¿BANCO DE ESPAÑA?

(Amparándonos en el derecho de cita, reproducimos el magnífico artículo de un compañero de armas, Carlos Angulo, publicado en el medio fraterno, el Diario Español de la República Constitucional.)

La economía, contra la creencia general, no son las reglas que rigen los sistemas monetarios y financieros, sino aquellas que dirigen el ciclo de abastecimiento vital de las sociedades. Al servicio de la economía, estos sistemas permiten la gestión eficaz y eficiente de los recursos, materiales y sobre todo humanos. Los gobiernos son los que dictan la política monetaria adecuada a la coyuntura económica, facilitando la expansión monetaria en épocas de bonanza a la vez que fomentando el ahorro de recursos para las épocas de escasez.

Un estudio del Instituto Juan de Mariana, “El crédito bancario a la construcción en España (1993-2007)”, pone de manifiesto que el Banco de España, regulador del sistema financiero español, ha permitido a las instituciones financieras cometer excesos en la expansión de crédito que han llevado al conjunto de la Banca a disponer tan sólo del 26% de capital para respaldar el crédito concedido al sector de la construcción. Como resultado, el impresionante aumento de precio de la vivienda y el inevitable endeudamiento de las familias: la burbuja inmobiliaria.

Gracias a la disponibilidad de financiación (en la práctica, ilimitada), la cuantía de la deuda adquirida por el sector de la construcción mediante créditos en los últimos 15 años se ha multiplicado por más de 12, desde los 85.000 millones de euros hasta los exorbitantes 1,07 billones de euros, en especial en los últimos 10, desde 1997, con tasas de crecimiento de la deuda superiores al 10%, que en los años 2005 y 2006 sobrepasaron el 20%. El sistema financiero obtiene los fondos que respaldan la concesión de más crédito del incremento de valor de los activos, en este caso las viviendas, que ya no depende del precio objetivo de mercado en la economía real, sino del valor especulativo en los mercados financieros del compromiso de pago de la deuda contraída, las letras firmadas. La institución reguladora ha de ser la encargada de limitar la retroalimentación.

Romper la burbuja implica reajustar los precios hinchados de las hipotecas al precio real de mercado, aunque éste tampoco sea un mercado libre. En democracia, los gobiernos deciden con total transparencia en función de mayorías de opinión, cuál es la manera óptima de distribuir los recursos para el progreso de la sociedad.

CARLOS ANGULO

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