CARTA A LOS JÓVENES VASCOS, ÚLTIMA ESPERANZA DEL PUEBLO ESPAÑOL

La juventud tiene el deber natural de ser romántica; lamentablemente, la española no lo es, en general, porque está idiotizada por el consumo y la sobre valoración de que la hacen objeto sus padres, y no tiene más juicio sobre sí misma que ése. Aunque se equivoca en su metodología (estamos en el siglo XXI) y debe revisar sus metas, en mi opinión, la única juventud aún romántica, capaz de acciones nobles y generosas que queda en España, es la vasca, que se me parece a mí a la de mi generación, esa de mayo del 68, que se enfrentaba a “los grises” con adoquines de la plaza de la Universidad de Barcelona, exigiendo la Democracia para España. Aunque ya no es tiempo, como sí lo fue entonces, de irreflexivas violencias.

Tras la muerte de Franco, vino la Gran Estafa de los partidos políticos españoles, que la Historia denominó luego “Transición”, como eufemismo de felonía. Fue la Transición un acto de mercadeo —de legitimidades populares de los unos por legalidades de los otros— para eternizar el statu-quo del franquismo. Mientras se vendían los derechos políticos del Pueblo Español a cambio de butacas preferentes para el Festín de la Corrupción, lo único que temían los conspiradores era la pública oposición de ETA. Que no se gritara en las paredes de Euzkadi: “¡No asumimos esta Transición de fascistas en corderos! ¡Exigimos la III República Española ya!”. Porque el Pueblo Español habría seguido en las calles hasta conseguirla. Para que el joven vasco —o cualquier otro español honrado— que me lee entienda cómo fue posible ese miedo, debe saber antes que ETA tuvo verdadero prestigio anti-fascista en las postrimerías del franquismo. No en vano llegó a liquidar a un Presidente del Gobierno Nacional-Sindicalista, el Almirante Carrero Blanco, por el llamativo procedimiento de hacer volar su Dodge blindado por encima de la tapia de un Convento jesuita en Madrid.

Entonces, durante la Transición, fue la derecha toda la que contuvo a ETA mediante interesado engaño: la derecha vasca, excitando su insolidaridad y haciéndole ver que era más fácil salvar el terruño que la Patria entera, a la que se debía considerar ajena; la derecha española, jurando explícitamente una promesa bien precisa a ETA, tanto desde el Poder, como desde los medios de comunicación afectos al Régimen. Leed las hemerotecas de la época y veréis esa promesa en letras de molde, a pesar de los pretextados y falsos “ruidos de sables” que se aducían para no iniciar un proceso verdaderamente constituyente. La promesa rezaba: “En un escenario de paz en el País Vasco, la nueva Democracia Española no vería inconveniente en la autodeterminación y hasta en la secesión del País Vasco”. Fue casi explícitamente un: "Si nos dejas ultimar nuestro negocio a espaldas del Pueblo Español, no nos opondremos a ninguna de tus aspiraciones en el País Vasco". De este engañoso modo, ETA, que jamás ha reconocido la Partitocracia española como legítima, se desentendió de cambiarla, siempre que se liberase de ella al País Vasco y Navarra. ¡Ilusos! ¡Si fueran verdaderos socialistas, sabrían que es, o todos, o nadie!

"En la España política no hay un solo elemento decente. El cinismo, la sinvergonzonería y la mala fe son las características de nuestra III Restauración Borbónica". Así que, cada vez que hay un relevo del partido en el Gobierno que toma el poder, la promesa de la Transición es renovada a ETA. Y entonces, los Presidentes hablan de ETA como de un “Movimiento de Liberación Vasco”, o de sus miembros como de “Hombres de Paz”, si falta hace para colmar sus ambiciones de poder de partidos estatales.

Nuestro actual Presidente, anticipándose dos años a serlo, renovó la promesa a ETA dada en la Transición. Tenía prisa por llegar y, además, Rodríguez Zapatero no tiene ninguna idea de España que no sea la de que es un mercado en el que todo es transaccionable y posible. Es hijo del peor PSOE nacido del franquismo, y cree que todo puede venderse con tal de adquirir o mantener su poder; y actúa en consecuencia. La propuesta de Rodríguez hace a ETA —y se siente un tipo muy avispado por ello— fue, es y será ésta: “Mandemos juntos en Vasconia, como ya lo hago con tu homólogo, ERC, en Cataluña; y no cambiemos nada, que nos va a ir muy bien. Nadaremos en la abundancia, tontitos. Os vais a forrar”. Así de claro es el mensaje del Gran Farsante —que es el peor Presidente de la Monarquía Partitocrática— a ETA. Pero no cuenta con que habla con vascos.

"En España no se hace más política de Estado que la de servir a los intereses electorales del partido en el poder". ETA lo sabe perfectamente, y jugó con la UCD, con el PSOE, con el PP en su momento y ahora de nuevo con el PSOE, como el gato con el ratón. El resultado es previsible: no va a haber rendición del terrorismo, porque ha sido legitimado por el Poder demasiadas veces ya. Esta es la trampa Gobierno—ETA en la que está inmersa España. "Si en España hubiera instaurada una República Constitucional con la moral y la ética que da haber conquistado la libertad política y la decencia democrática, hubiera sido imposible que la cúpula de un partido político metiera al país en una situación kafkaiana como ésta en la que estamos sumidos, de diálogo entre atentados, de guiños entre muertos, sólo para sacar tajada electoral".

A los jóvenes vascos me dirijo, pues. Desoíd los cantos de la derecha del PNV, que es Capitalismo e Iglesia Católica en estado puro: la mayor miseria que ha sufrido España desde siempre. Y no os limitéis a salvar vuestro País Vasco. Salvad a España entera, yo os lo pido en nombre del Pueblo. Recordad que la propia idea de España empezó en vuestra tierra; que España es más vuestra que de nadie. Que España no es lo que definió el católico—nazi Sabino de Arana; que vosotros no es que seáis una raza superior, sino que sois un grupo de incorruptos irreductibles, que es más y mucho mejor. Que no es cuestión de expresar vuestra justificada rabia ante la falta de Democracia —que es la misma que sentimos el resto de españoles honrados— quemando cuatro cajeros automáticos de la poderosa plutocracia; o un autobús, ante sus aterrorizados viajeros, con algo de gasolina y unos mixtos; lo que hay que quemar, de un modo bien diferente, que es en el mundo de los principios y de las ideas, sin necesidad de actos vandálicos, es la pocilga completa.



(NOTA: Diversos entrecomillados son citas de un testigo de privilegio de la Transición, Don Antonio García-Trevijano Forte, organizador y Coordinador de la Junta Democrática de España, —con un muy importante apoyo político y social de masas— que fue arteramente encarcelado por el Ministro Fraga Iribarne para evitar que su activa personalidad frustrara los acuerdos de mercadeo de legalizaciones de partidos políticos clandestinos por legitimación del Régimen franquista, evitando el natural advenimiento de la III República Española).

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