GESTIONAR EL ODIO

Podrán adornarlo de tan bellas palabras como quieran: servicio público, expresión de la ciudadanía, instrumento de la convivencia, pero según lo entiendo yo el papel principal de los políticos es bien claro: gestionar el odio. Hablo de los políticos profesionales, de aquellos que se integran en la estructura de un partido, de los que hacen carrera en la moqueta, la subvención y el despacho. Sonríen y hacen la V de la victoria cuando resultan elegidos, y prometen para el electorado, “que nos ha otorgado su confianza”, un futuro prometedor donde las injusticias se vean superadas y reine la paz y la concordia. Ese es el discurso establecido. Y sin embargo…

En 1984, la novela de George Orwell donde se describe una sociedad totalitaria dirigida por El Partido, en la que los seres humanos son utilizados como simples piezas de un engranaje gigantesco, se nos habla de cómo, cada día, los pobladores de ese mundo asfixiante han de interrumpir sus tareas para concentrarse en “los dos minutos de odio”. Durante ciento veinte segundos, y bajo la mirada implacable del Gran Hermano, los habitantes de Oceanía se disponen frente a una pantalla y son bombardeados por imágenes de aquellos personajes calificados como traidores y de aquel país contra el que en ese momento se encuentren en guerra. A la vista de aquellos seres despreciables y aquellos paisajes repugnantes, los habitantes de Oceanía experimentan un odio cerval, una furia absoluta, prorrumpen en gritos y cierran los puños con rabia. Después de experimentar lo cual, cuando cesan las imágenes, se sienten confortados por vivir en la sociedad en la que viven, una sociedad enemiga de toda esa iniquidad.

Retornan entonces a sus obligaciones satisfechos y tranquilos.

Más que la represión directa o más que la propaganda, son sin duda esos dos minutos diarios de odio los que mantienen cohesionada a la sociedad de 1984.

En mi opinión, es ahí también donde más profundo y clarividente se muestra el escritor. Lo que más aterroriza de la novela de Orwell es precisamente esa manera en que el Estado ha conseguido apropiarse de uno de los sentimientos primigenios e instintivos del ser humano y el modo en que lo dispensa en calculadas dosis a favor de sus intereses. Seguramente pueda vivirse sin amor y sin ternura, piensa uno al leer estas páginas, pero cuando a un hombre le confiscan su rabia le han alienado por completo y ya no es sino una herramienta.

Cuando miro a mi alrededor, cada vez encuentro más parecidos con la novela de Orwell, y uno de los más llamativos es ese empleo del odio para moldear la sociedad. Aquí es imprescindible que aclare que no me estoy refiriendo a la bondad o maldad de los objetivos que se persiguen con esta administración del odio, sino que hablo del simple mecanismo, del proceso de su embotellamiento y etiquetado, no del contenido.

El hombre necesita odiar. Seguramente es consustancial a su ser. La vida de los seres humanos, en el común de los casos, es una continua frustración y precisa de otro ser humano, un pueblo, una bandera, algo, en lo que sublimar ese sentimiento hostil. La tarea de los políticos (o una de sus tareas, pero seguramente la primordial) es aglutinar y enfocar ese odio hacia un enemigo y, de tal manera, mantener unido al grupo. Y así mismo es su función sustituir a un enemigo por otro cuando los intereses o las circunstancias lo exijan. Fueron los infieles, los paganos, los izquierdistas, los comunistas y otros muchos grupos en otro tiempo los que catalizaron ese odio. Han sido en general los Estados Unidos y en concreto Bush (no digo, insisto, que sin total merecimiento) hasta hace unos días; hoy, que con el (supuesto) cambio de política la Casa Blanca se ha apartado del centro de la diana, en un tiempo sorprendente, en unos días, el odio generalizado se ha desplazado hacia Israel (repito, insisto, en lo del merecimiento y en que me limito a describir la mecánica).

Pero también es cierto que ese odio debe ser racionado. Dos minutos diarios, por ejemplo, y una semana al año no es mala medida. La tarea de los políticos es controlar, regular, gestionar ese odio de manera que no pueda exacerbarse demasiado, expandirse por la masa y escapar a todo control, como algunas veces en la Historia, cuando ha estado en manos de políticos sin experiencia, ha ocurrido. Conocer dónde está el borde del precipicio y llevar a la masa hasta ese punto sin que acabe por despeñarse. Las manos en las riendas porque en cualquier momento, quizás, haga falta hacerlo retroceder.

MIGUEL BAQUERO
Escritor

9 COMENTARIOS:

Mess .

Gracias, Miguel, por mandarnos este lúcido artículo. Tienes toda la razón, y nunca ninguno de nosotros había dado con la tecla que has tocado tú. ¡Y mira que hay ejemplos de tal control del odio entre los políticos, los nacionalistas sin ir más lejos!
Un abrazo, campeón.

Javier Castuera .

Reclamemos el poder
Acaso no habéis oído el siguiente discurso aquí también en España : “La visión unitaria del conjunto supone la unidad en la diversidad y la primacía del interés común en relación con los intereses particulares. No implica el adocenamiento ni el verticalismo. Tampoco el sometimiento de un pueblo ni mucho menos la imposición de una minoría. Es el fruto que emerge de la convicción colectiva, aun cuando para arrancarlo pueda haber sido necesaria en un principio la violencia cruenta. Un ejemplo que viene a cuento en este sentido es la guerra de secesión en Estados Unidos. Cuando se comprobó que la conciliación de intereses no era posible y que los caminos que preconizaban las facciones conducían a la implosión del conjunto primordial, se tuvo que recurrir por única vez a la fuerza para imponer lo que en ese momento se consideró acertadamente como lo que era mejor para el conjunto. No fue una decisión fácil ni alocada ese recurso a la última ratio, ni estuvo exenta de secuelas. Sin embargo, hubo un momento en que se tuvo que cerrar la vía de las transacciones de corto plazo para abrir otra en que, lamentablemente, tenían que hablar las armas, a cambio de la estabilidad en la unidad.”
Exacto, es el mismo o muy parecido discurso, que año tras año escuchamos de los que gobiernan este país, año tras año, lustro tras lustro y década tras década. Y ellos cada vez más ricos y nosotros cada vez más pobres y dependientes. El sistema quiere y necesita deudores, quiere, lo mismo que la Iglesia quiere pobres de espíritu con los bolsillos vacios anhelantes de calor; perros falderos que laman sus egos al agradecerles sus dádivas, por otra parte obtenidas con el sudor de esos perritos zalameros.

http://ulpilex.es/5/echemos-a-los-usurpadores-del-poder/#more-5

Anonymous .

Baquero, que grande eres!!

Editor .

Apreciados lectores:

Por un fallo técnico (o de un técnico), Ácratas ha tenido desconectado el forwarding de su dominio durante varias horas. Es decir: que al teclear www.acratas.net no aparecía la página de nuestro diario, sino una pantalla en blanco. Lo aclaro para que no creáis que nos están boicoteando los trolls.

Lamentamos el fallo, que ha impedido que aproximadamente unos 300 o 400 lectores no pudieran entrar al Diario Ácratas.

Gracias por vuestra paciencia.

Félix Udivarri. .

Me encanta tu manera de escribir, Miguel. Eres un profesional que hila muy bien el texto y acaba conduciéndote mientras te leen inexorablemente hasta el final. Muy bueno. ¡Y estás teniendo cientos y cientos de lecturas! Felicidades.

Javier Castuera .

En el reino de la miedocridad


Demos ( ulpilex.es )

Anonymous .

la verdad os hará libres.

Javier Castuera .

La doctrina Botín, porque todos no somos iguales

Con la absolución de “Los Albertos” por el Tribunal Constitucional en el caso Urbanor sacándose de la manga el concepto jurídico de “tutela judicial reforzada”, hasta entonces desconocido, la Justicia separó del garantismo genérico del derecho a la tutela judicial efectiva a una élite para dar rango legal al proteccionismo de una casta de ciudadanos dignos de especial amparo judicial.

Esa particularidad judicial que atiende a la protección de unos pocos como auténtica Razón de Estado imposibilita la aplicación uniforme de la Ley. La solución judicial es primero que el razonamiento jurídico, intentándose luego construir la sentencia en retorcida interpretación del Derecho. Primero se redacta el Fallo y luego se buscan los Fundamentos Jurídicos en torticera o nueva jurisprudencia si es preciso.

http://acratas.mihost.info/Prometheo/

jval .

Por el amor de Dios, modifiquen el diseño de la página, uno se deja la vista. Es una página web, es una página web, no es una revista de papel, no es una revista de papel.

Reciban un cordial abrazo.

Atentamente:

Juan Manuel.

Artículos anteriores

Clásicos más leídos de todos los tiempos