DEL ULTRA ENDEUDAMIENTO PARTITOCRÁTICO A LA AUTOCRACIA FEROZ

España está reaccionando ante la crisis, pero no como ficciona el Presidente del Gobierno, que miente más que un gitano en un juzgado, sino como esperaba el poder financiero golpista internacional: Sumergidos como boquerones, los españoles trabajan buenamente a base de dinero negro contante y sonante, y están construyendo un tejido productivo y de servicios clandestinos pasmoso. Ello permite a los mentirosos del Gobierno y del Banco de España hablar de un relativo mantenimiento del PIB, con una partida sumergida, puramente estimada, del orden del 30%. Pero esa parte del PIB no paga impuestos. De hecho, en España no pagan ni los españoles ricos ni los socialmente excluidos; aquí ya no cotizan más que los trabajadores por
cuenta ajena de las empresas, los funcionarios, los pequeños autónomos (enterrando toda la facturación que pueden) y los jubilados. Los grandes accionistas y los terratenientes, por supuesto, disfrutan de toda su pasta, más contentos que chinos en el tranvía.

Haciendo caso omiso de los consejos de la Unión Europea, el Estado Español sigue despilfarrando dinero y contratando funcionarios al mismo tren de 2006, o aún mayor. Cuando oigáis, por ejemplo, al nuevo Presidente de la Generalitat, el tal Mas, hablar de austeridad, traducidlo al español, desde su cuatribarrada neolengua, como que su Govern va a malgastar más dinero que ningún otro gobierno catalán habido en toda la historia de la Generalitat desde los tiempos de Berenguer de Cruïlles; y van a robar aún más que durante el más sangrante pujolismo. Los catalanes no son en ello especiales, sino bien españoles, puesto que las demás administraciones del Estado hacen exactamente lo mismo: gastar como meretrices mantenidas y, como ellas, vender su chochazo al mejor postor.

Asi las cosas zapateras, sucede que los acreedores de España comprenden ya que ésta no va a reembolsar el dinero de la Deuda jamás, sino que lo que pretende es renovarla durante los próximos veinte años y aumentarla de modo creciente al mejor estilo del sablazo espaldero. De modo que, como prácticos semitas, lo que van a hacer es embargarnos el patrimonio público sin que se les mueva ni una pestaña: aeropuertos, edificios, puertos, parques naturales, redes de paradores, costas, autopistas públicas, ínsulas baratarias y menos baratarias, servicios rentables y empresas públicas todas. A partir de septiembre de 2011 no quedará nada que embargarnos, excepto las afeitadas vulvas y los ojetes de nuestros jóvenes mejor alimentados y menos feos. No quedará otra cosa con qué cobrarse. Y todo se andará, ya lo veréis.

Hasta su quiebra y desaparición, el Estado Español, sin recursos, se revolverá contra los súbditos del monarca Juan Carlos I y los martirizará cobrándoles hasta por respirar; los sangrará a base de impuestos, tasas, arbitrios y aumentos de precios públicos imposibles de asumir, pero necesarios para mantener los sueldazos, prebendas y canonjías de los cargos y voltaicos enchufes; y los españoles perderán sus derechos sociales, sus servicios sanitarios y todos los recursos para la educación de sus jóvenes. A lo mejor os tomáis esto como un ejercicio retórico. Pues no:  el año 2011 se os va a hacer más largo que la bragueta de una sotana y va a afectar demoledoramente a vuestros bolsillos, al nivel de vida de vuestras familias y a vuestras libertades reales.

Con la lección aprendida en Ácratas, de que el sistema político de un estado —dictadura, partitocracia, democracia— depende directamente del nivel de vida y del índice de Gini de equilibrio de rentas del mismo —ved el precedente de nuestra guerra civil—, a este país advendrá una férrea y providencial dictadura bajo el más andrajoso disfraz democrático. A los españoles sólo les quedarán dos salidas para no morirse de hambre: emigrar o, aún sin haber oído ni hablar de las teorías de Spencer, romper toda relación de dependencia moral con el Estado que los abandona a su suerte, declarándose insumisos fiscales en perpetua rebelión civil clandestina. Y, a la vista de la clase de estado dictatorial, policial, expoliador y desvergonzado que viene perfilándose los últimos 35 años, España se dividirá, como se hace quirúrgicamente con los siameses, en una rica y otra pobre; una con miedo a perder lo que tiene y otra ya sin miedo a nada, porque no tiene nada que perder. Dos siameses marcados para siempre por las horribles cicatrices de su desmembramiento, porque la cirugía que los separó la realizó un osado aventurero que no era médico, sino un simple zapatero, ignaro en anatomía, que había aprendido en tres tardes a manejar sin cortarse las cuchillas filomátic(1).

MALDITO HIJO DE PERRA


(1) Famosas cuchillas de afeitar, de esas agujereadas en el centro, entre los dos filos opuestos, que anunciaba el humorista Miguel Gila en la televisión franquista.