Querido PSC:
Quizá tus votantes tengamos vocación de oposición. No lo sé, a lo mejor. Pero lo que no queremos, seguro, es cambiar libertades fundamentales por poder.
Decidieron tus dirigentes que, para alcanzar el Govern, había que fingir que el Socialismo en Cataluña era nacionalista, eso les pareció un precio razonable. Y decidieron traerse a Maragall de su exilio italiano para mejor aparentarlo, aún a riesgo de lo que en el PSC sabían todos: que era un nacionalista de verdad.
Y te llevaron luego al Govern con ellos, sometiéndote a esa insólita coalición con lo peor del nacionalismo excluyente y totalitario, ERC y los comunistas arborescentes. Esos mismos ejecutivos nos argumentaron que se trataba de una suerte de alianza contra el mal absoluto, o sea, el PP de Aznar.
Sí pero, ¿y cuando ganamos las Elecciones Generales? ¿Y cuando 191 españoles de nacimiento o en adopción llevaron al Socialismo al poder con su vida? Las bases sentimos entonces que el motivo para seguir oponiéndonos al Estado Español se evaporaba junto al humo de las explosiones. Cuestión de dignidad, PSC, míralo así. Y de patriotismo.
Y creemos que, desde ese mismo instante, debieron tus cabecillas dejarse de fingimientos filonacionalistas, y volver a la senda del Socialismo: exigiendo al Tripartit, por ejemplo, la redacción urgente de una Ley Electoral justa -lo que era y sigue siendo lo verdaderamente medular del programa- aunque ello implicara la vuelta a la oposición, a la testimonial pero férrea lucha contra el nacionalismo.
Pero como no hubo tal, ya no quedó más justificación para sus maniobras que el poder en sí mismo. Y en tus clases dirigentes afloró el nacionalismo: auténtico el de Maragall; adquirido con premura el de Montilla, el de Manuela, el de Iceta ... Y pasmados nos quedamos tus votantes una vez más; y decepcionados hasta las lágrimas; y ruborizados de vergüenza.
Así es que -querido PSC- a tu ejecutiva se le avecina otra lección de tus bases como la que recibieron cuando osaron apartar a nuestro electo Pepe Borrell de la candidatura a la presidencia del Gobierno. Díselo, tú que puedes; que lo sepan y no se llamen luego a engaño: los socialistas tenemos la convicción de que no todo vale en la galopada por conseguir y mantener el poder. De eso nada, ni hablar.
*(Un gobierno CiU-ERC-IC-V sí hubiera sido un redactor a la altura de ese infame proyecto de Estatuto de Estado Totalitario que habéis presentado en Madrid. ¡También en mi nombre!)
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