El Instituto de Estadística catalán establece que los cien primeros apellidos más usuales en la población catalana -que representan a casi 1/3 de la población- son de origen catalán en un 13%, y el resto, el 87%, de origen del resto de España. Extrapolar estas frecuencias al resto de los apellidos es inmediato, a menos que se introdujeran hipótesis absurdas, como que los apellidos terminados en z, por ejemplo, tienen más tendencia a emigrar que otros apellidos españoles; y que, como consecuencia, los apellidos catalanes tuvieran mayor variedad que los españoles. Sin embargo, cuando comprobamos el 100% de los apellidos de los Diputats al Parlament de Catalunya, salidos de las urnas en 2003, el índice de apellidos catalanes asciende a 180 de los 270 apellidos (2 x 135) y, lo que es aún más asombroso, 74 diputats tienen AMBOS apellidos catalanes, es decir, son puros de sangre. Supongamos, para estar del lado de la seguridad en mi cálculo, que ese 13% de la población catalana que tiene alguno de los dos apellidos catalanes, tuviera el otro también catalán, para que el resultado que sigue no fuera aún más asombroso, por lo desvergonzado. Sé que no es cierto, pero seguid el razonamiento.
¿Tenéis idea de cuál es la probabilidad de obtener 74 bolas blancas y 61 negras en cualquier orden, en una extracción de 135 bolas de un saco que contuviera 689.929 bolas blancas puras catalanas y 4.617.221 bolas negras con algún apellido español, cifras que constituyen el cuerpo electoral de Cataluña por origen de apellidos (5.307.151 electores)? La respuesta es 1,07634E-31, número que, en ingeniería es CERO y en Matemáticas es lo más parecido que haya a un infinitésimo. Y ésta minúscula cifra es la estricta probabilidad de que el Parlament de Catalunya fuera exactamente representativo demográficamente del pueblo para el que legisla hoy en día. (1)
Si calculamos para todos los posibles resultados electorales, cuya suma de probabilidades es escrupulosamente 1, obtenemos un resultado clarificador que expresaré así: en unas elecciones realmente representativas en las que tener apellidos catalanes no fueran un mérito para ocupar un puesto preeminente en las listas, habría un 99,999% de posibilidades de que los diputados de apellidos españoles obtuvieran 100 actas de diputado o más de las 135 en liza, y sólo el resto hasta el 100%, el 0,001% sería la probabilidad de cualquier otro resultado electoral que adjudicara menos diputados que tuvieran algún apellido de origen del resto de España. Y la probabilidad máxima (casi de un 10%) se obtiene para 119 diputados con algún apellido español por tan solo 16 con ambos apellidos catalanes. El 95% de probabilidad acumulada es para un resultado comprendido entre 112 y 125 diputados con algún apellido resto español. Cuando digo que el cálculo está del lado de la seguridad me refiero a que si los apellidos catalanes son el 13%, y admitiendo mezclas de apellidos, los “puros” con dos apellidos catalanes serían aún menos y aún más escandaloso el resultado del Parlament de 74 diputats con ambos apellidos catalanes. Por más endógamos que los catalanes sean, los que tienen ambos apellidos catalanes no puede ser más de un 10 % de la población.
Esta aberración representativa democrática se consigue mediante dos procedimientos:
1. Primando el territorio, sobre la población. Es decir, que la ley electoral permita que conseguir un diputado cueste en la Cataluña interior la mitad de votos que en las áreas metropolitanas, que es donde viven mayoritariamente los castellanos inmigrados. Pero no basta con eso.
2. Primando a los candidatos de apellidos catalanes en las propias listas de todos los partidos y en todas las circunscripciones. Si no producen ambos fraudes no es posible el resultado.
No sé a qué nos conduciría aportar estos datos a un debate con los independentistas catalanes (cuyos apellidos se correlacionan, por cierto, con la muestra poblacional, no con la del Parlament), aparte de a soportar insultos y descalificaciones “ad hominem”. Quizá aducirían cuestiones como el mayor nivel cultural de unos apellidos frente a otros, o la falta de interés de los castellanos por representar al pueblo, o que hace mucho tiempo que los apellidos castellanos están integrados en Cataluña, de modo que es indiferente cuál sea el del electo (¿Y qué tendrá que ver el culo con las témporas?) o, incluso, a que uno de ellos tiene un amigo catedrático de Matemáticas que dice que mi cálculo está mal, sin sentirse por ello obligado a demostrar lo que vomita. Pero estarían faltando a la verdad todos ellos, y también a la esencia de la cuestión: la correspondencia de la muestra de los políticos catalanes respecto del colectivo social al que representan es prácticamente CERO.
Si alguno no se ha dormido y sigue ahí, sabrá que el catalanismo postizo o advenedizo, independentista o no, del que habla Atole en el Racó Català, tampoco tiene representación en el parlamento de la nación a la que entrega su fidelidad. Como dato anecdótico, añadiré que no he contabilizado a Josep Lluís Carod-Rovira como diputado con ambos apellidos catalanes, porque, como todo el mundo sabe, sus apellidos reales son Pérez Carod.
(1) Para el que quiera saber cómo se calcula la probabilidad, ésta sigue una función hipergeométrica, y hay 135!/(61!.74!) combinaciones diferentes y equiprobables de obtener ese resultado, y la probabilidad de cada una es 0,87E61 x 0,13E74, bajo la premisa de que el hecho de que haya o no reposición de las bolas al saco es irrelevante o nada significativa, dado el inmenso número de bolas de cada color en el saco y las pocas que se extraen. Y si alguien lo desea, le suministro la hoja de Excel con el cálculo completo para las probabilidades de todos los resultados electorales posibles y la lista de apellidos de los Diputats.
No recuerdo el nombre del compañero de Ciutadans de Catalunya que escribió algo similar sobre bolas blancas y negras en el Parlament. Lo he rehecho en espíritu, quizá; pero desde la perspectiva de los datos que proporcionan Idescat y los propios obtenidos de la propia web del Parlament de Catalunya.
3 COMENTARIOS:
Disiento, tal vez por ignorancia.
La sobrerreprentasación de apellidos catalanes "de socarrel" es un dato muy revelador, pero no del carácter no democrático del régimen, porque un sistema democrático, como hemos aprendido unos cuantos del señor García Trevijano, da voz a personas y no a identidades abstractas (nacionales o ideológicas). Suponiendo que en una hipotética república constitucional de Cataluña los charnegos fueran tan merluzos como para elegir a sus representantes por su árbol genealógico, eso no convertiría el sistema en no democrático.
Lo que el dato muestra es la castración política de España, acometida por Franco y rematada por la restauración borbónica. El españolito "de a pie" (manda huevos la expresión) cree que como español no va a ninguna parte, y se disfraza de otra cosa. ¿Quién dice que entre esos 75 no haya 70 que se han catalanizado los apellidos? El mismo fenómeno se ve claramente en Asia y en África. Aquí en Irán, sin ir más lejos, la clase media-alta tiende a deshacerse de sus multiseculares nombres árabes para sustituirlos por otros de antes de Mahoma. Y cubiertos por sus hermosos nombres puramente persas, muchos lamentan que no haya un líder que los saque de la república islámica, como Merlín con su varita. Otro tirano.
Abrumados por la propaganda del régimen, fanatizados por el partidismo y desorientados por la ausencia de proyecto español conocido para tomar el destino en mano, afectados de papanatismo, los españoles prefieren que les vendan la misma chatarra de moto, pero que se la vendan en catalán, en eusquera o en inglés, para así no enterarse o por si acaso resulta ser otra, por error. Es así de triste.
El cálculo es correcto (bueno, a mí me sale 8.8329e-31, hecho con R, función dhyper, pero es más o menos lo mismo), sin embargo hay que hacer notar que el resultado más probable dadas las condiciones de muestreo es 17 bolas blancas (118 negras) y que su probabilidad es de SOLO 0.102. Pero es más: cualquier resultado que se aleje unas 10 unidades de este ya es casi 0 (sólo hay 10 resultados con p>=0.05). Hay que tener cuidado cuando se trabaja con distribuciones de probabilidad (discretas): la suma de las probabilidades de todos los resultados posibles es 1, y aquí hay que sumar las probabilidades de 135 resultados posibles.
Eso es lo que se ha hecho, campeón. Tranquilo. Lee bien. Salud.
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