¿Y AHORA, QUÉ?

El Tripartit se ha deshecho hoy, lo que debiera presagiar grandes cambios en el panorama político catalán. Pero, la verdad sea dicha, no creo que ocurra nada en lo absoluto. Y lo pienso, simplemente, porque es evidente que se trata todo el aparato de una representación previsible; y previa, no ya al referéndum del Estatuto como dice Maragall, sino a las próximas Elecciones Autonómicas de primeros de otoño.

Aunque me esté mal decirlo, lo predije todo hace meses, me temo que no puedo demostrarlo ya, porque el texto palmario se ha quedado secuestrado en el Foro de Ciutadans de Catalunya, fuera de mi alcance -y seguro que del alcance del lector- tras el cerrojazo extemporáneo a manos de los programadores de las estrategias del nuevo partido. De todos modos, sea yo o no un oráculo de cierto peso, todo el asunto del cese de hasta seis consejeros es consecuencia del evidente y general aburrimiento que padece la ciudadanía, átona y circunspecta, sólo atenta a la posibilidad de que el F.C. Barcelona consiga la Champions League.

Como a la gente hay que movilizarla aunque sea a puntapiés, y hay que hacerla creer en algo, nada mejor que sacar todos navajas de esas que se usan en las representaciones teatrales, de hoja de goma o retráctil, y fingir unas reyertas sangrantes de zumo de tomate.

Y todos contentos: ERC (Esquerra) recupera el virgo milagrosamente, el PSC aparenta un ojete centrista, IC-V sigue con su momio de vagina jubilada y CiU se guarda la polla en la bragueta para que no se huela la mierda que se lleva en la punta del capullo, después de darles por el culo a todos los demás durante meses.

Y ahora, ciudadanos de Cataluña, a votar todos como el buen colectivo lanar que somos. A ver si la participación sube un poco de la prevista, que es del 45%, una birria, un fracaso para la casta política catalana. De modo que ha llegado la hora de los improperios, los exabruptos y las milongas entre facciones políticas; de los ataques de cuernos, de las discusiones de antiguos enamorados y de los divorcios. Luego, tras las elecciones, volverá la calma, las reconciliaciones, los nuevos matrimonios, el reparto de los chollos y los ciudadanos de Cataluña podrán seguir otra nueva liga de fútbol en paz.

¿Cómo estoy tan seguro de todo esto? Porque le he visto la cara a Zapatero hoy y reflejaba una tranquilidad reveladora de pactos y contubernios que siguen funcionando como cronómetros suizos.

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