo en España es eficiencia para bajar los precios —lo sabe todo el mundo, es lo que exige Europa— la solución es obvia. No puede haber mayor contribución a la eficiencia que dejar de mantener parásitos. Y esta clase de parásitos que nos viene chupando la sangre no pervive bajo el agua.

MESS


(1)Hoy, 28 de abril, España paga por el bono a 10 años el 4,058% mientras que el alemán se colocó en el 2,994%.

(2)Leed "El último Borbón", de Amadeo Martínez Inglés; y “El negocio de la libertad”, de Jesús Cacho.

NOTA: Los cuadros son del Boletín Económico del Banco de España, de marzo del 2010.