EL PP CONTRA LA ENSEÑANZA DE LAS LENGUAS DE ESPAÑA

Ante la iracundia del PP por la propuesta del programa electoral del PSOE andaluz de que puedan estudiarse otras lenguas del Estado en la enseñanza reglada, Joan Herrera, Diputado en Cortes por Iniciativa per Catalunya-Verds ha planteado —exigido— que cualquier catalán pueda dirigirse a la Administración del Estado —central, municipal o autonómica— en catalán; y que en catalán deba ser atendido.

No puedo estar más de acuerdo con él. Va siendo hora de que los españoles despertemos del sueño nacionalista, sea el franquista o el separatista. Lo importante, lo irrenunciable, es la libertad de los individuos. Si España en un Estado con cuatro lenguas, si las cuatro son lenguas españolas, es un derecho inalienable de cualquier español expresarse en cualquiera de ellas en todo el territorio nacional. Claro es que cualquier otro español tiene el derecho inalienable de no entenderlo, lo que producirá incomunicación entre ambos.

Pero quien no tiene derecho a no entenderlo es la Administración. Así, cualquier Administración Pública debiera tener al menos un funcionario capaz de atender a un español en el ejercicio de su derecho a expresarse en cualquier lengua de España. Es lo justo y lo digno para ese español. Tiene derecho.

Eso sí: como contrapartida, eso debe suceder también en Cataluña-Valencia-Baleares, País Vasco y Galicia. Aclaro: el Ayuntamiento de Cornellá de Llobregat (Barcelona), por ejemplo, debe tener al menos un funcionario capaz de atender en vasco o en gallego a cualquier español. Y también como contrapartida, cualquier español tiene derecho a que sus hijos sean educados en la lengua vehicular española que le parezca más oportuno para su futuro. Lo mismo en Soria que en Barcelona.

Sospecho que esta última proposición, tan obvia como la primera, no será del gusto del diputado Herrera, más atento a las razones de los territorios y las nacionalidades que de los derechos de los ciudadanos. El espíritu de lo provinciano consiste en creer que aquello que se siente o se ve desde la propia perspectiva es el mundo todo. Si Herrera fuera coherente con su cargo, si pensara en las gentes o en su propia ideología igualitaria de izquierdas más que en su conveniencia como clase dominante en Cataluña, no podría dejar de suscribir mi propuesta. Sé que no lo hará.

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