Querido Messa:
Como me lees casi todas las noches en el chat del Foro de Coordinación, sabes que me había impuesto no intervenir en este blog. La razón es que siempre he detestado las mordazas y de manera especial las del pensamiento.
Preguntas a Jiménez Losantos si nunca pedirá perdón por haber contribuido con todas sus fuerzas a que España sea el maldito reino de la confusión, de la desvergüenza y del dinero bajo mano.
Mientras te leo, pienso que de haber nacido unos siglos antes, andarías probablemente en las aulas de Salamanca o de Alcalá, enseñando matemáticas o geometría y esperando el santo advenimiento de la iluminación por la razón.
Mi batalla personal está a buen seguro, tan perdida como la tuya. Luchando cada día, contra aquellos que ven en la democracia un santo de palo cubierto con pintura dorada. Cada uno es libre de pensar lo que quiera, incluso respeto a aquellos que creen en las rogativas esperando el milagro de la lluvia, pero me enfurecen los sacristanes que viven de las limosnas y los embaucadores de a tanto por sermón. Resulta curioso que en España hayan caído de los altares cosas tan sagradas como la educación, la Patria o la familia y al tiempo que eso ocurre se sigue poniendo velas a una democracia de palo.
La misma fuerza irracional que a ti te lleva a las Cruzadas por la democracia a mi me ha metido en los laberintos de la razón incrédula, de la voz sin eco, de los muros de incomprensión y de los pozos de la hetorodoxia.
Quizás la respuesta a todos nuestros esfuerzos, a nuestro deambular con un farol en la mano por los oscuros pasillos de la incomprensión, se encuentre en el viejo Ulpiano: “Cuis merito quis apellet; iustitiam namque colimus, et boni et aequi notitiam profitemur; aequum ab iniquo separantes, licitum ab illicito discernentes…veram misi fallor, philosophiam, nom simulaten affectantes” (Por cuyo motivo se nos llama (sacerdotes); pues cultivamos la justicia, profesamos el conocimiento de lo bueno y equitativo, separando lo justo de lo injusto, discerniendo lo lícito de lo ilícito… y buscamos, si no me engaño, la verdadera filosofía, no la aparente).
Un abrazo, querido amigo.
TONY DÍAZ
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