Amparándonos en el derecho de cita, reproducimos el magnífico artículo publicado el lunes, 14 de abril de 2008 en el diario digital Debate21, por Joan Valls en su sección "SEMILLAS DE SONRISAS".
El seguro del 11M
El 11M ha sido uno de los grandes golpes de estado postmodernos y colonialistas. Diseñado a partir del final, en una regresión milimétrica, casi obsesiva, basa su éxito en los compartimentos estancos, en estrategias de inteligencia y en la implicación final de todos los estamentos en una ley del silencio en aras de la estabilidad europea.
Una operación de este calibre, que supondría el mayor atentado de la historia reciente de Europa, debía tejer un seguro previo a cualquier paso, porque, si algún fallo llevaba al esclarecimiento de los hechos o incluso se descubría el complot antes de que se ejecutara, las consecuencias podrían ser catastróficas para la estabilidad de Occidente. El seguro del 11M, en consecuencia, sólo podía ser una inmunidad total para sus cerebros, tanto si la matanza se llevaba a cabo como si no prosperaba.
Las dos últimas décadas han sido testigos de un enfrentamiento de ámbito mundial entre la anglofonía y la francofonía. Oriente Medio y la francofonía africana han escenificado, en múltiples conflictos y a través de tramas superpuestas, una lucha por el dominio de zonas estratégicas. La operación Noirot es un buen ejemplo de ello. Cuando, de la mano de José María Aznar, España abandonó su sumisión al eje franco-alemán y a Marruecos y se unió a las potencias ganadoras con una nueva política atlantista, se estaba creando poderosos enemigos. Quizá Aznar asumió que habría lágrimas en ese camino de liberación nacional, pero no tuvo en cuenta la mentalidad entreguista y perdedora de buena parte de la ciudadanía, ni, por supuesto, la condición misma de España como peón sacrificable ante objetivos mucho mayores por parte de sus nuevos aliados. Por desgracia para nuestra nación, los carniceros del 11M sí supieron anticiparse al imaginario español y los aprendices locales de aquella lección, también. Probablemente la misma noche del 11M, Aznar, Rajoy y Acebes ya sabían que la aventura atlantista de España había llegado a su fin y asumieron llevar a cabo la transición de vuelta al redil del estercolero franco-alemán con la mayor dignidad posible.
¿Cuál era, entonces, el gran seguro del 11M? La lógica indica que, si por una remota casualidad, la verdad última del 11M corría el riesgo de desvelarse, se pactaría con el hasta entonces padrino de Aznar la asunción del nuevo status quo de Irak y de la gran Uganda a cambio de conservar el corral europeo quietecito, salvo Kosovo, por supuesto. Por eso, Aznar sólo pudo hablar de desiegtos segcanos, las instituciones españolas han hecho como que hacían y Rodríguez simplemente trasladó las tropas de Irak a Afganistán. Cosas de la colonia.
Joan Valls
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