Don Juan Carlos I es nombrado por Franco sucesor en la Jefatura del Estado. No hay, tras la muerte del dictador, proceso constituyente. El pueblo español no tiene la oportunidad de elegir libremente la forma de Estado, la forma de gobierno y el modo de nombrar, controlar y deponer a sus gobernantes. El referéndum sobre la Ley de reforma Política de 1976, las elecciones legislativas de 1977 y el referéndum sobre la Constitución de 1978 son mojones en un camino que va de una dictadura a una supuesta democracia sin romper con la legalidad franquista. Bajo la atenta, interesada y condescendiente mirada del monarca, el régimen de partido único se transforma en un régimen de varios partidos, no se sabe si por miedo —la cobardía corrompe cualquier acción política—, por ineptitud —la ignorancia desvirtúa cualquier acción de gobierno— o por mero oportunismo —la razón de Estado es el veneno más poderoso contra la libertad—.
Durante la Transición, el nuevo Jefe de Estado es muy consciente de lo que Suárez está negociando con la oposición: un parlamentarismo donde no hay separación de poderes —el Legislativo elige, con mandato imperativo de los jefes de partido, al Ejecutivo—, un poder Judicial cuyos máximos órganos son pactados por los principales partidos políticos —esto es así desde el 78, no ha habido proceso de corrupción de una forma pura inicial; el sistema es corrupto desde el principio—, un sistema electoral proporcional que prima el voto nacionalista y dificulta o niega la representación de los electores, una administración que arriesga la unidad territorial de España y que instaura burocracia y corrupción a partes iguales, una financiación pública de los partidos políticos que los convierte en órganos estatales.
Porque la figura del Rey es inseparable de la actual partidocracia, porque su presencia, su estatus han surgido casi al mismo tiempo que el régimen al que representan, porque, en defintiva, el Rey es el régimen y cualquier avance democrático supondría una inaceptable pérdida de privilegios, no se puede concebir ninguna reforma política que lo deje al margen.
AQUILES
Durante la Transición, el nuevo Jefe de Estado es muy consciente de lo que Suárez está negociando con la oposición: un parlamentarismo donde no hay separación de poderes —el Legislativo elige, con mandato imperativo de los jefes de partido, al Ejecutivo—, un poder Judicial cuyos máximos órganos son pactados por los principales partidos políticos —esto es así desde el 78, no ha habido proceso de corrupción de una forma pura inicial; el sistema es corrupto desde el principio—, un sistema electoral proporcional que prima el voto nacionalista y dificulta o niega la representación de los electores, una administración que arriesga la unidad territorial de España y que instaura burocracia y corrupción a partes iguales, una financiación pública de los partidos políticos que los convierte en órganos estatales.
Porque la figura del Rey es inseparable de la actual partidocracia, porque su presencia, su estatus han surgido casi al mismo tiempo que el régimen al que representan, porque, en defintiva, el Rey es el régimen y cualquier avance democrático supondría una inaceptable pérdida de privilegios, no se puede concebir ninguna reforma política que lo deje al margen.
AQUILES
12 COMENTARIOS:
Ni puede haber ninguna reforma constitucional digna sin deponerlo.
¡Menuda prosa, amiguete! Aquiles, siempre dispuesto para la lucha, héroe de la famosísima Guerra de Troya, hijo de Peleo y de la ninfa Tetis, matador de Héctor y de Memnón, ser invulnerable por inmersión en la Laguna Estigia. ¡Ojalá jamás Apolo se atreva a dirigir el arco de ningún Paris para que acierte en tu talón! En todo caso, Aquiles, amigo, cómprate unas buenas botas con refuerzo de Kevlar... Un abrazo.
Este régimen juancarlero,
de la transición parido,
mi alma en un vilo
de pepiños y zapateros.
Flor en el estercolero
casi todo manido
todo casi olvido
psoe, febrero, cuartelero.
Monarca dicharachero,
alegre, locuaz,
petrolero.
Menarquía quiero
sangre, libertad,
cielo.
(XXXVII Soneto, Atríncamelo con esmero, quiero. López Garrulo)
Totalmente de acuerdo con el artículo.
Que si, que esta monarquía y la partitocrácia que manda son como las caras de Jano de la no-democrácia en España.De calidad la reflexión de Aquiles, pero jolín, cada vez que se abre Acratas el careto de arriba...(de acuerdo, hay cierta frivolidad en este comentario)
Que si, que esta monarquía y la partitocrácia que manda son como las caras de Jano de la no-democrácia en España.De calidad la reflexión de Aquiles, pero jolín, cada vez que se abre Acratas el careto de arriba...(de acuerdo, hay cierta frivolidad en este comentario)
Parcialmente de acuerdo con el articulo: creo que no es cierto que la ley electoral premie a los nacionalistas. Premia a los grandes partidos, PSOE y PP. Aparte de los numeros que lo demuestran, una buena prueba de ello es que ninguno de los dos la quieren cambiar.
Lo que no consigo entender (en realidad si, pero el motivo da asco), es por que demonios IU no reclama con mas impetu un cambio.
perdon, ninguno de los dos la quiere cambiar.
Razón total la de Pablo. En efecto, la Ley Electoral premia a los grandes partidos, se comportaequitativamente con los nacionalistas y destroza a los prtidos minoritarios de ámbito nacional. La dispersión del voto hace que el acta de diputada de Rosa Díez, y peor aún, la de los diputados de Izquierda Unida, cueste diez veces más que la de un psoico o un pepero del montón enlistado.
La única solución: la desaparición absoluta de las listas merced a las circunscripciones unipersonales, de unos 75.000 votantes, con elección de un solo diputado.
Saludos.
Todo lo que tu quieras pero gracias a Don Juan Carlos no hemos estado inmersos en otra cruenta batalla como la del 36. Creo que es al unico que le erspetan la gran mayoría de los españoles.
Aunque algunos ahora removiendo la MIERDA DE LA MEMORIA HISTORICA pretendan reverdecer laureles.
Con todos mis respectos lo unico que puedo añadir es un VIVA ESPAÑA!!! y VIVA EL REY!!!!
Lo que pasó en el 36 no es consecuencia "del modo de ser de los españoles"; y que, por lo tanto, podría repetirse en cualquier momento (por ejemplo, a la muerte del tirano, en 1975). Nada más falso ni más tergiversado por los periodistas de salón, a sueldo del Régimen Postfranquista.
Lo que pasó en el 36 es único, irrepetible, una consecuencia de circunstancias históricas y coyunturales: del enfrentamiento de ideologías extremistas antiburguesas en Europa, comunismo y fascismo-nacionalsocialismo, cuyo campo de batalla experimental fue España (con apoyo material y humano a ambos bandos).
Su error, señor (espero que no intencionado), es muy común hoy en dia, al sesgo de "los nuevos historiadores" del tipo del falsario Pío Moa, que medran al amparo de la Conferencia Episcopal, de la COPE; y también del otro bando de falsificadores que pretenden servirles de contrapunto: del Grupo PRISA y de su cohorte de mafiosos.
El fraude histórico, está claro leyéndole a usted, les funciona de maravilla.
Saludos.
La verdad es que nunca España habia crecido tanto como con esta democracia monárquica. El crecimiento de España ha sido espectacular en estos años. Yo nací en el 76 recien muerto Franco y la democracia echando a andar y mis abuelos viven mejor hoy que entonces y casi todo el mundo de la edad de mis abuelos. Se pueden criticar ciertas cosas pero España tiene el problema de los sinverguenzas socialistas, eso sobre todo, cada vez que los socialistas cojen el gobierno arruinan España. Pero no es culpa del rey ni de la democracia, es la culpa de los socialistas, y mas vale no pensar en ello y vivir a tope porque nos deprimimos de pensar en la ruina socialista.
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