Ante el repetido fracaso electoral del PP, la Sra. Aguirre quiere debatir sobre el “liberalismo social”, en el congreso que ha de elegir al Presidente de su partido, como si esta contradictoria idea fuera alternativa de centro al fundamentalismo de Aznar y Rajoy. “El Mundo” y la COPE apoyan este ardid conceptual como pretexto ideológico que abra la lucha por el poder en el seno del PP, mediante elecciones primarias.
Pero el debate sobre ideas no cabe en los Estados de Partidos. Éstos no admiten que haya ideas políticas por debatir. A ningún grupo de la clase dominante le interesa la justificación moral de los gobiernos. La ideología del poder, la del éxito social a cualquier precio, está sostenida por todos los partidos y medios de comunicación. Las ideologías del saber intelectual, o las del querer social, se han diluido en la bastarda transacción, sobre principios y valores, realizada con el consenso político en que se basa esta Monarquía neofranquista de todos los partidos estatales.
Las anteriores concepciones del mundo traducían ideas y creencias en prácticas de gobierno. Pese a la evidencia de su fracaso, que condujo a la guerra mundial, no fueron sustituidas por una teoría rigurosa de la democracia formal. Las ideologías, con partes de verdad y de ilusión, fueron reemplazadas por un consenso oligárquico que, eludiendo la verdad parcial de aquéllas, hizo de sus ilusiones un engaño total. La propaganda mediática deviene el solo soporte del poder. Las frases hechas sustituyen al discurso. El eslogan político de cada facción presupone el consenso entre partidos adversarios.
Por eso, el “liberalismo social” de Aguirre, y compañía mediática, indica la convergencia con el “socialismo liberal” de Zapatero -exportado a la Declaración de Principios que votará el Partido socialista francés en su convención del próximo 14 de junio- y con el “comunismo liberal” que pretende refundar la extinta IU. Se trata del pensamiento único de la socialdemocracia estatal, perfumado con los rancios aromas del liberalismo social de Thomas H. Green (1836-1882), y con los del socialismo liberal del gran filósofo J. Dewey (1859-1952). Es el pensamiento débil y anacrónico de los premios Príncipe de Asturias. Es el pantano del centro.
Antonio García-Trevijano
(Diario Español de la república Constitucional)
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