Los analistas de la economía, incluso los que presagiaron desde hace años el estallido de la burbuja inmobiliaria -hipotecas basura en EEUU, Reino Unido, Irlanda, Alemania, Bélgica, España y otros países- opinan ahora a remolque de las noticias del día. Carecen de criterio. El pánico, ante una quiebra del sistema capitalista, les hace ser entusiastas acríticos de todo tipo de medida intervencionista del Estado, desde las nacionalizaciones de bancos y aseguradoras -Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Bélgica, por ahora-, hasta la compra masiva de créditos bancarios dañados por morosidad o insolvencia de deudores particulares.
A los gobiernos, partidos de oposición, gran banca de depósito y medios de comunicación, les conviene echar toda la culpa de la crisis financiera a las hipotecas basuras. Es una forma de ocultar o diluir la responsabilidad de los verdaderos agentes inmediatos del desastre. Si el problema estuviera en las hipotecas basura, donde el valor del bien hipotecado, al no cubrir todo el nominal del crédito, causaría la quiebra de la entidad hipotecante -si se contrajera la demanda de viviendas, y éstas dejaran de aumentar su precio-, la solución sería bien sencilla y no perjudicaría a la liquidez inmediata del sistema crediticio. Bastaría que una entidad estatal comprase por su valor de mercado -por ejemplo, 50 % del nominal- los créditos dañados; pusiera la liquidez de ese precio en el circuito financiero; y reclamara luego a los deudores la mitad de sus hipotecas con facilidades de pago.
Pero en los momentos de pánico casi todo el mundo reacciona de la misma manera: “no hay que mirar al pasado, sino todos unidos, como en el 11-S, dar una solución patriótica de futuro” (McCain). ¡Como si fuera posible encontrar alguna solución sin identificar y localizar la causa que ocasionó la catástrofe financiera! Todo remedio que se aplique será vano, incluso a corto plazo, si no se ataca de raíz la causa pasada de la crisis actual.
Pero hay miedo del candidato republicano al pasado de su jefe de campaña, a sueldo de Freddie Mac, una de las entidades crediticias que está en el origen del problema. Miedo de Henry Paulson, puesto de rodillas ante la portavoz del partido demócrata, Nancy Pelosi, para pedirle que no se airee en público que llegó a la Secretaría del Tesoro, desde la presidencia de una de las grandes sociedades causantes de la burbuja financiera. Nadie quiere saber que el factor desequilibrante del mercado crediticio no ha estado tanto en las hipotecas basura (subprime), como en la artificial riqueza monetaria, creada de la noche a la mañana, con la negra especulación, a la baja bursátil, de los fondos de alto riesgo. Una manipulación de las cotizaciones, incomprensible para los inexpertos, pero delictiva.
En artículos y editoriales de este Diario, trataremos de explicar cómo ha sido posible que esos Fondos de Alto Riesgo premiaran a sus ejecutivos con un dos por ciento de la cifra de negocio, más un veinte por ciento de los beneficios. Entre ellos, a Henry Paulson, a quien Bush quiso convertir en dictador, sin ley ni control, como gestor único de 700 mil millones de dólares públicos para salvar a la banca privada de la catástrofe que él mismo contribuyó a causar. Lo decisivo fue que dichos Fondos, por su alta rentabilidad, lograron cautivar ingentes masas de dinero, procedentes de fondos de pensiones, compañías de seguros, bancos de inversión, cajas de ahorro, empresas inmobiliarias, Universidades, Fundaciones, Iglesias, grandes empresas editoras y, cómo no, bancos de depósito. Esas entidades se verían muy afectadas por la quiebra de los Fondos de Alto Riesgo.
Con el pretexto demagógico del peligro de desempleo y de las hipotecas basura, todos los medios, conservadores o progresistas, apoyaron el plan inicial de Bush. Las bolsas suben ante la noticia de cualquier tipo de intervención estatal, y bajan si se retrasa. No confían en su propio mercado bursátil.
Lo que importa destacar ahora es el prejuicio político de los que aprueban o condenan dicho Plan (mejorado en la propuesta que el Congreso ha rechazado) por razones ideológicas, como si existiera una teoría económica de carácter científico, de valor universal y permanente, que no haya sido concebida para cada coyuntura histórica de la economía.
Cuando el capital agrícola dominaba la actividad económica, se fraguó la doctrina de la fisiocracia. Cuando el capital comerciante tomó el relevo, Adam Smith creó la teoría de la libertad de mercado, autorregulado por su mano invisible. Cuando la mano visible del capital industrial imponía las reglas del mercado, Saint Simon inventó la tecnocracia, y Carlos Marx el control del proceso productivo por el Estado. Cuando los ciclos expansivos o depresivos azotaban la economía internacional, Keynes creó las nociones contables de la macroeconomía, para no ahorrar, invertir y endeudarse en tiempos de depresión. Desde que el capital financiero domina al industrial, no hay más política económica que la monetaria y la fiscal. El Plan Bush es monetarista, pues aumenta el capital circulante, y es fiscal, pues también crecería la receta impositiva, si no se emite nueva moneda. Nada tiene esto que ver con el socialismo financiero ni el capitalismo social.
La visión de la crisis financiera es distinta en EEUU y Europa. Allí hay democracia, es decir, separación de poderes. Aquí no. Ocho años de Bush han propiciado la burbuja financiera, la hipotecaria y la actual crisis crediticia. Es normal que el legislativo haya rechazado su Plan de rescate para la oligarquía bancaria. Mientras aquí, Sarkozy lo apoya y pregona la necesidad de refundar el capitalismo sobre bases éticas, partiendo de cero. No quiere saber que no hay capitalismo salvaje, sino ánimo de lucro sin reparos morales, si los gobiernos no ponen límites a su libertad de acción.
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO FORTE
[Diario Español de la República Constitucional]
A los gobiernos, partidos de oposición, gran banca de depósito y medios de comunicación, les conviene echar toda la culpa de la crisis financiera a las hipotecas basuras. Es una forma de ocultar o diluir la responsabilidad de los verdaderos agentes inmediatos del desastre. Si el problema estuviera en las hipotecas basura, donde el valor del bien hipotecado, al no cubrir todo el nominal del crédito, causaría la quiebra de la entidad hipotecante -si se contrajera la demanda de viviendas, y éstas dejaran de aumentar su precio-, la solución sería bien sencilla y no perjudicaría a la liquidez inmediata del sistema crediticio. Bastaría que una entidad estatal comprase por su valor de mercado -por ejemplo, 50 % del nominal- los créditos dañados; pusiera la liquidez de ese precio en el circuito financiero; y reclamara luego a los deudores la mitad de sus hipotecas con facilidades de pago.
Pero en los momentos de pánico casi todo el mundo reacciona de la misma manera: “no hay que mirar al pasado, sino todos unidos, como en el 11-S, dar una solución patriótica de futuro” (McCain). ¡Como si fuera posible encontrar alguna solución sin identificar y localizar la causa que ocasionó la catástrofe financiera! Todo remedio que se aplique será vano, incluso a corto plazo, si no se ataca de raíz la causa pasada de la crisis actual.
Pero hay miedo del candidato republicano al pasado de su jefe de campaña, a sueldo de Freddie Mac, una de las entidades crediticias que está en el origen del problema. Miedo de Henry Paulson, puesto de rodillas ante la portavoz del partido demócrata, Nancy Pelosi, para pedirle que no se airee en público que llegó a la Secretaría del Tesoro, desde la presidencia de una de las grandes sociedades causantes de la burbuja financiera. Nadie quiere saber que el factor desequilibrante del mercado crediticio no ha estado tanto en las hipotecas basura (subprime), como en la artificial riqueza monetaria, creada de la noche a la mañana, con la negra especulación, a la baja bursátil, de los fondos de alto riesgo. Una manipulación de las cotizaciones, incomprensible para los inexpertos, pero delictiva.
En artículos y editoriales de este Diario, trataremos de explicar cómo ha sido posible que esos Fondos de Alto Riesgo premiaran a sus ejecutivos con un dos por ciento de la cifra de negocio, más un veinte por ciento de los beneficios. Entre ellos, a Henry Paulson, a quien Bush quiso convertir en dictador, sin ley ni control, como gestor único de 700 mil millones de dólares públicos para salvar a la banca privada de la catástrofe que él mismo contribuyó a causar. Lo decisivo fue que dichos Fondos, por su alta rentabilidad, lograron cautivar ingentes masas de dinero, procedentes de fondos de pensiones, compañías de seguros, bancos de inversión, cajas de ahorro, empresas inmobiliarias, Universidades, Fundaciones, Iglesias, grandes empresas editoras y, cómo no, bancos de depósito. Esas entidades se verían muy afectadas por la quiebra de los Fondos de Alto Riesgo.
Con el pretexto demagógico del peligro de desempleo y de las hipotecas basura, todos los medios, conservadores o progresistas, apoyaron el plan inicial de Bush. Las bolsas suben ante la noticia de cualquier tipo de intervención estatal, y bajan si se retrasa. No confían en su propio mercado bursátil.
Lo que importa destacar ahora es el prejuicio político de los que aprueban o condenan dicho Plan (mejorado en la propuesta que el Congreso ha rechazado) por razones ideológicas, como si existiera una teoría económica de carácter científico, de valor universal y permanente, que no haya sido concebida para cada coyuntura histórica de la economía.
Cuando el capital agrícola dominaba la actividad económica, se fraguó la doctrina de la fisiocracia. Cuando el capital comerciante tomó el relevo, Adam Smith creó la teoría de la libertad de mercado, autorregulado por su mano invisible. Cuando la mano visible del capital industrial imponía las reglas del mercado, Saint Simon inventó la tecnocracia, y Carlos Marx el control del proceso productivo por el Estado. Cuando los ciclos expansivos o depresivos azotaban la economía internacional, Keynes creó las nociones contables de la macroeconomía, para no ahorrar, invertir y endeudarse en tiempos de depresión. Desde que el capital financiero domina al industrial, no hay más política económica que la monetaria y la fiscal. El Plan Bush es monetarista, pues aumenta el capital circulante, y es fiscal, pues también crecería la receta impositiva, si no se emite nueva moneda. Nada tiene esto que ver con el socialismo financiero ni el capitalismo social.
La visión de la crisis financiera es distinta en EEUU y Europa. Allí hay democracia, es decir, separación de poderes. Aquí no. Ocho años de Bush han propiciado la burbuja financiera, la hipotecaria y la actual crisis crediticia. Es normal que el legislativo haya rechazado su Plan de rescate para la oligarquía bancaria. Mientras aquí, Sarkozy lo apoya y pregona la necesidad de refundar el capitalismo sobre bases éticas, partiendo de cero. No quiere saber que no hay capitalismo salvaje, sino ánimo de lucro sin reparos morales, si los gobiernos no ponen límites a su libertad de acción.
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO FORTE
[Diario Español de la República Constitucional]
8 COMENTARIOS:
Pues menos mal que allí hay democracia y aquí no. Lo que dice de recomprar las hipotecas a los fallidos es esperpéntico, aunque tiene razón en lo de no comprar los bonos tóxicos. Por lo demás escribe muy bien García-Trevijano.
En EEUU hay democracia, porque hay sufragio e independencia efectiva de poderes. Por eso lo dice Trevijano.
Otra cosa es su calidad: el capitalismo (digo más: la banca privada) controla los partidos, exactamente igual que aquí:con dinero financiero.
No obstante, los mecanismos de la República Constitucional son infinitamente más garantes de los derechos políticos que los de la democracia norteamericana. Aún así, lo de EEUU es lo más parecido que hay en el mundo a una democracia, seguido de lo de Francia.
Sostengo que, sin barrer antes la Banca privada del planeta Tierra, es dudosísimo que puedan ejercerse los derechos políticos individuales de manera efectiva.
Pero daría lo que fuera por ver la III República Constitucional Española, aunque Botín, González, Fainé, Ron, Blesa o March siguieran en sus cargos. Pero ellos no la tolerarán... Financiarán toda clase de fuerzas contrarrevolucionarias para reprimirla.
Salud.
Cualquier entidad debe mantener unos ratios de capital mínimos para garantizar su solvencia. Si éstos caen en picado, sea por una mala gestión o por la retirada de confianza de sus clientes, pasaría a estar en situación de quiebra al no poder soportar sus resultados las pérdidas acumuladas. Es lo que le sucedió a Lehman, cuarto banco de inversión de EE UU. La entidad se vio salpicada por su elevada exposición a los productos subprime y generó un agujero en sus cuentas. Se desplomó por el precipicio en cuestión de días, ya que al tratarse de un banco de inversión no contaba con depósitos con los que compensar las dificultades para obtener financiación en unos mercados de capitales cerrados a cal y canto. Cuando presentó su suspensión de pagos, Lehman declaró una deuda de 613.000 millones de euros. En España, la más reciente es la de Banesto, intervenido en 1993 por el Banco de España. En este caso, el causante del deterioro de su solvencia fue el crecimiento del crédito sin control, unido a las operaciones fraudulentas de algunos de sus gestores, lo que le condujo a consumir todo su capital y reservas y le colocó en una situación de insolvencia patrimonial.
Pero no es necesario para que un banco quiebre que incurra en pérdidas. Basta con un rumor. No hay más que recordar la estampida de depositantes que se produjo en Northern. Esta retirada de fondos puede originar también una bancarrota en cuestión de horas, ya que al agolparse los reembolsos la entidad no podría hacer frente al pago de sus compromisos. En otros casos, como Fortis, el desplome de su cotización derivó en la rápida intervención de los Gobiernos, que acudieron en su rescate, para evitar males mayores.
Jodr, lo de Paulson es de juzgado: un ex-dirigente de Freddie Mac a cargo de los 700.000 millones de dólares? Este Bush ha tomado a todos los norteamericanos por tontos... ¿Acertará?
En el caso de Banesto, eso del agujero es pura filfa, una estafa.Mr. Botín se quedo GRATIS con el banco que en ese momento estaba sanísimo, no sólo eso, sino que con dinero de todos los españolitos, se le financió al pasiego los 300 mil millones que no tuvo que poner de su bolsillo.La mayor estafa de la
"democracia". El que lo dude, que se lea las memorias de Rafael Pérez Escolar , abogado del banco durante muchísimos años. No hay más que ver que los intervinientes por el Banco de España, Rafael Sanz y cia. , estan hoy incorporados con multimillonarias prebendas en los consejos del grupo Santander.Esto lo digo en plan cualitativo,porque en plan cuantitativo,pruebas de lo que digo, hay miles.
Aquí hubo un banquero (cuyo apellido rima con calcetín), muy celebrado por los Gobiernos de uno y otro signo, que se hizo de golpe con otro gran banco, en realidad con dos, a base de atizar a sus dos primeros ejecutivos 56 y 108 millones de euros, algo así como 27.000 millones de las antiguas pesetas, y fueron contados los españoles que mostraron alguna señal de escándalo. Con los CEO de marras, caraduras y trincones, arden hoy en la hoguera de la incuria intelectual de tantos españoles los teóricos del liberalismo clásico.
Qué grande Trevijano, pero cada día tengo mayor sensación de que su trabajo ya está completo.Ya aporta poco.
Aporta solvencia intelectual, conocimiento de la Transición de primera mano y ochenta años de activismo político... ¿Alguien da más?
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