Ocurre, para empezar, con las elecciones municipales, donde es sabido que se vota a un candidato más que a un partido. Y así tenemos casos paradigmáticos de alcaldes sucesivamente elegidos por su conexión identitaria con el vecindario, más que por su ideología o partido. En Vitoria fueron varias las legislaturas seguidas que ganó el alcalde José Angel Cuerda Montoya, primero con el PNV y luego con EA. Y ya me dirán qué tiene este señor de pedigrí nativo vasco. Aunó su militancia nacionalista con su origen foráneo y consiguió la confianza del electorado durante veinte años seguidos, que se dice pronto.
Así, las grandes victorias del socialismo en los años ochenta se fundamentaron en el voto a su favor de los emigrantes andaluces en Cataluña (son cerca de dos millones los visitantes de la Feria de Abril de Santa Coloma) y al País Vasco, además de los propios andaluces de Andalucía. Todos ellos votaron masivamente a Felipe González y a su cohorte nazarí.
Las victorias de Aznar, en cambio, se fundamentaron en un menor porcentaje de votación general por un lado (el famoso desistimiento de la izquierda sociológica), y en un voto fiel castellano, vallisoletano concretamente, y de alrededores, junto con el riojano (Aznar fue allí inspector de hacienda y eso deja rastro, parece ser), y junto con el voto gallego aportado por Fraga, a quien votaban masivamente en Galicia durante varias legislaturas, por su galleguismo españolizado que conectaba a la perfección con el grueso de los votantes de allí. A eso hay que sumar la basculación de la gran masa de votantes valenciana, que dejó de apoyar a los socialistas y se pasó a los populares, por cuestiones propias de aquel territorio. Y todo va sumando. Mientras tanto, las masas maketas y xarnegas del País Vasco y Cataluña le daban la espalda al socialismo de esas comunidades y en el País Vasco, en concreto, el PP conseguía más votos que el PSOE: ya no estaba Felipe González en el gobierno de Madrid y los populares aportaron una mayor convicción en su política antiterrorista.
Felipe González llevó el AVE a Sevilla y Aznar lo hizo a Valladolid. ¿Es esto de recibo para la generalidad de un país? Pues el caso es que toda la gente lo ve muy normal: todos en su lugar habrían hecho lo mismo, es lo que se desprende de semejante asentimiento silencioso.
A Rajoy le votan por ser gallego y a Zapatero por leonés. Y toda la comunidad gallega se habría alegrado con un plus de alegría sobre los demás, de haber salido Rajoy elegido presidente del Gobierno. Zapatero hace populismo alternando por las tabernas del viejo León, cuando en otro caso no habría ido jamás y seguro que antes en muy contadas ocasiones. Ahora todos le pasan la mano por la espalda y esperan que haga muchas cosas por León, estando de presidente. Y ya veréis cómo las hace. ¡Pero a ver si a alguien se le ocurre tocar el “tema”! ¡A ver si a alguien se le ocurre pedirle que modifique lo que Martín Villa dejó atado y bien atado: León para Castilla, nada de autonomías leonesas, y mucho menos bercianas!
¿Y qué decir de Montilla y la xarnegada catalana?
¿Y qué decir si sale elegido Patxi López en el País Vasco? ¿Lo veremos? Ojalá, por lo que supondría de revolcón necesario para el nacionalismo. Ojalá. Pero no por Patxi López precisamente y por toda su correspondiente cohorte de paniaguados maketos, que ya se están frotando las manos, que ya están tomando posiciones, que me lo sé yo.
A Patxi López —bueno, a su mujer, la concejala en el Ayuntamiento de Bilbao Begoña Gil— le regalé un ejemplar dedicado de mi libro “La identidad maketa” para recordarle que los socialistas vienen de ahí, del maketismo histórico, de la maketidad. Pero me da que ellos están a otro rollo, desde siempre. El maketo socialista lo que siempre ha querido es que le consideren vasco, punto. Han pasado, sin solución de continuidad, de la lucha de clases a la asunción del “vasquismo”, como dicen ellos, de la manera más natural posible. Oscilan entre dos polos irreconciliables, en forma de eslóganes: “la identidad no cuenta, sólo cuentan los problemas reales de los ciudadanos”, o “hay que ser muy vasco, más vasco que el que más”.
PEDRO JOSÉ CHACÓN
3 COMENTARIOS:
Muy lúcido artículo, querido amigo. Lo más certero, la parca ambición del electorado xarnego-maketo.
Cada pueblo tiene a los políticos que se merece.
Salud.
una mierda quien se identifica con montilla o con zzzzzzzz? nadie. la gente vota por intereses economicos por miedo a que gane el otro y porque es gilipoyas... ... ...
Creo que m�s del 80 % de la poblaci�n de Viladecans no ha visto nunca al Alcalde actual, no saben donde naci� y adem�s les importa un pimiento.
Solo usan la ciudad para dormir y el resto del d�a lejos... en sus trabajos.
Eso s� se pagan impuestos altos y hace mucho tiempo que est� limpia, ajardinada y guarder�as para casi todos.
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