EL NECESARIO DESPERTAR DE LA OPINIÓN PÚBLICA

Si la opinión pública no opina, sino que sólo cree en lo previamente elaborado por otros sobre lo que ha de creer, no hay opinión pública que valga. Lo que queda son creyentes. Creyentes en ideas y actuaciones impropias y por tanto desconocidas en su finalidad. Al fenómeno de la opinión pública le puso fin la dictadura del terror jacobino y, desde entonces, salvo en momentos excepcionales, es el poder creciente de los medios informativos quien impone las opiniones a adoptar. Ha sustituido toda opinión pública posible.

La gente cree que tiene opinión propia, pero salvo un grupo reducido de gente culta y enterada, esa su opinión ha sido, como decimos, fabricada previamente por los poderes establecidos. Las mercaderías políticas llegan al consumidor adaptadas a cada país por sus propios medios de comunicación a semejanza de las campañas de promoción de un producto comercial, precedidas de un proceso de creación publicitaria. La ideologización del vacío propone que se admire lo despreciable y que domine lo vulgar y la sinrazón. Todo está organizado para excluir de la sociedad española cualquier atisbo de razonamiento, de sentido común.

Paciendo cual gusanos en hojas de morera, sólo la facilidad de los españoles para cambiar sus costumbres y valores al vaivén de los acontecimientos políticos, o una gran conmoción nacional como la que se avecina, hará retornarlo al sentido común. La Monarquía de Partidos y de Nacionalidades, de Corrupción y de Consenso, se ha desequilibrado voluntariamente y a través de sus flancos ha expulsado el hedor de la reacción.

Es la oportunidad esperada, es el momento de la revolución del sentido común ante el desmoronamiento de España lo que puede evitar la consumación del desastre, la continuidad del sistema corrupto, dando al Estado, de modo pacífico y razonable, la forma Constitucional de la III República.

( SOBRE TEXTO DE A.G.T.)


JAVIER

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