NUEVO ABANDONO DE LA SOBERANÍA EUROPEA


La Unión Europea y Estados Unidos han venido firmando durante los últimos años un conjunto de acuerdos en materia de entrega de datos personales: información PNR de los pasajeros que viajan por vía aérea y datos financieros en el marco del caso SWIFT.

Un proyecto de entrega general de datos se encuentra actualmente en preparación. Se trata de la entrega
permanente a las autoridades estadounidenses de un conjunto de informaciones privadas que incluyen el número de tarjeta de crédito, los detalles de las cuentas bancarias, las inversiones realizadas, las conexiones a Internet, la raza así como las opiniones políticas, hábitos y creencias religiosas.

La Unión Europea está transformando poco a poco su propia legalidad para permitir la aplicación directa del derecho estadounidense en territorio europeo. Cada nuevo acuerdo constituye una nueva concesión de los países miembros de la Unión Europea en materia de soberanía. El texto sobre la entrega de financieros que la Unión Europea y Estados Unidos acaban de firmar es un claro ejemplo de ello.

El 30 de noviembre de 2009, el Consejo de Ministros del Interior de la Unión Europea otorgó su aval al proyecto de acuerdo elaborado por la Comisión, texto que permite a las autoridades estadounidenses proceder, en los servidores de la sociedad Swiff situados en territorio europeo, a la captura de los datos financieros personales de los ciudadanos de los países miembros de la Unión Europea. Esta ratificación por el Consejo de ministros es la última etapa del proceso destinado a poner fin al escándalo del caso SWIFT y a toda forma de oposición al derecho que Estados Unidos se ha arrogado a apoderarse de la información financiera de los ciudadanos de la Unión Europea.

El caso SWIFT salió a la luz pública en 2006, cuando la prensa estadounidense reveló que, después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, la sociedad SWIFT había estado entregando clandestinamente al Departamento del Tesoro estadounidense decenas de millones de datos confidenciales sobre las operaciones de sus clientes. SWIFT, sociedad estadounidense creada bajo la legislación belga, gestiona las transacciones internacionales de unas 8 000 instituciones financieras situadas en 208 países. SWIFT se encarga de transferir los datos vinculados a los pagos, aunque no traslada dinero.

A pesar de tratarse de una evidente violación del derecho europeo y del derecho belga en materia de protección de los datos personales, la entrega de esos datos nunca ha sido cuestionada. Por el contrario, la Unión Europea y Estados Unidos han firmado varios acuerdos destinados a legalizarla.

Todo ellos se ha justificado en nombre de la lucha contra el terrorismo. La configuración del sistema SWIFT había hecho posible el acceso de las autoridades estadounidenses a los datos. En efecto, todos los datos contenidos en el servidor europeo, instalado en La Haya, figuraban también en un segundo servidor ubicado en Estados Unidos, lo cual permitía a la aduana estadounidense tomar posesión de dichos datos, ya que el derecho estadounidense autoriza ese tipo de intervención.

Pero a partir de junio de 2007 se decidió que los datos SWIFT intereuropeos dejarían de transmitirse a Estados Unidos y que serían almacenados en un segundo servidor europeo. El nuevo procedimiento resultaba más apropiado en cuanto al respeto del derecho europeo y debía suprimir la posibilidad de que las autoridades estadounidenses tuviesen acceso a esa información. El nuevo servidor, situado en Zurich, está disponible desde noviembre de este año.

Después de esa reorganización, y en contradicción con lo que se había dicho durante los anteriores acuerdos, el Comisario europeo de Justicia Jacques Barrot explicó que los 27 países miembros de la Unión Europea deseaban que los investigadores del Departamento del Tesoro estadounidense tuviesen acceso a los centros de operaciones europeos que controla SWIFT.

Barrot declaró que «sería extremadamente peligroso en la actual coyuntura poner fin a la vigilancia y control de esos flujos de informaciones» y afirmó que las operaciones estadounidenses en el servidor situado en Estados Unidos habían resultado «un instrumento importante y eficaz». Barrot simplemente repitió las declaraciones del juez Brugiere, la «eminente personalidad» designada para «controlar» el uso que dan los estadounidenses a las decenas de millones de datos transferidos cada año. El juez Brugiere había afirmado que esa entrega [de datos a Estados Unidos] había «permitido evitar cierto número de atentados».

No se proporcionó ningún ejemplo que permitiera comprobar esas afirmaciones. Se dio por sentado que la simple enunciación del carácter indispensable de la entrega de datos financieros constituía la prueba del éxito de esa política en la lucha contra el terrorismo. Se lleva así la palabra a la categoría de prueba de la realidad.

Basta con invocar la lucha contra el terrorismo para justificar la entrega de datos financieros. Pero la realidad nos demuestra que los atentados son por lo general poco costosos y que no exigen ningún movimiento importante de fondos. La razón invocada [para la entrega de datos financieros] adquiere un carácter realmente surrealista cuando sabemos que la comisión oficial que investigó los atentados del 11 de septiembre de 2001 no quiso investigar sobre los sospechosos movimientos de capitales que se registraron en los días anteriores a los atentados.

Sin embargo, justo antes de los atentados del 11 de septiembre –los días 6, 7 y 8– se produjeron excepcionales opciones de venta sobre las acciones de las dos compañías aéreas [American y United Airlines] cuyos aviones fueron secuestrados, y también sobre Merril Lynch, uno de los principales ocupantes del World Trade Center. Esas informaciones fueron reveladas por Ernst Welteke, el entonces presidente de la Deutsche Bank. Welteke declaró también que existían muchos hechos que prueban que las personas implicadas en los atentados aprovecharon informaciones confidenciales para realizar operaciones sospechosas. Todos esos elementos, sumados al hecho que la realización de un atentado terrorista no exige importantes transferencias de fondos y a la voluntad política de no investigar sobre las transferencias financieras sospechosas, nos indican que el apropiarse de los datos financieros constituye efectivamente un objetivo en sí.

La Comisión Europea quiso firmar primero un acuerdo transitorio, que entró en aplicación desde el momento mismo de la puesta en marcha del servidor de Zurich. El proceso de decisión fue puesto en manos de la presidencia sueca y del Consejo, bloqueando así toda posibilidad de decisión compartida con el Parlamento Europeo. Esto último resulta particularmente importante ya que el Consejo adopta prácticamente todas las posiciones de los funcionarios permanentes, que a su vez han demostrado ser casi siempre simples repetidores de los negociadores estadounidenses. El comisario Jacques Barrot dice hacer alcanzado un acuerdo equilibrado, pero tuvo que reconocer que el texto actual no otorga a las autoridades europeas ninguna posibilidad de acceso a las transacciones bancarias estadounidenses.

Después del acuerdo transitorio vendría un texto definitivo, tan unilateral como el transitorio. O sea, se trataría, al cabo de 9 meses, de «renegociar» lo que ya se aceptó de forma urgente. Este acuerdo tendría que ser avalado por el Parlamento Europeo al entrar en aplicación el Tratado de Lisboa, texto que confiere a esa asamblea más poderes en cuestiones de policía y de justicia. La voluntad expresada de esperar a la ratificación del Tratado de Lisboa indica que el objetivo es hacer que el Parlamento reconozca un derecho permanente de las autoridades estadounidenses a disponer, en territorio europeo, de los datos personales de los ciudadanos de la Unión Europea. La razón de ser de los nuevos «poderes» conferidos al Parlamento Europeo es que deben servir para legitimar el traspaso de la soberanía de la Unión Europea a Estados Unidos.

Esa posición tiene el mérito de ser transparente, de presentar el Tratado de Lisboa no como un texto constitucional interno de la Unión Europea sino como un acto de integración de la propia Unión Europea a una entidad supranacional estadounidense. El nuevo acuerdo que permite las autoridades estadounidenses concretar, en territorio europeo y sin la menor reciprocidad, a la captura de los datos personales de los ciudadanos de la Unión Europea representa un nuevo paso en el ejercicio de la soberanía directa de las instituciones estadounidenses sobre los pueblos europeos.

La captura de información sobre los ciudadanos europeos [por parte de las autoridades estadounidenses], sobre todo de informaciones relativas a sus transacciones financieras, debe analizarse en relación con la formación del futuro gran mercado transatlántico prevista para el año 2015. Los acuerdos que autorizan la entrega de esa información a Estados Unidos no son más que una etapa preparatoria, la condición previa que debe permitir la instalación de un gran mercado transatlántico, así como la constitución de una entidad política común.

Basado en el derecho estadounidense, ese proyecto resultará ser un gran mercado de datos personales a través del cual toda esa información confidencial será entregada al sector privado. La transformación de la vida privada en mercancía va de la mano con la vigilancia policial, que constituye la primera condición necesaria para lograr la primera. La captura de los datos por parte de las autoridades estadounidense es una nueva manifestación de la primitiva acumulación capitalista tendiente a la imposición de nuevas relaciones de propiedad basadas en el fin de la propiedad de sí mismo.

El carácter asimétrico de la captura de los datos personales, en la que las autoridades estadounidenses tienen acceso a los datos europeos sin que exista la menor reciprocidad, nos indica que en el futuro gran mercado transatlántico todas las empresas serán iguales, pero algunas –las estadounidenses– serán más iguales que otras.

La utilización por las autoridades estadounidenses de los datos financieros obtenidos durante «la lucha contra el terrorismo» comenzó ya en el marco de «la lucha contra el fraude fiscal», cuyos episodios más difundidos por los medios de prensa han sido hasta ahora los ataques contra el banco suizo UBS y la manipulación de la reunión del G20 del 1º y el 2 de abril de 2009.

JEAN-CLAUDE PAYE
Red Voltaire


(*) IMAGEN:
Jacques Barrot, comisario europeo de Justicia y Asuntos Internos. Demócrata cristiano y fiel partidario de la alianza atlántica, Barrot hizo carrera como parlamentario en Francia donde fue presidente del Consejo General regional de Haute Loire y ministro. Fue además vicepresidente del Círculo de Industria de Dominique Strauss-Kahn. Su suplente, Laurent Wauquiez, fue nombrado secretario de Estado encargado del Empleo.

6 COMENTARIOS:

Anónimo .

SE ME PONEN LOS PELOS COMO ESCARPIAS. No me puedo creer que está panda de piratas burocrátas nos vendan a los intereses americanos con tanta facilidad y sin recibir nada a cambio. Que saldrán ganando los Sarkozys, Merkel y berlusconis con todo esto???

Anónimo .

Vale,ya lo sabemos,como tantas otras cosas.

¿ Y ahora que ?.

Porque con saberlo,y no hacer nada,lo mismo me da,que me da lo mismo.

Anónimo .

"Cuando vean que para producir necesitan el permiso de quienes nada producen.
Cuando vean que el dinero fluye hacia quienes trafican influencias y no a los que comercian honradamente.
Cuando vean que los hombres se hacen más ricos a través de la estafa y no del trabajo.
Cuando vean que las leyes los amparan a ellos, en lugar de protegerlos a ustedes.
Cuando vean que la corrupción permite el éxito social y que la honestidad se convierte en un sacrificio sin sentido,
Entonces sabrán que su sociedad está condenada a muerte".

Ayn Rand (filósofa judeo-rusa)


La soberanía europea es de cotillón, no existe. Desde 1945, Europa Occidental, y ahora la Oriental, son territorios ocupados militarmente por tropas de los EEUU y de Inglaterra. Europa es un protectorado de la banca anglo-holandesa, la que a su vez es el “disco duro” del Imperio Yanky-Sionista, versión 2.0 del Imperio Británico.

Alfred Rosenberg, en “Der Mythus des 20. Jahrhunderts” hacía unas apreciaciones interesantes, y de notoria vigencia:

“El siglo 19 mostró en toda Europa tres sistema existentes, elaborados uno al lado del otro. Uno era el Occidente Ario originario, basado en la libertad del alma y la idea del honor; el otro, el dogma romano del amor humilde y sumiso al servicio de un sacerdocio gobernado centralizadamente; el tercero era el franco precursor del caos; el desenfrenado individualismo materialista, con el fin de un dominio mundial político-económico del Dinero como fuerza unificadora y formadora de tipos”.

“La Ciencia de las Finanzas y de la Bolsa ha llegado a ser al presente, un juego con valores ficticios, una magia de números, una perturbación realizada sistemáticamente por determinados círculos entre el pasaje de la producción hasta la venta. Hoy los amos de la Bolsa actúan con la hipnosis de las masas mediante noticias falsas, a través de la producción del pánico; excitan conscientemente al máximo todos los impulsos patológicos y de una natural actividad intermediadora en el engranaje de la economía se ha hecho arbitrariedad, corrupción del mundo. Esta “ciencia de las finanzas” es puramente judía, y la enfermedad de todos los pueblos arios proviene del hecho de que ellos se afanan por incorporar a su sistema de vida esta arbitrariedad semita, antinatural, originada en instintos parasitarios.

Algo, que si se logra hasta el final, traerá tras de sí la destrucción absoluta de todas las premisas naturales de nuestra vida. La “ciencia” del peritaje de Dawes, la vigilancia del servicio de informaciones políticas por banqueros y su prensa, es anti-germánica hasta la médula y se encuentra por eso también en consciente enemistad a muerte con los grandes pensadores alemanes de la actividad económica, es decir, hacia Adam Mïller, Adolf Wagner, Friedrich List. Aquí se muestra también la naturaleza del marxismo judío que combate al “capitalismo”, pero no toca el centro de este capitalismo, la finanza bursátil”.

“La precondición de la “ciencia” romana es, el estatuido, arbitrario dogma de la Iglesia, la precondición de la “ciencia” judía es la ficción, el fraude. La base, en cambio, de la ciencia germánica es el reconocimiento de una sujeción a leyes (gesetzmassigkeit) del Universo y del Alma Humana, que se manifiesta en distintos efectos… Solamente tenemos la disyuntiva: asfixiarnos o emprender la lucha por la salud. Iniciar la lucha con clara conciencia y fuerte voluntad es el cometido de nuestra generación. Terminarla es cosa de una generación posterior”……..



Johann Dietrich Eckart (The bad boy of de Movie)

EDIT .

Saber es lo más importante, anónimo. Sin saber no se puede tomar ninguna medida, ni social ni individual.

La idea básica está ya en la Boètie: "No os pido que empuñéis la espada contra quien os tiraniza, sólo que no colaboréis con el tirano. Con eso es suficiente para que su régimen caiga como un ídolo con los pies de barro".

¿Ein?

Anónimo .

fantastico Eckart siga ilustrando como siempre ;entro en Acratas buscando sus escritos

Anónimo .

Buen articulo, instructivo. Aunque veo que Ketter sigue soltnado humo. Querría ser el muerto en un entierro, el niño en un bautizo, este Ketter. Recuerdos de tu amigo el paria.

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