Las pensiones, amiguetes, no están aseguradas, digan lo que digan los payasos del poder. Curiosamente, el tema de las pensiones, que ocupaba un puesto de honor en todas las campañas electorales, se encuentra casi ausente de la actual, a pesar de ser la más larga que hemos conocido, y en la que se han hecho todo tipo de ofertas hasta confundirse con una subasta. Parece que han pasado ya los tiempos en que los dos grandes partidos del Estado, PP y PSOE, se acusaban mutuamente de pretender eliminar las pensiones.
Ahora, por el contrario, los dos pugnan por autoproclamarse garantes del sistema, creando o incrementando el fondo de reserva, en el argot, la hucha de las pensiones. El Gobierno acaba de aprobar una aportación adicional de yo no sé cuantos miles de millones que desde luego no tranquiliza a nadie.
Tanto el Gobierno del PP que lo creó, como ahora el Gobierno del PSOE que dice lo está incrementando, presentan el fondo de reserva como garantía del sistema público y de que en el futuro podrán seguir pagándose las pensiones. Pero tal planteamiento es en extremo arriesgado. El fondo de reserva, después de tanto bombo y platillos, no llega ni siquiera al 5% del PIB y, desde luego, sería totalmente insuficiente en caso de verdaderas dificultades.
Si, si, pero, paradójicamente, el mayor peligro que se cierne sobre el sistema público de pensiones no proviene de ninguna evolución demográfica, como se dice habitualmente, sino del propio Pacto de Toledo y del esquema en él diseñado, teóricamente con la finalidad de fortalecer el sistema, pero que en la práctica lo debilita, porque en lugar de ligar las pensiones, igual que el resto de prestaciones y servicios públicos, a la totalidad de ingresos del Estado, lo hace de forma exclusiva a las cotizaciones.
La mayoría de los análisis, ¿catastrofistas?, parten de este supuesto, y solo bajo esta hipótesis tiene sentido acudir a la evolución demográfica, a la relación activos –pasivos y a otras variables similares. Cuando se niega la separación de fuentes de financiación y se mantiene que debe ser el Estado con todos sus ingresos el que garantice (igual que se garantiza el pago de la deuda) el cobro de las pensiones, desaparece el problema, porque el acento se traslada de considerar exclusivamente el número e ingresos de los trabajadores a tener en cuenta toda la renta nacional, incluyendo por supuesto las rentas de capital y los beneficios empresariales, así como los gravámenes que el Estado debe girar sobre ellos.
Desde esta óptica, el Sistema Público de Pensiones no puede quebrar porque el Estado nunca quiebra, a no ser que se hunda la economía nacional, en cuyo caso no solo serían los jubilados los que se encontrarían en una situación crítica, sino todos los ciudadanos( ¿ acaso no es este el momento adecuado?). Cuando la renta per cápita casi se ha multiplicado por dos en los últimos treinta años y cuando es de esperar que siga creciendo en el futuro de forma parecida, no tiene sentido, sean cuales sean el empleo y la evolución de la población, dudar de la viabilidad de las pensiones.
Es más, el Estado tiene margen no solo para mantener el poder adquisitivo de ellas, sino también para que se incrementen (y no únicamente las mínimas) por encima del porcentaje de aumento del coste de la vida, participando así del crecimiento económico.
La posible vulnerabilidad del sistema público es pretender financiarlo exclusivamente con cotizaciones sociales, porque en una situación de dificultad grave poco podría hacer ese fondo de reserva. El fondo de reserva obedece solo a una ficción que puede ser extremadamente peligrosa en otra coyuntura, la de que la Seguridad Social es algo distinto del Estado. Si rompemos el engaño, la Seguridad Social no tendrá superávit y, por ende, fondo de reserva, pero por la misma razón se garantiza que tampoco tendrá nunca déficit dado que detrás de ella se encuentra el Estado.
El superávit o el déficit será conjunto de todas las Administraciones públicas. A nadie se le ocurre poner en duda que los tenedores de deuda pública vayan a cobrar lo que les corresponde.
La separación de fuentes presenta otro riesgo y es que en tiempos de relativa bonanza, al constituirse el fondo de reserva, los empresarios y asociaciones profesionales presionen para que se reduzcan las cotizaciones. No hace mucho que las Cámaras de Comercio –y eso que las preside un socialista– se han pronunciado varias veces en este sentido.
Debemos exigir que sea el Estado el garante de nuestras pensiones, en este apalancamiento se encuentra la verdadera hucha. Ahora bien, esta comienza a resquebrajarse con las reformas impositivas pasadas y con las anunciadas para el futuro. Si la capacidad recaudatoria de nuestro sistema fiscal se deteriora y se exime de imposición a las rentas de capital y a las empresariales, difícil va a ser no solo sostener las pensiones sino todo nuestro precario Estado de bienestar.
Por otro lado, se dan otras posturas, ya que para otra parte de los entendidos en la materia, la Seguridad Social está ya, en estos momentos, en quiebra, porque las pensiones,al seguir el mismo esquema que cualquier estafa piramidal, el dinero que aportan los nuevos entrantes se utiliza para pagar a los que salen. Si deja de entrar suficiente gente al sistema no hay dinero con que pagar a los que salen, ya que el dinero que estos aportaron en su día no está invertido en nada, se utilizó para pagar a los que salían del sistema en ese momento.
Se dice que la Seguridad Social está en quiebra por dos motivos:
1. Por que la rentabilidad que ofrece es extremadamente baja : Esto es consecuencia de la naturaleza piramidal del sistema. Al no estar invertido el dinero en ningún activo que produzca una rentabilidad aceptable el Estado se limita a repartir el dinero existente en cada momento. Como referencia hay que indicar que una persona que cobre 1.000 euros brutos al mes está aportando a la Seguridad Social unos 300 euros al mes, sumando lo que aporta él directamente y lo que aporta su empresa por él. Si el dinero entregado a la Seguridad Social se hubiese aportado a planes privados la pensión media sería significativamente más alta.
2. Porque resulta curioso que las normas que establecen son normas absurdas , que ha conseguido que se acepten como algo normal, para negarse a pagar la pensión a una parte de los ciudadanos a los que ha obligado a aportar dinero préviamente. Algunas de estas normas absurdas son:
- Si no se ha cotizado durante 15 años no se puede cobrar pensión: Pero es obligatorio aportar dinero al sistema piramidal durante esos años. Además, ¿por qué 15 años y no 12 ó 27?. No hay ninguna razón seria para establecer la cifra en 15, es simplemente un parche para que el sistema vaya tirando sin reconocer que ya ha quebrado. A efectos prácticos la Seguridad Social ya ha quebrado para todos aquellos que hayan cotizado menos de 15 años .
- Las viudas cobran menos de la mitad de la pensión que le correspondía al marido: ¿Por qué? , ¿qué sentido tiene esto?.
- Los herederos no reciben nada : Supongamos un matrimonio que ha contribuido, ambos, a la Seguridad Social durante 40 años. Se jubilan y desgraciadamente fallecen los 2 a los 65 años y pocos meses (o a los 64 años). Los hijos no recibirían absolutamente nada por los 40 años de cotizaciones aportadas por sus padres a la Seguridad Social.
- Varía a su libre albedrio la fórmula para calcular la pensión incial : Tiene en cuenta los últimos X años, pero en cualquier momento lo cambia, y puede dar más peso a unos años que a otros según le parezca, etc. En el momento de empezar a cobrarte cuando empiezas a trabajar no tienes ni idea de qué fórmula se va a utilizar para calcular tu pensión el día que te jubiles.
Según esta postura, todas estas normas tienen el mismo objetivo; no reconocer que el sistema ya ha quebrado . Por ello se van haciendo “quiebras parciales” (negando la pensión a los que hayan cotizado menos de 15 años, recortándosela de forma arbitraria y caprichosa a las viudas, quitándosela a los herederos, etc.) con idea de retrasar la quiebra total y que sean otros gobernantes los que tengan que hacer frente al problema. Mientras sigamos con el mismo sistema estas quiebras parciales continuarán aumentando; recalculando la pensión de los nuevos pensionistas para que empiecen cada vez desde niveles más bajos, negándole la pensión a los que hayan cotizado menos de 17 ó 23 años (por ejemplo), etc.
En fin, que cada perrillo se lama su cipotillo y a quien dios se la de la pedro se la bendiga. La pregunta es : ¿escribirás un libro contando las vicisitudes despues de tu jubilación?, ¿de cómo sobreviviste a la estafa a la que contribuiste durante toda tu vida laboral?, ¿ nos lo diras ?,¿en serio?, ¿sí? OK.
Ahora, por el contrario, los dos pugnan por autoproclamarse garantes del sistema, creando o incrementando el fondo de reserva, en el argot, la hucha de las pensiones. El Gobierno acaba de aprobar una aportación adicional de yo no sé cuantos miles de millones que desde luego no tranquiliza a nadie.
Tanto el Gobierno del PP que lo creó, como ahora el Gobierno del PSOE que dice lo está incrementando, presentan el fondo de reserva como garantía del sistema público y de que en el futuro podrán seguir pagándose las pensiones. Pero tal planteamiento es en extremo arriesgado. El fondo de reserva, después de tanto bombo y platillos, no llega ni siquiera al 5% del PIB y, desde luego, sería totalmente insuficiente en caso de verdaderas dificultades.
Si, si, pero, paradójicamente, el mayor peligro que se cierne sobre el sistema público de pensiones no proviene de ninguna evolución demográfica, como se dice habitualmente, sino del propio Pacto de Toledo y del esquema en él diseñado, teóricamente con la finalidad de fortalecer el sistema, pero que en la práctica lo debilita, porque en lugar de ligar las pensiones, igual que el resto de prestaciones y servicios públicos, a la totalidad de ingresos del Estado, lo hace de forma exclusiva a las cotizaciones.
La mayoría de los análisis, ¿catastrofistas?, parten de este supuesto, y solo bajo esta hipótesis tiene sentido acudir a la evolución demográfica, a la relación activos –pasivos y a otras variables similares. Cuando se niega la separación de fuentes de financiación y se mantiene que debe ser el Estado con todos sus ingresos el que garantice (igual que se garantiza el pago de la deuda) el cobro de las pensiones, desaparece el problema, porque el acento se traslada de considerar exclusivamente el número e ingresos de los trabajadores a tener en cuenta toda la renta nacional, incluyendo por supuesto las rentas de capital y los beneficios empresariales, así como los gravámenes que el Estado debe girar sobre ellos.
Desde esta óptica, el Sistema Público de Pensiones no puede quebrar porque el Estado nunca quiebra, a no ser que se hunda la economía nacional, en cuyo caso no solo serían los jubilados los que se encontrarían en una situación crítica, sino todos los ciudadanos( ¿ acaso no es este el momento adecuado?). Cuando la renta per cápita casi se ha multiplicado por dos en los últimos treinta años y cuando es de esperar que siga creciendo en el futuro de forma parecida, no tiene sentido, sean cuales sean el empleo y la evolución de la población, dudar de la viabilidad de las pensiones.
Es más, el Estado tiene margen no solo para mantener el poder adquisitivo de ellas, sino también para que se incrementen (y no únicamente las mínimas) por encima del porcentaje de aumento del coste de la vida, participando así del crecimiento económico.
La posible vulnerabilidad del sistema público es pretender financiarlo exclusivamente con cotizaciones sociales, porque en una situación de dificultad grave poco podría hacer ese fondo de reserva. El fondo de reserva obedece solo a una ficción que puede ser extremadamente peligrosa en otra coyuntura, la de que la Seguridad Social es algo distinto del Estado. Si rompemos el engaño, la Seguridad Social no tendrá superávit y, por ende, fondo de reserva, pero por la misma razón se garantiza que tampoco tendrá nunca déficit dado que detrás de ella se encuentra el Estado.
El superávit o el déficit será conjunto de todas las Administraciones públicas. A nadie se le ocurre poner en duda que los tenedores de deuda pública vayan a cobrar lo que les corresponde.
La separación de fuentes presenta otro riesgo y es que en tiempos de relativa bonanza, al constituirse el fondo de reserva, los empresarios y asociaciones profesionales presionen para que se reduzcan las cotizaciones. No hace mucho que las Cámaras de Comercio –y eso que las preside un socialista– se han pronunciado varias veces en este sentido.
Debemos exigir que sea el Estado el garante de nuestras pensiones, en este apalancamiento se encuentra la verdadera hucha. Ahora bien, esta comienza a resquebrajarse con las reformas impositivas pasadas y con las anunciadas para el futuro. Si la capacidad recaudatoria de nuestro sistema fiscal se deteriora y se exime de imposición a las rentas de capital y a las empresariales, difícil va a ser no solo sostener las pensiones sino todo nuestro precario Estado de bienestar.
Por otro lado, se dan otras posturas, ya que para otra parte de los entendidos en la materia, la Seguridad Social está ya, en estos momentos, en quiebra, porque las pensiones,al seguir el mismo esquema que cualquier estafa piramidal, el dinero que aportan los nuevos entrantes se utiliza para pagar a los que salen. Si deja de entrar suficiente gente al sistema no hay dinero con que pagar a los que salen, ya que el dinero que estos aportaron en su día no está invertido en nada, se utilizó para pagar a los que salían del sistema en ese momento.
Se dice que la Seguridad Social está en quiebra por dos motivos:
1. Por que la rentabilidad que ofrece es extremadamente baja : Esto es consecuencia de la naturaleza piramidal del sistema. Al no estar invertido el dinero en ningún activo que produzca una rentabilidad aceptable el Estado se limita a repartir el dinero existente en cada momento. Como referencia hay que indicar que una persona que cobre 1.000 euros brutos al mes está aportando a la Seguridad Social unos 300 euros al mes, sumando lo que aporta él directamente y lo que aporta su empresa por él. Si el dinero entregado a la Seguridad Social se hubiese aportado a planes privados la pensión media sería significativamente más alta.
2. Porque resulta curioso que las normas que establecen son normas absurdas , que ha conseguido que se acepten como algo normal, para negarse a pagar la pensión a una parte de los ciudadanos a los que ha obligado a aportar dinero préviamente. Algunas de estas normas absurdas son:
- Si no se ha cotizado durante 15 años no se puede cobrar pensión: Pero es obligatorio aportar dinero al sistema piramidal durante esos años. Además, ¿por qué 15 años y no 12 ó 27?. No hay ninguna razón seria para establecer la cifra en 15, es simplemente un parche para que el sistema vaya tirando sin reconocer que ya ha quebrado. A efectos prácticos la Seguridad Social ya ha quebrado para todos aquellos que hayan cotizado menos de 15 años .
- Las viudas cobran menos de la mitad de la pensión que le correspondía al marido: ¿Por qué? , ¿qué sentido tiene esto?.
- Los herederos no reciben nada : Supongamos un matrimonio que ha contribuido, ambos, a la Seguridad Social durante 40 años. Se jubilan y desgraciadamente fallecen los 2 a los 65 años y pocos meses (o a los 64 años). Los hijos no recibirían absolutamente nada por los 40 años de cotizaciones aportadas por sus padres a la Seguridad Social.
- Varía a su libre albedrio la fórmula para calcular la pensión incial : Tiene en cuenta los últimos X años, pero en cualquier momento lo cambia, y puede dar más peso a unos años que a otros según le parezca, etc. En el momento de empezar a cobrarte cuando empiezas a trabajar no tienes ni idea de qué fórmula se va a utilizar para calcular tu pensión el día que te jubiles.
Según esta postura, todas estas normas tienen el mismo objetivo; no reconocer que el sistema ya ha quebrado . Por ello se van haciendo “quiebras parciales” (negando la pensión a los que hayan cotizado menos de 15 años, recortándosela de forma arbitraria y caprichosa a las viudas, quitándosela a los herederos, etc.) con idea de retrasar la quiebra total y que sean otros gobernantes los que tengan que hacer frente al problema. Mientras sigamos con el mismo sistema estas quiebras parciales continuarán aumentando; recalculando la pensión de los nuevos pensionistas para que empiecen cada vez desde niveles más bajos, negándole la pensión a los que hayan cotizado menos de 17 ó 23 años (por ejemplo), etc.
En fin, que cada perrillo se lama su cipotillo y a quien dios se la de la pedro se la bendiga. La pregunta es : ¿escribirás un libro contando las vicisitudes despues de tu jubilación?, ¿de cómo sobreviviste a la estafa a la que contribuiste durante toda tu vida laboral?, ¿ nos lo diras ?,¿en serio?, ¿sí? OK.
2 COMENTARIOS:
Genial artículo, por su claridad y lógica, seguid así, por favor.
Saludos.
Soy viudo jubilado. El 40 % de mi pensi�n lo perder�a a gusto por pasear en vida por las ruinas del Sistema de los albaceas del franquismo.
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