LA IDENTIDAD POR TODA POLÍTICA. XXV: ¿Pero qué demonios es la identidad maketa?

Este artículo quizás no debería haber existido. Pero si existe es por dos razones. Una, que el anterior, el XXIV, lo metí en el blog a todo correr, sólo con el texto, pensando en poner luego una foto de la portada de mi libro “La identidad maketa”. Pero cuando llegué al ordenador al día siguiente, el editor me lo había colgado ya, ansioso, con la foto nefanda de un Lehendakari más Spock y más cabreado que nunca. A mí la foto de la entrada XXIV me repatea y pensé, joder, el editor tenía tanta prisa por colgarme el artículo que ha puesto la foto que le ha parecido y esta vez no me gustaba nada (así como otras veces sí y así se lo he dicho), pero ya no tenía remedio. La otra razón es que se cumple el XXV aniversario de mi columna, esa que alguien por aquí bautizó como una especie de taller de escritura, al más puro estilo Patalete, y con el que ambos dos estamos haciendo mismamente un libro y todo. A mí no me pareció mala idea y pensé celebrarlo con el XXV aniversario. Y, por último, porque no hay dos sin tres, la razón de fondo de este artículo de hoy es que estoy muy nervioso pensando en las próximas elecciones vascas, de las que espero lo que no está escrito: que nos empiece a gobernar de una vez la identidad maketa en el País Vasco. Y estoy que no me lo creo. Como esto llegue a suceder no sé cómo lo voy a celebrar. Ya lo iré pensando el domingo a la noche.

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Bien, pues una vez dicho esto entramos en harina con la pregunta de esta entrada. La identidad maketa, por ponerme hermenéutico, posmoderno o deconstruccionista, a saber, no sería sino nada más que un libro que se titula así, cuya portada os ofrezco arriba. Pero puestos a decir algo en serio, os diré que, en efecto, las identidades son construcciones humanas, todas. Y las identidades existen, todos tenemos nuestra propia identidad, no como Rosa Díez, que por no reconocer lo obvio (que es maketa) dice que ella no tiene identidad. Lo que ocurre es que unas identidades tienen éxito, y dan muchos votos, como la vasca o la catalana en sus territorios respectivos, y otras tienen muy mala imagen o hasta ahora así la han tenido, como la española, a la que se considera facha y casposa a partes iguales. Yo para mí tengo que todas las identidades son iguales, todas, con sus cosas aceptables y admirables y sus cosas vituperables y rechazables, y todas nos hablan de lo mismo, de nuestros orígenes, de nuestros ancestros, de nuestros recuerdos, de nuestra memoria, de quiénes somos, de dónde venimos y, además, nos dicen a dónde vamos. Y no es poca cosa.
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Sobre esta idea de las identidades, universal donde las haya, ocurre que los hay listos, y piensan que su identidad es la mejor, por las razones que sean, todas socorridas, cogidas por los pelos, de urgencia o de ocasión. Así, las identidades vasca y catalana han tenido la “suerte” de encontrarse con Franco, que se las cepilló a ambas dos. Y luego, de ese victimismo han sacado petróleo con el que mantenerse vivas y coleando durante varios decenios, va para medio siglo ya. Otras, como la española, tuvieron la mala suerte, por decirlo así, de encontrarse con un tipo como Franco, cerril y obtuso donde los haya, que la hundió en la miseria por un siglo cuando menos. Pero nadie tiene la culpa de ser vasco o catalán, como nadie tiene la culpa de ser español.
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En el País Vasco, por centrarnos en lo nuestro, los vascos nacionalistas, cuando llegan las elecciones normalmente, se ponen tolerantes y dicen que a lo mejor incluso hay dos identidades en el País Vasco, la vasca propiamente dicha, o sea la de ellos, y a lo mejor también, quién sabe, la española. Para ellos es así. Quienes vivimos en el País Vasco y no somos de los de ellos, o sea que no queremos la independencia, pues somos españoles, sin más. Como si no viviéramos aquí, como si viviéramos en Murcia (¡qué daría yo por poder vivir ahí, a veces!), por poner un caso. Entonces lo que hay que hacer es ir a los orígenes de todo esto y rescatar aquel término nefando que utilizaron masivamente los nacionalistas al principio, y por lo que llevaron a Sabino Arana y a algunos de sus amigos a juicio más de una vez: el término maketo. Hoy nadie lo utiliza pero todos aquí sabemos lo que significa. Es lo opuesto a lo nacionalista, es lo que nadie quiere ser. Y el desafío, para un ácrata como yo, es utilizarlo a destajo, ponérselo por delante tanto a los nacionalistas como a quienes no lo son y no saben lo que hacer para serlo, y decir que en el País Vasco hay quien se considera maketo y, por serlo, es tan de aquí como el que más.
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Maketos forever. Votar maketo es votar el próximo domingo en el País Vasco a Patxilo Pez o a los cantidatos de UPyD que ni dios conoce. Lo siento Mess, lo siento Patalete, pero yo soy de los que piensan que la realidad es tozuda, que para cambiarla hay que jugar con lo que hay, desde dentro, no desde fuera o desde las nubes. Y que el mayor cambio que se puede dar, de largo, hoy en el País Vasco es que gobierne un maketo por primera vez desde que hay nacionalismo aquí. Luego ya tendremos tiempo de valorar las consecuencias. Pero, mientras eso se da, que nos quiten lo bailao.

PEDRO J. CHACÓN DELGADO

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INDIGNADO COMENTARIO DE MALDITO HIJO DE PERRA:

Más lo sentimos nosotros por ti, maketo Chacón, que te vemos algo apesebrado, jugando a la partitocracia como un lamekleenex, víctima de una vanidad tan ridícula como evidente en el primer párrafo de tu panfleto. Cuando pasen las elecciones (si eres miembro de carné del PSE, cosa que no me extrañaría ni un pelo,todo vale para rascar unos votos), te sentirás decepcionado. Pero ¿qué dudas son éstas? ¡Tienes que ser miembro del PSE!

Lo peor es que, para seguir con tu petera de ver cómo tu Patxi, que es un sinvergüenza, pacta con HB y sus satélites y hace peor política aún que Ibarretxe (¿Es posible hacerlo peor? -se preguntará el lector atónito- Sí. La Cataluña de la foto es la demostración), te engolfas pidiendo el voto a un montón de otras personas que quizá estaban indecisos, y no sabían si el día de las elecciones no sería mejor pasárselo follando con la parienta. Y eso no tiene perdón.

La jugada que preparáis Zapatero y los tuyos, en el País de vascos y maketos, es la misma que la que ya perpetrasteis en Cataluña. Y mierda conocida huele doble. En tu tierra adoptiva el PSE estuvo a punto de pactar con HB para siempre jamás, al estilo de ERC, a cambio de que ETA dejara las pistolitas. "¡Venga, tontucios, que nos vamos a hinchar!". Como no lo consiguisteis, habéis de ganar estas elecciones y esperar que HB os sirva de bisagra a cambio de cargos y gabelas. Puede que hasta os eche una mano la ETA, con algún atentado de diseño antes del domingo... No sería la primera vez.

En fin, maketócrata, que hasta hace unos años, el pueblo español entendía lo que es la única verdad irrefutable: que la cosa de las autonomías no es asunto suyo; y se abstenía, para desesperación de los sociatas. Sois los propios sociatas los que os habéis inventado las "identidades" maketa y charnega para que los desgraciados inmigrantes españoles, más desubicados que una tetina en el ojete, se integren y voten. Porque, sin la falacia de la identidad maketa, sólo les queda ser españoles. Y eso implica abstenerse hasta que el régimen autonómico se vaya a tomar por saco, junto con los partitócratas capaces de vender a su puta madre con tal de medrar al amparo de los presupuestos del Estado.

¿Lo ves? Toda tu identidad maketa -maketocracia=izquierda falangista disfrazada- no es más que un fraude para engañar votantes poco avisados:

-"Español, con una buena boina y un mínimo "tuning" -como dice tu alter ego Benjamín Grullo-, eres un maketo; pero no como los que pintaba Blasco Ibáñez en "El intruso", españoles, comunistas, libertarios, no... Sino como los que pueden ponernos a nosotros en el machito, para que demostremos que, a los maketos, a vascos no nos gana nadie; igual que, a los charnegos de Montilla, a catalanes no les gana nadie. Y vamos a cantar todos en euskara más que el chocho de la Virgen de Begoña".

Lo que tiene que hacer un español en el País de los Vascos (y las vascas), maketo, es empadronarse en La Rioja o en Andalucía, según su procedencia, y pagar allí sus tributos. Y a los vascos que les den por culo la jesuítica Iglesia Católica, de la que salieron Arzallus, Ibarretxe y Arana, con sus quimeras identitarias, y el capital oligárquico tacaño y provinciano que subyuga esa húmeda tierra. Y los socialistas, a esquilmar a los pocos pobretes que se queden, bajo la amenaza de sus futuros socios, los borrokos.

Y finalmente, maketo, un consejo de un colega con el que has compartido (no sé por qué clase de embolia del Editor) ágora durante un tiempo: toma un buen acero corten como ese que utilizaba vuestro escultor donostiarra amado, Eduardo Chillida, y fórrate el ojete, porque el pueblo os lo va a agrandar más que vosotros el curriculum vitae.

Y para que vayas practicando desde ahora mismo, me despido como acostumbro: ¡Anda y que te den por culo!