ADIÓS, ANTONIO

Me ha impresionado la muerte de Antonio Fernández Sáez.

Siempre, en estas situaciones, me asalta el mismo desasosiego. Sé, con Fitzgerald, que toda vida es un proceso de demolición; que hay muchas maneras de destruir el edificio de la existencia, pero muy pocas que le hagan a uno ser digno de su final: una de esas pocas es, precisamente, el suicidio.

Por el carácter de Antonio, tras leerle en el blog del MCRC, su decisión no indica ninguna clase de renuncia o de rendición, sino la presencia de una voluntad sobrehumana que no conceder nada, ninguna victoria, al enemigo.

Hasta pronto,compañero.

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