ALGO DE HISTORIA DEL HISPANISTÁN

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Ayer, tomando una de sidra, vi "Lanueva" tirada en un rincón de la barra de mi sidrería habitual. En Asturias, todo el mundo llama así al boletín oficial de la región, el más vendido, el viejo diario falangista La Nueva España. Aún sigue siendo el diario del régimen. Decía que la vi allí tirada, solitaria, y como hacía tiempo que no le echaba una ojeada (no gastaría un céntimo en esa basura de propaganda oligárquica); y cuando estoy tomando sidra, me gusta pasear la vista sobre sus
titulares, le da un punto de acidez al culete, que no sé, serán manías, pero la verdad a mí me sabe mejor.

Nunca me pierdo las columnas del periodista local Javier Neira. No sé quien lo definió en algún blog como el actual don Saturno Bermúdez, el cronista sabelotodo de Vetusta, ridículo personaje clariniano. Algo hay, pero no es para tanto. A Neira le he leído de todo, siempre con tendencias conservadoras que para eso nos gobierna la ciudad Gabinín, el nuestru Gabinín; en su columna, “cien líneas” se llama, han aparecido proclamas proasturianistas, defensas encendidas de Oviedo, reclamaciones bablistas-esta cosa cutre del conservadurismo regionalista-, e incluso algún guiño al socialismo-velas hay que ponérselas hasta al diablo-, vamos, un vivo; desde hace unos quince años se lo monta de ultraliberal, filoUSA, antifrancés (aquí estamos de acuerdo), y demás monsergas estilo Losantos. Las monsergas al estilo Losantiano tienen mucho predicamento en el pijerí provinciano.

Contaba que estaba leyendo su columna, y no se me cayó el vaso de sidra, en aquel momento ocupado por el correspondiente culete, por puta casualidad. La columna es un trallazo, pura dinamita., muy inteligente, juega entre la burla a la conspiranoia y a la vez muestra la borrosa línea que separa a las tesis conspiranoicas de las prácticas sucias-y reales- de los estados. En serio, a mí me encantó y por eso os la transcribo a capón.

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Tal día como hoy del año 1981 falleció la primera víctima de lo que inicialmente se conoció como neumonía atípica; después, síndrome tóxico, y finalmente, envenenamiento por aceite de colza adulterado

La alarma se desató al instante. Las especulaciones siguen. Por ejemplo, en sus memorias-un libro impresionante-publicadas en 2005, el abogado Rafael Pérez Escolar relaciona, ¡atención!, la colza con la dimisión de Suárez, el 23-F y la entrada de España en la OTAN.

Pérez Escolar dice que ya en enero habían aparecido casos de afectados y recuerda lo que se afirmaba en aquel mayo. Por ejemplo, un titular del diario “El País” del día 28 rezaba así: "La agencia TASS, órgano oficial de la URSS, dice que el foco está en Torrejón". Citando fuentes de la OMS la agencia añadía que "el punto de partida de la epidemia se encontraba en la base de Torrejón" y exigía a EEUU que demostrase que había destruido sus armas biológicas y químicas. Hubo manifestaciones ante la base.

La investigación se acabó orientando-desviando hacia la colza. La principal fuente de Pérez Escolar es el doctor Antonio Muro, un destacadísimo investigador, que siempre sostuvo que el agente del envenenamiento era un compuesto muy característico de las armas químicas. En su lecho de muerte – por una enfermedad que nada tenía que ver con todo esto- Muro fue visitado por Pedro Sabando, médico asturiano, a la sazón consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, que al ver que Muro insistía en su tesis le contestó: "Déjalo, Antonio, no le des más vueltas, este asunto es la CIA y el KGB juntos".

Dejo al avisado lector relacionar las armas químicas, la dimisión de Suárez, el 23-F y la relampagueante de España en la OTAN: el nuevo presidente tomó la decisión el 20 de agosto de ese año. Se saltó incluso las vacaciones.

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Si hay algo que me fascina de todo el mundillo cultural-propagandístico por el que estamos rodeados, es que en cualquier librería, gran superficie, página de editorial, te encuentras libros sobre la guerra civil sin cuento, montañas de papel, qué digo, cordilleras de papel sobre un tema que es completamente obvio: la guerra civil . La manida guerra civil no tiene misterios, está clara, una lucha por la industrialización de la península. Un conflicto entre el modelo industrial capitalista y el comunista. Ganaron los capitalistas. En el bando rojo el comunismo tardó en hacerse con el poder, los ácratas dieron por el culo todo lo que pudiero, y la metodología de los soviéticos no fue muy fina. No entendieron el país.

Los nazis y fascistas tuvieron que ver en el otro bando, pero no tanto; ya que los que ponían el petróleo en los camiones del Ejército Nacional, los que también estaban detrás, eran los americanos y la city de Londres.

En la guerra se jugó duro, pero se jugó limpio. Unos ganaron y otros perdieron. Nada que objetar.

Lo que fue una canallada, fue la Transición. Algo fallaba en los países latinos; hablando en plata: en los países católicos el liberalismo no funciona, esa cosa no . No funciona en Portugal con la revolución de los claveles, que la desmonta la CIA. No funciona en el sur de Italia, y hablo del sur —en la península italiana sí que hay dos países distintos y no en España—, donde de nuevo la CIA interviene de la mano de su vieja aliada la Mafia. Y después tenemos el caso español, que es un caso particular, ya que vuelven a intervenir, de nuevo, las dos grandes potencias.

Los tradicionalistas españoles son los que llevan el mando en el franquismo, el falangismo no cuenta absolutamente nada fuera de lo que es la propaganda. Los tradicionalistas, pactaron tras la guerra con el capitalismo. Y fue un pacto, no una alianza, ya que el tradicionalismo es antiliberal, señores. Que también la vieja tradición católica luchaba contra el liberalismo, no se cansaban de decirlo. El tradicionalismo buscaba para España en el mundo un lugar parecido al de la Francia de De Gaulle, industria nacional y potencia militar propia; y por supuesto no ceder nunca la soberanía. Esto era intolerable para las dos superpotencias.

En el año 1973 el general USA, católico, Vernon Walters visita al general Franco, le pide garantías del proceso español de su incorporación al sistema capitalista-USA. Franco le contesta que esas cosas las lleva Carrero. El hombre de confianza lo tiene claro, por arriba todo controlado por los cargos franquistas, por abajo elecciones libres a las alcaldías y demás; y la industria, en manos nacionales. Pero el gran proyecto de Carrero es el arma atómica, como buen militar sabe que eso convierte a España en un país no alineado de facto, aunque se lo quiera adornar. En el 74 a Carrero le aparcan el coche en la azotea del tejado de las monjas ursulinas. Franco, derrotado, dice aquello de: “no hay mal que por bien no venga” y empieza la transición.

El PCE es un gran partido en el territorio nacional, un partido joven, un partido repleto de gente nueva que cuando se encuentra con los viejos dinosaurios del exilio dudan si los abuelos tienen alzheimer o regresan de Marte. El gran cambio del PCE comienza cuando se cambia la consigna tradicional de huelgas y revoluciones, por la del internamiento en los cuadros sindicales del franquismo y se crean la CCOO. La táctica es brillante, pero tiene el inconveniente de que el partido que sale de estas nuevas prácticas se ve mutado, buscando una nueva salida que no sea la tradicional de la URSS. Es muy conocido el comentario de Ramón Tamames que venía a insinuar que Santiago Carrillo no conocía al PCE, no lo podía conocer porque no estaba en España. Pero Carrillo toma el mando de ese partido, al que apenas conoce, y literalmente lo desactiva pactando con- los antaño irrelevantes- falangistas que ahora ocupan el poder.

Tenemos un franquismo tradicionalista que pretende un sistema que se abra a la Europa capitalista, pero manteniendo la soberanía, y conservando la industria. Los cargos políticos de base serían electos directamente, la vieja democracia directa, y los más altos estarían ocupados por la jerarquía franquista. Y con una política militar de no alineación, al poseer la amenaza nuclear.

Y tenemos a un PCE cada vez más vigoroso en la sociedad tras el incursionismo de CCOO en los sindicatos verticales-en la práctica los han reventado-, pero esa acción ha producido un cambio en el partido. La lógica hubiese sido mantener la política de incursión hasta hacerse con el poder de las instituciones, como se había hecho con los sindicatos.

Todo este proceso, seamos pedantes, toda esta dialéctica sin ningún control. En un país industrializado, con una posición geoestratégica importantísima y jugando a la no alineación porque tenía arsenal nuclear. Mientras las dos superpotencias miran. Las dos superpotencias que se han divido el mundo. Simplemente inaceptable.

Se puede aceptar a una Francia no alineada, ya que no puede desbordar sus límites como nación. Se puede aceptar a una Yugoslavia no alineada, que es un estado débil y busca mantenerse. Se puede aceptar a China y la India no alineadas, ya que por entonces eran amenazas lejanas. Pero lo que no se puede tolerar, es que se produzca un experimento como el que se podía dar en España. No se podía tolerar que se produjese en un país una revolución institucional. Las revoluciones populares se pueden parar con facilidad, la gente aglomerada revolucionariamente no tiene peligro. Las instituciones en proceso revolucionario, sí. Si se daba la posibilidad a que en España surgiese una alternativa al comunismo que se agotaba y al liberalismo depredador suicida, la cosa podría extenderse al mundo hispano. Podría levantarse un viejo imperio, ya muerto hacía 80 años y al que además estaban depredando, con nuevas energías y enfrentarse a los que existían. No había que pararlo desde dentro y encontraron la llave.

En España encontraron Don Julianes, los dos imperios consiguieron lo que querían: la vieja España entró en el juego de un lado. Pero con eso no era suficiente. No bastaba. No era suficiente entregar todo el tejido industrial, ceder el Sahara a Marruecos, y paralizar cualquier proyecto de defensa nacional. Como la cosa había tenido sus visos de peligro, se dio la orden a los virreyes instalados en el poder de que se hiciese un trabajo psicológico: que los españoles deseasen dejar de ser españoles. Y se puso en marcha el mayor montón de mierda desde la leyenda negra. Valía ser de todo, catalán, vasco, gallego, andaluz, europeo, de Cercedilla de Abajo, todo, menos español. Y mientras nos lavaban el cerebro, se inventaron una estafa llamada estado autonómico- puesta en marcha por un timo llamado identidad-,con la que nos están sacando todo el dinero que les sale de los cojones.

En todo el globo terráqueo no hay tipos más imbéciles que los hispanos, se pasan el día insultándose hasta que llega cualquier extranjero. Entonces se bajan los pantalones y se dejan dar por el culo con cara de felicidad. Lo más asombrosos es que cuando han terminado de ser enculados, en plenitud hasta el fondo, se sienten unos tipos afortunados, casi tocados por los dioses. Esto tenemos. No hay más cera que la que arde.

TROLSOE


NOTA DEL EDITOR: Con la publicación de este trabajo esperamos dejar zanjada de una vez la cuestión: Nos trae al fresco que nos critiquéis. ¿Lo vais a hacer más que Trolsoe? Pues hala, aquí tenéis un artículo suyo. Y está aquí porque dice lo que hay. Creednos de una puta vez: Aquí se respeta la ecuación: Verdad = Libertad. Sólo lo niegan aquéllos a los que la verdad perjudica.