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Por fin todo encaja:
La causa de la parálisis del Gobierno de Rajoy son los dosieres de Pujol



En cualquier país europeo, la gravísima situación que se vive en Cataluña habría tenido ya la respuesta formal de las instituciones del Estado. En la España de Rajoy, no. Enumerar el cúmulo de delitos y quebrantamientos del orden social que están teniendo lugar en Cataluña en las últimas semanas, amparados, alentados y subvencionados por una parte del Estado en guerra contra el Estado, se nos antoja tarea imposible. Difícil sería imaginar un territorio de cualquier país civilizado viviendo en estado de rebelión, con episodios de violencia cada vez más alarmantes, y sin respuesta alguna por parte de las autoridades gubernativas. Cataluña ha sido hoy la única zona del mundo donde la policía actúa en estrecho consorcio con quienes cortan autopistas, toman puentes y carreteras, cierran colegios, acosan a funcionarios públicos, cercan edificios policiales e incumplen las normas recogidas en el ordenamiento jurídico.

A la situación surreal de estos días se une la división entre los dos principales partidos y la constatación de que Rajoy carece de las ideas y del coraje necesario para asumir el control de la situación sin ampararse en policías, jueces y ahora también el Rey. Las declaraciones medrosas de Rajoy y de Soraya Sáenz de Santamaría, sus apelaciones a la nada, las permanentes mentiras del Gobierno sobre la situación real, el fracaso absoluto del régimen político del 78, alimentan al mismo tiempo a la otra parte. Ni en su mayor grado de optimismo podía imaginar Puigdemont un escenario tan cómodo para recorrer el camino hacia una independencia que cada vez tiene más cerca. Acorralado el Gobierno, con un PSOE siendo el oximonón antiespañol que siempre fue, con una ultraizquierda revoloteando como buitres sobre los restos mortecinos del Estado, con policías y guardias civiles abandonados por su gobierno, indefensos y acosados permanentemente, con los separatistas ya dueños de la calle y de las infraestructruras, a Puigdemont le basta con prolongar el conflicto para que la situación se haga insostenible y los principales líderes mundiales urjan a Rajoy al acuerdo como paso previo a la rendición. La situación es tan inverosímil como sería la de un herido grave por arma de fuego, que fuese trasladado a un hospital perdiendo sangre a borbotones. A continuación, el cirujano jefe esperaría hasta contar con el apoyo de la auxiliar de enfermería para practicar los primeros auxilios al herido. O peor aún, que es lo que está haciendo Rajoy, quedarse de brazos cruzados hasta que la policía detenga al pistolero.

Han pasado ya más de 48 horas desde el golpe separatista del domingo y el Gobierno no ha tomado ninguna medida ejecutiva contra Puigdemont, ni contra Junqueras, ni contra Forcadell, ni contra los mandos de los Mossos, ni ha explicado a los españoles cómo va a asegurarse el control de esa fuerza de 14 mil hombres que participó por activa o por pasiva en la insurrección. La conducta de Rajoy y del Gobierno ya sólo puede ser catalogada de alta traición. Un estadista patriota no necesita esperar a que otros refrenden las decisiones que la exigencia de su cargo obligan a tomar a Rajoy con la máxima firmeza. Podemos asegurar que tampoco van a ser tomadas en el futuro. Comienza a instalarse en nosotros el convencimiento de que todos los acontecimientos que se viven en Cataluña desde hace meses, incluyendo el atentado de las Ramblas, responden a un guión pactado desde distintas instancias.

Hemos sostenido que la parálisis y el inmovilismo del Gobierno sólo podía responder a la cobardía o la traición de sus miembros. Hoy introducimos un tercer factor en juego, que aglutinaría las dos anteriores, que ya está siendo barajado en algunos círculos: que el Gobierno y los centros de poder hayan entrado en pánico ante la posibilidad de que Puigdemont haga uso de los dosieres de Pujol si Rajoy da pasos en la dirección de abortar la declaración de independencia. El ex president de la Generalitat dispuso de un servicio de inteligencia conocido como los “Pata Negra” formado por ex agentes del entonces CESID que elaboraron informes durante años sobre las redes de corrupción, escándalos y sus ramificaciones en todo el Estado español. La filtración de los dosieres haría tambalear lo que queda del Estado.

El ex molt honorable, Jordi Pujol, ya hizo un amago durante su comparecencia en el Parlament catalán, el 25 de septiembre de 2014, cuando al ser interpelado sobre el origen de su fortuna que atribuía a la herencia de su padre, y ante las dudas de algunos diputados, manifestó que si ponía en marcha el ventilador se iba a armar gorda.

Lo que pocos conocen, pero si el Gobierno Rajoy, la oposición y los centros de poder, es que tras el escándalo de Banca Catalana, Pujol lo tuvo claro. Logró que los miembros del tribunal que le juzgaba fueran convenientemente tocados. Sorprendentemente salió absuelto.

El Gobierno de Felipe González había ordenado a los fiscales que dejaran en paz al molt honorable. Y ahora que uno de los fiscales, Villarejo, no tiene inconveniente en airear la orden que le dieron, debemos recordar el párrafo de Salvador Sostres en “El Mundo” contando cómo se enterró el caso Banca Catalana:

“Piqué Vidal hizo una lista de los 41 magistrados de la Audiencia de Barcelona que tenían que decidir si procesaban o no a Pujol y visitó uno a uno a los que calculaba que estaban más dispuestos a dejarse convencer. Y a cada uno de ellos les hizo una oferta que no pudieron rechazar”.

“No una oferta genérica -prosigue Sostres- sino perfectamente personalizada: ayudas al hijo yonqui, el puesto de trabajo de la esposa con problemas, cantidades económicas para las situaciones desesperadas, etcétera. Todo ello, naturalmente, con cargo al erario público. Un día antes de la votación, en 1986, Piqué Vidal estuvo en condiciones de anunciarle a Pujol: ‘Presidente, ganaréis por 33 a 8’, que fue exactamente el resultado de la votación del día siguiente”.

Por supuesto que para llegar a cambiar la voluntad de 33 jueces hubo una minuciosa labor de inteligencia que investigó las debilidades de cada uno de los magistrados.

A partir de esa experiencia y para extender el control a jueces, fiscales, políticos, empresarios y otras personalidades, desde la Generalidad Pujol montó un servicio secreto de agentes conocidos como los “Pata Negra”.

Algunos de ellos eran agentes de la “antena” (oficina) del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) en Barcelona, que en su momento fueron utilizados por el ministro de Defensa Eduardo Serra para investigar las andanzas de Javier de la Rosa, entre otras misiones impropias.

Parte de los agentes pasaron al servicio de Pujol cuando se desmontó la “antena” del CESID en Cataluña, una de las exigencias de CiU para apoyar la investidura de José María Aznar en 1996 tras ganarle las elecciones a Felipe González, pero sin mayoría absoluta.

La sociedad española ha comprobado cómo el escándalo Pujol ha sido tratado con algodones por jueces, fiscales y el propio Gobierno que no se atreve a que el ex-molt honorable pase la pena del telediario.

En el despliegue policial de hace un año, los doscientos agentes que intervinieron en los registros de las viviendas y oficinas del Clan Pujol en Barcelona debían tener sumo cuidado. Habían recibido órdenes taxativas de no realizar ninguna detención, fueran cuales fueran los resultados de los registros.

Incluso cuando acudieron al domicilio del matrimonio Pujol-Ferrusola donde se encontraba convaleciente de una operación quirúrgica en el hombro el hijo mayor, las indicaciones eran muy precisas: sólo debían acceder a la habitación de Jordi junior. No podían buscar pruebas en otras dependencias de la vivienda.

La explicación es sencilla: el Gobierno tenía miedo de enfadar a Jordi Pujol y que empezase a tirar de los dossiers elaborados por los “Pata Negra” y salieran a relucir decenas y decenas de escándalos.

Parece que las visitas de Carles Puigdemont y Artur Mas a Jordi Pujol guardan relación con la estrategia sobre dichos dosieres que, aseguran fuentes conocedoras de los mismos, recogen pormenorizadas informaciones sobre las redes de corrupción, escándalos y sus ramificaciones en todo el Estado español.

Se confirma, una vez más, que la información es poder. Si Soraya Sáenz de Santamaría es tan poderosa, intocable por los medios escritos y respetada por la clase política, se debe a la información que el servicio secreto, que todo lo escucha y todo lo ve, le ha proporcionado en estos cuatro años que lleva como jefa de los espías.

Ni el propio presidente Rajoy se atreve a ningunearla, sabedor de que en cualquier momento pueden indicar a sus fieles de la prensa que empiecen a filtrar capítulos del famoso Informe Pelícano, del que ya dimos a conocer su existencia en este medio.

Pujol lleva más de treinta años acumulando informes, muchos de infarto y sorprendentes. De ahí el pánico a que ponga en marcha el ventilador si se impide a Puigdemont culminar su hoja de ruta hacia la independencia. Entre tanto, lo que se le habría permitido a Rajoy son labores de distracción, como las cargas policiales del domingo, que reforzaron todavía más la estrategia secesionista.

ALERTA DIGITAL

Magnífico artículo el que reproducimos.


NOTA: Esto encaja con nuestro artículo anterior. El Rey, que está limpio de corrupción, DEBE deponer a Rajoy antes de actuar en Cataluña o Rajoy lo traicionará porque tiene lo que se denomina un miedo insuperable. El Gobierno jamás va a actuar, al revés, va a colaborar con la secesión de Cataluña.

Señor García-Trevijano: informe al Rey de todo esto, porque Soraya Sáenz de Santamaría no va a hacerlo.




España tiene un estado de
mierda



España es un estado en descomposición, sin dirección ni objeto. Nación de naciones, dicen algunos descerebrados con más hormonas que sentido común, deseando subirse cuanto antes al machito para robarnos hasta los calzoncillos sucios. Otros presumen de haber robado ya en directo, ante las cámaras de televisión. El presidente del Gobierno ha cometido perjurio sin despeinarse --aunque balbuceando un poco, supongo que porque a cualquiera le faltan tablas para decir tanto "no sé", "no me consta", "no creo", "no sé nada de finanzas", habiendo sido secretario general del PP durante todos los años en los que se cometieron los más de cien casos de corrupción que asolan al PP, "organización criminal", según la Judicatura.

Mientras, los verdaderos amos del mundo, los banqueros sin prepucio y cuya Ley les permite tratar al resto de la humanidad como si fuera ganado, financian al estado español al 2% con créditos ilimitados, con dinero nuevo, fresca la tinta, dinero recién creado de la nada salido de sus kipas como el humo de una cachimba vieja. ¿Por qué? Pues porque España representa lo que ellos quieren para Occidente entero: servidumbre voluntaria y corrupción absoluta. España es el modelo a seguir: inmigración descontrolada, sindicatos serviles al Estado, partidos corruptos desde su nacimiento, división social, paraíso de feministas y maricones, transexuales y putas. Con una población autóctona de 40 millones de ignorantes de todo lo importante, descerebrados que reniegan de su bajísima extracción social; chusma sin cultura ninguna, sin salud, sin dignidad, sin moral y sin ética. Gentuza de pésimos gustos, adicta a la tele y a mentir en las redes sociales, a copiar y reproducir ideas políticamente correctas, a saltarse la gramática diciendo absurdidades como "nosotros y nosotras", o "miembros y miembras, vástagos y vástagas", hasta que lleguemos algún día al absurdo total de "personas y personos, víctimas y víctimos, independentistas e independentistos, gentuzas y gentuzos"...

España es un país de golpistas al servicio de la banca internacional y de sus petroleras: ahora en Venezuela alienta el crimen, sigue la senda del golpismo aznarista que trató de derribar y asesinar a Hugo Chávez. Da igual si es un nacional-católico como Rajoy o un pseudo-socialista como Zapatero. Todos los políticos españoles contra la democracia, a favor de la privatización de las reservas de crudo venezolanas, las mayores del planeta y de la banca nacional venezolana, una de las pocas que no controlan los Rothschild.

España, modelo de servilismo. Nos lo hemos ganado a pulso. ¡Anda ya a la mierda, España!

ÁCRATA CABREADO







Estacazo al corazón

PP, la soberbia como seña de identidad





El PP está muerto. Pero, como al Conde Drácula, hay que rematarlo con una estaca de madera en el corazón para estar seguros, y que nuestros hijos no tengan que rellenarse sus partes de dientes de ajo para salir a la calle. Pongámonos todos a ello, no vaya a revivir y nos joda cuatro años más, que todo es posible en este país de hijos de puta, cagones, miedosos y rastreros come pollas.

Noticias de Génova, "13 rue del Percebe", nos filtran que el PP asume el desastre en las elecciones generales del 20 de diciembre, con una bajada mínima de 60 diputados. Aunque se temen resultados aún peores, que es lo que esperamos casi todos los españoles de bien. No así los fundamentalistas católicos --los curas, las monjas y los numerarios del Opus votan--, no una buena parte de los funcionarios que viven como dios relativamente; no muchos jubilados, que sobreviven con sus pensiones mientras se ríen de los autónomos que sufren infartos; no los rentistas que recortan cupones de sus bonos y acciones y quieren seguir haciéndolo, no importa a costa de qué: de que este engendro que se denomina España sobreviva o fallezca, que le den por culo, que 'lo que somos es europeos'. El votante ideal del PP es, por lo tanto, un funcionario de misa semanal, jubilado, con piso propio pagado y unos 150.000 euros en acciones --no en preferentes y otras estafas de bancos y arriagas. El votante del PP es un miembro de la derecha sociológica que votaría a Francisco Franco si se presentara a las elecciones del 20D, aunque preferiría que el general tomara el poder otra vez a tiro limpio, y se hiciera cargo de garzones e iglesiones al viejo estilo del paredón desportillado.

El PP tiene hoy una comodísima mayoría absoluta de 186 diputados (PP en estado puro + coaliciones peperas) que le ha permitido hacer y deshacer a su antojo en este país, que ya, más que un país, es una explotación ganadera lanar. Y lo que han perpetrado ha sido la destrucción de los fundamentos de la sociedad, el enfrentamiento de clases, despeñando el índice de Gini (que mide la desigualdad, ignorantes) a las alturas del de EEUU. Y claro, ha regurgitado el embrión de nuevos partidos de corte pseudo-revolucionario con tinte marxistoide/monárquico. Por eso, el Poder Económico --banca, nobleza, alta burguesía, milicia y clero-- está apoyando descaradamente una alternativa de centro (no populista; o sea, de derechas, hablemos claro) como es Ciutadans/Ciudadanos/Citizens/Citoyens, que experimenta el crecimiento más asombroso visto jamás en un partido que nació como autonómico, oposición al fachismo nacionalista imperante en Cataluña, creación de un cómico llamado Albert Boadella. Poca broma, que dicen los catalanes cuando quieren significar que te tomes algo en serio.

El primer problema que se plantea el PP ahora mismo no es otro que confeccionar las listas electorales tan ademocráticamente como pueda, agradeciendo favores y tapando bocas de chivato, que si todos los aspirantes a un barcenazo hablasen de golpe, iban a faltar micrófonos en España. La realidad: A partir del diputado 100, el sillón no es seguro. Sobre todo en ciudades populosas, donde el dúo dinámico Ciudadanos/Podemos va a hacer leña tanto del PP como del PSOE y la va a echar a arder como a falla valenciana.

En España la ley electoral es la que es. Mala con cojones. Todo dios sabe que soy republicano desde el hocico hasta la punta del rabo, pasando por la del capullo, morado para más señas. Así que mi crítica será considerada y muy moderada esta vez, para que no se me note:

-malo es que tengamos un jefe del estado menos electo que un cáncer de colon y tan poco decorativo que un poste de teléfonos en un belén, un mangas más tonto que su padre, que ya es decir, con una consorte plebeya de dudosísima reputación --abortos, amantes...--;

-malo es que al presidente del gobierno lo elijan, en un remedo de segunda vuelta electoral, no los electores que hacen de cuerpo, sino los representantes de ese cuerpo salidos de unas listas confeccionadas como premios a la servidumbre, menos democráticamente que la ropa de Zara de Pakistán;

-malo es todo eso, pero lo malo de verdad es que el voto en las ciudades valga mucho menos que en el campo (un diputado cuesta en Soria 48.000 votos y en Madrid, 188.000), saltándose la regla democrática básica de un ojete, un voto.

Si, por lo menos, la investidura del presidente del gobierno se votase con la fuerza en las urnas de cada partido... pero no, eso no le gusta al Poder porque tiene demasiada lógica, no vayamos a acostumbrarnos los españoles a la lógica y montemos un asalto a la Bastilla, que se cae de la mata de puro lógico. Y así lo veríamos todos si tuviéramos unas cuantas neuronas conectadas entre sí y éstas, a su vez, a las pelotas.

Con estos mimbres, la innovación política, que nace forzosamente en las ciudades, es más lenta que las balas de Mátrix.

El PP es un partido acabado desde todos los puntos de vista desde los que pueda analizárselo en un mundo remotamente democrático. Señalo someramente, a continuación, sus deficiencias más evidentes, las que a nadie se le escapan, que son:

-su completo desconocimiento de la ciencia económica,

-su corrupción, paradigma de todas las corrupciones,

-su insensibilidad social,

-su ineficacia,

-su injusticia redistributiva (tax rulings secretas)

-su servidumbre a la usura internacional,

-su uso de las puertas giratorias,

-su desprecio por la población española,

-su desmigamiento del estado del bienestar,

-su represión social (Ley Mordaza),

-su militarismo atlantista digno de la Bombardera de Trípoli (la malaputa de la Chacón),

-su utilización de los poderes del estado, de los jueces, como si fueran peones de su cortijo, y

-su ostentosa sumisión a lo peor de la Iglesia, que es el nefasto y criminal Opus Dei.

Todas estas penosísimas deficiencias se destilan en una sola: los cargazos del PP adolecen de una soberbia en grado superlativo, consecuencia de enseñanzas en colegios marianistas, jesuitas y del Opus, soberbia que exudan cada vez que se sueltan un poco o se ponen nerviosos.

Acratas.net me ha encargado --a cambio de una contraprestación económica de cero euros, que es diez veces más de lo que me ha venido pagando hasta ahora-- algunos artículos en los que desmenuce estos aspectos antes del 20D. Lo hago muy gustoso, a pesar de las arcadas que me produce, que combato con whisky de Tennessee y cerveza doble malta. Pero mira, si puedo conseguir que el PP tenga un diputado menos el 20D, me daré por satisfecho, siempre y cuando ese puto diputado no se vaya al PSOE. ¡Qué digo!, tiro de la manta aun a riesgo de constiparme: me vale con que uno de ellos sea manco. Con eso y con que la Mariana se vaya a su puta casa y pase a la Historia como el peor presidente que ha habido en España, quitándole el título al mismísimo Zapatero.

Y, coño, sin querer, he dicho la única cosa presentable, si no decente, que tiene Mariano Rajoy Brey: que es maricón de culo, que lo han sacado del armario varias veces ya (la mala bestia del Losantos lo llama abiertamente Maricomplejines y Alfonso Guerra, lo calificó de “mariposón”, sabiendo bien lo que se decía). Mariano es un pusilánime y un acomplejado, verdadera causa por la que Josemari Aznar lo designó sucesor, para manejarlo como a una marioneta. Maricón, sí. Increíble coincidencia en un tío que se llama Mari-Ano, ya lo sé. Sin embargo, vaya a su favor, se negó a firmar una iniciativa en el Congreso contra el matrimonio gay. Y no hay más que ver la cara de mal follada que tiene su mujer, a la que siempre se ha fertilizado artificialmente en la clínica Dexeus de Barcelona, para que esté todo más claro que una mañana de agosto en las Azores. Pero bueno, dejemos de lado el agujero del culo de Mariano, que el resto del PP echa mucha más peste, más peste que una caja de sardinas tirada en un contenedor tres semanas. Me quedo corto: las gaviotas peperas llevan pudriéndose mucho más que las sardinas, desde los tiempos de Manolo Fraga Iribarne. Don Manuel fue el mentor de Mariano, por cierto, y lo obligó a casarse para acallar ciertos bien cimentados rumores.

En fin, se acabó hablar bien del PP, así que, en vez de mencionar que la Cospedal aún tiene un polvo culero, diré que durante su presidencia en Castilla La Mancha hubo más manchas que en los calzoncillos de un seminarista.

Pero tiempo habrá para sacarlas a orearse al sol.

MHdP

Siguiente capítulo: "La corrupción".




Nos abstenemos.
Aunque si queremos votar,
Podemos




ÁCRATAS


 

Aniquilación
del arte y devastación del hombre


"La fuente", de Marcel Duchamp


El libro “Intelectuales de consumo. Literatura y cultura de Estado en España (1982-2009)”, de José Antonio Fortes, es valioso como denuncia fundamentada. Describe con realismo a los intelectuales, ellas y ellos, de la izquierda tras el triunfo electoral de ésta en 1982. Les tilda de “intocables. Insaciables. Como dioses”, en una situación en que “nadie se atreve ni siquiera a rechistar” contra tal estado de cosas, por el poder inmenso que acumulan y la manera brutal como lo usan. Son los “intelectuales de Estado” que han ido segregando “una cultura de Estado” plenamente monetizada y mercantilizada, “una cultura dirigida”, sin libertad y contra la libertad.

Fortes señala a los personajes de la izquierda cultural, aupados al poder, el dinero y la fama, Joaquín Sabina(1), Luis García Montero(2), Pedro Almodóvar, Fernando Savater (primero anarquista y luego de derechas), Carmen Maura, Camilo José Cela(3), Almudena Grandes, Antonio Muñoz Molina, Rosa Montero, José Antonio Marina, Felipe Benítez Reyes, Luis Antonio de Villena, Elvira Lindo, Miguel García Posada, Luis Alberto de Cuenca, Maruja Torres, Javier Cercas, entre otros, promovidos por el diario El País, la cadena Ser y las televisiones ligadas a Prisa(4), los medios adoctrinadores por excelencia del progresismo en los últimos 40 años, actuar que se explica, también, porque entre los accionistas de dicho diario están, en la actualidad, el financiero G. Soros y el Banco de Santander.

Les denomina la “progresía”, “el rojerío”, unos virtuosos en “el arte de las subvenciones”, en atrapar sinecuras, galardones, regalías, premios, fielatos, ayudas, franquicias, inmunidades y momios procedentes de la Unión Europea, el gobierno central, las autonomías, los ayuntamientos, las Fundaciones de las grandes empresas, el aparato académico, ciertas embajadas, etc., etc. Por tanto, son los hacedores de una cultura inmunda, que se vende, que se prostituye.

Tienen “una ideología estatal capitalista” añade Fortes, “a sueldo o nómina del Estado para una cultura estatal, de Arte y Estado”, cuya meta es “el negocio fácil y rápido”. Fustiga a “las mafias intelectuales”, a “la mafia roja”, devenida “mafia de la ceja”, en los tiempos de Zapatero, que se apropia de la considerable masa monetaria que la entidad estatal dedica a elaborar subproductos culturales y estéticos para consumo de la plebe, mera “quincallería”.

Examina el caso de las revistas subvencionadas, tan abundantes en recursos pecuniarios como escasas de calidad y de lectores. Se mofa de la retórica de los intelectuales “comprometidos”, cuya meta era y es llevar una vida parasitaria y hedonista, frívola e irresponsable, explotadora y derrochadora, una nueva burguesía de Estado que acumula capital en la industria cultural, pues “la cultura de Estado” ha llegado a ser un “negocio redondo”. Su enumeración sólo de los premios con que se lucran los estetócratas al servicio del parlamentarismo actual, pasma e incluso marea, debido a su número y variedad pero, sobre todo, a lo suculento de sus dotaciones.

El “pago por los servicios prestados” al Estado -por tanto a la patronal- ha constituido una burguesía cultural “roja” multimillonaria. Sus integrantes están “todos colocados”, en plantilla como “funcionarios e intelectuales orgánicos del sistema culturalista de Estado” creado desde y con la Constitución de 1978, obra sobre todo de la izquierda, el texto político-jurídico hoy vigente.

Se detiene en el análisis del Centro Lorca, abierto en Granada por la casta pedantocrática para rentabilizar crematistamente la memoria del autor de “Romancero gitano”, mostrando las crecidas sumas que maneja. De paso, propina un varapalo a Rafael Alberti, cuya obra tiene por “basura y miseria intelectuales”, y otro al propio Lorca, al denostar “el pensamiento reaccionario lorquiano”.

Todo ese mundo es calificado por Fortes de “rojerío de consumo”, consagrado al “negocio legal culturalista”, al “timo cultural”(5).

Un logrado momento del libro es cuando describe la conexión izquierda- derecha en el terreno de la subcultura institucional, señalando que J.M. Aznar fue enfático lector de “Habitaciones separadas”, poemario del vate rojo por excelencia, Luis García Montero. Muestra, pues, a derechas e izquierdas como lo que son, análogas e iguales en lo que importa y sólo diferenciadas en la retórica y el palabreo. Dando un paso más, cuantifica los considerables fondos otorgados a “los progres y rojos” por el gobierno neocón aznarista del PP. Esto coincide con otro dato, el mantenimiento por aquél de la legislación promulgada por la izquierda, lo que se ha vuelto a repetir con Rajoy.

No sólo son unos trincones sino que las y los integrantes de la intelectualidad izquierdistas se caracterizan, según Fortes, por “la ignorancia supina, la inlectura, la indocumentación, el vacío de cualquier ¿estudio? de la literatura, de toda investigación histórica y literaria”, siendo muy pobres sus obras en logros estéticos. Centra sus dicterios en Almudena Grandes, la novelista principal de la izquierda cuya obra es, ciertamente, ignominiosa.

Lo que expone Fortes no es, con todo, nuevo, aunque sí lo es por el vigor de la denuncia, la valentía con que está formulado y el uso de un lenguaje ajustado, innovador. Manuel García Viñó, en varios de sus libros, sobre todo en “El País, la cultura como negocio”, desarrolla formulaciones similares sobre la casta estetócrata progre, citando los mismos nombres y apellidos. Más recientemente, Gregorio Morán, en “El cura y los mandarines. Cultura y política en España, 1962- 1996”(6), investiga a la intelectualidad izquierdista que se hace con una parte sustantiva del poder de adoctrinar y catequizar al ser instaurados el parlamentarismo y la Constitución de 1978, y que lo mantiene hasta hoy.

Dedicado también a escrutar las desventuras de la cultura actual está “La mala puta. Réquiem por la literatura española”, de Miguel Dalmau y Román Piña. Merece la pena reproducir una frase del primero, “nuestro país ha bajado el listón en todo, salvo en incultura, grosería, frivolidad, falta de ética y estupidez”.

Fijémonos en lo de la “falta de ética”. Dado que la intelectualidad de la izquierda arguye que aquélla es “burguesa” la inmoralidad debe ser... ¿qué?, ¿quizá “proletaria”? De ese modo han universalizado y empeorado la fobia hacia la ética propia del burgués, del empresario, del dominador, del torturador, del escuadrista. Así, la izquierda nos está transportando desde la sociedad capitalista a la hiper- capitalista, su genuina meta estratégica. La inmoralidad en arte y cultura contribuye, conviene repetirlo, a hacer de éstos un ejercicio de prostitución continuada.

Ello ha resultado de la obvia hegemonía política, cultural, ideológica y académica de la izquierda, mantenida durante muchos años, al haber sido constituida al final del franquismo, en 1974-1978, y preservada hasta hoy por los poderes fácticos, estatales y empresariales. Su letalidad, sumada a la del régimen de Franco, ha producido una sociedad sin cultura, sin saberes, sin valores, sin arte, sin estética, sin ética, sin creatividad, sin calidad del sujeto, una formación social aberrante, con un futuro muy problemático. Por eso en el presente no existe el arte, salvo de manera excepcional y en la semi-clandestinidad. Nos queda el arte del pasado, cada dia más dificultosamente comprendido, y poco más.

EL MARCO POLITICO E IDEOLÓGICO

La izquierda nos ha destruido como sociedad y como seres humanos. Lo ha hecho para salvaguardar a los intereses de los poderes económicos, de la burguesía, de la gran empresa, a quien sirve como heredera y continuadora del franquismo en lo que es más primordial, como fuerza anti-revolucionaria y pro-capitalista fundamental.

José Antonio Fortes, en su obra, se declara adscrito ideológicamente, al parecer, a una combinación de marxismo y anarquismo, y cita favorablemente a Gramsci. Esto es chocante pues los intelectuales que con tanto vigor denuncia son, en una buena parte, afiliados al PCE (hoy IU), partido que se llama marxista y que suele reclamarse de aquél. También se muestra partidario de la “poesía social” y el “arte social”, aunque no cita la denominada “cultura proletaria”, en boga en los años 30 del siglo pasado.

El marxismo concibe el arte como propaganda, como una sección de su aparato de propaganda. Lo reduce a medio e instrumento, negando su centralidad y valía. En consecuencia desestima la calidad en el arte, no aprecia los recursos estilísticos, no exhorta al artista a que domine su oficio y desdeña la estética.

El marxismo ignora que el ser humano tiene necesidades espirituales, en el asunto concreto que nos ocupa necesidad apremiante de trascendencia, de emocionalidad, de belleza, de conocimiento, de sublimidad. Niega que aquél es, o puede ser, causa consciente de sí en buena medida, y no solamente efecto de las condiciones económicas y sociales, lo que le lleva a desentenderse de una de las grandes tareas existenciales, autoconstruirse a sí mismo. El anarquismo suele compartir lo medular de tales formulaciones.

El “arte social” se ocupa de las luchas reivindicativas y de las metas finales económico-sociales supuestamente emancipadoras, las utopías sociales, en realidad distopías. Vale decir, se concentra en la demanda de más dinero, más consumo, más servicios estatales, mayor nivel de vida, etc. Sólo lo que es tangible, material, consumible y provechoso le motiva, por lo que deja a un lado las demandas espirituales tanto como al sujeto que necesita autoedificarse, también en lo estético, emocional, sensible, pasional y espiritual. Dicha concepción del arte 5 convierte la parte en el todo y yerra en su interpretación de la condición humana, desespiritualiza y cercena componentes decisivos de la persona. Eso explica que no haya logrado crear apenas nada valioso en cultura y arte.

Lo expuesto permite comprender por qué Fortes aunque realiza una crítica atinada y, en cierto sentido, magistral de la burguesía cultural izquierdista actual no logra penetrar en las causas últimas de lo que impugna ni, mucho menos ofrecer una propuesta alternativa superadora, útil para ir construyendo una estética renovada y un arte revolucionario para el siglo XXI, que sean la negación práctica de lo que las instituciones y la burguesía promueven, financian e imponen.

La crítica, por ajustada y acerada que sea, es insuficiente(7).

El autor citado empeora su capacidad para formular una propuesta cultural y estética transformadora al adscribirse a unos sistemas de creencias que operan de manera axiomática, el marxismo y también el anarquismo. Quienes se guían por éstos extraen deductivamente de dichas doctrinas, concebidas como principios o dogmas, las pretendidas respuestas a los diversos asuntos y situaciones del hoy, proceder que está en contradicción con el estudio aideológico de la realidad, de la experiencia, y con la determinación de la verdad concreta-finita desde ese estudio.

Sin realidad ateórica y experiencialmente aprehendida no hay verdad. Sin verdad no hay propuestas transformadoras, no hay estrategia ni líneas de acción. En lo tratado, la literatura y las artes, no puede haber proposiciones estéticas renovadoras si se parte de sistemas dogmáticos, de “ismos”, máxime cuando tales doctrinarismos han proporcionado resultados muy negativos en las experiencias históricas en que han sido protagonistas, por ejemplo, la guerra civil. No hay sistemas de ideas válidos al margen de la experiencia, de sus logros experienciales positivos o de la ausencia de ellos. No existen verdades sustantivas a priori.

Otrosí, Fortes, consecuente con el aparato doctrinal del marxismo, ignora la noción más necesaria para situarse fuera y enfrente del orden vigente, la de revolución. El marxismo, como es sabido, dejando de lado algunas frases endisonancia con lo primordial de su corpus teórico y propuestas, evita y margina de facto la idea de revolución, es socialdemócrata. Por eso resulta ser, a fin de cuentas, una acalorada loa del capitalismo so capa de criticarlo, o más exactamente, una afirmación idealizadora de un mega-capitalismo “perfecto” en el futuro sustentada en la negación del capitalismo imperfecto realmente existente en el presente.

La noción de revolución, en tanto que inmensa mutación integral que abarca el orden social, al sujeto y la cosmovisión, se hace imprescindible para enunciar, proponer y realizar el gran cambio estético necesario si se desea derrotar y superar a la cultura y arte institucionales. Cuando esa percepción y voluntad de transformación global no existe (y en Fortes, en efecto, no existe), todo lo que puede hacerse es denostar las pillerías de la estetocracia dominante, sin avance ni creación de lo nuevo. Ello equivale a estancarse en la crítica, a agotarse en ella.

La interpretación economicista y politicista de la vida social y del individuo, propia de las ideologías proletaristas decimonónicas (sobre todo el marxismo) no permite ser creativos sobre la vida inmaterial de los seres humanos. Por eso aquéllas no han proporcionado, según se dijo, apenas nada valioso en el dominio de la cultura, de la literatura y el arte, comenzando porque no admiten la autonomía y centralidad de estas prácticas que, según se expuso, rebajan a modos de propaganda y adoctrinamiento.

El análisis del libro de Fortes tampoco investiga por qué la intelectualidad de la izquierda, una vez establecido el régimen parlamentarista actual, se hace en bloque burguesía de Estado y se concentra en, por un lado, degradar la cultura hasta extremos escalofriantes y, por otro, enriquecerse y acumular capital. Aquél, por falta de espíritu revolucionario, no es contrario (o no lo es en el libro escrutado) al régimen parlamentario, de manera que falla en comprender que lo que denuncia no proviene solamente de la amoralidad y arribismo de dicha intelectualidad en tanto que grupo social sino de las condiciones políticas estatuidas.

Fortes, en su enfoque no-revolucionario de los asuntos que toca, ni siquiera señala como causa de mal, de mal cultural y estético también, a la Constitución de 1978, que estructura un orden de dictadura del ente estatal y la clase empresarial. Dicha dictadura fue primero constituida y luego vehementemente apoyada, en alianza con la derecha, por los partidos de la izquierda, PCE (luego IU), PSOE, grupos de la extrema izquierda y una parte notoria del anarquismo, formaciones a las que pertenecen los pedantócratas denostados por él, los cuales son firmes paladines de dicha dictadura.

Agotado el franquismo, las elites políticas, militares, académicas y económicas desde 1965 o incluso desde un poco antes, necesitaban un nuevo 7 aparato de dominación política. Para lograrlo ultiman un pacto con el PSOE y PCE por el cual éstos se reafirman en su línea institucional pro-capitalista, concretándola a las condiciones del momento, y los poderes de facto les premian, a partir de 1974- 1976, con una notable presencia institucional, considerables empleos estatales, sabrosas parcelas de poder y dinero, mucho dinero. La izquierda toda se hace de esa forma, en sus cuadros y notables, burguesía de Estado.

En ese marco se sitúa la acción de la estetocracia izquierdista, a la que el Estado y la banca confieren unos privilegios desmesurados, los descritos por Fortes e incluso bastantes más. Como contraprestación aquélla debía llevar a efecto una triple tarea, arruinar la cultura, devastar la literatura y el arte y embrutecer a las clases populares, todo ello para la creación más eficiente de seres nada.

La historia cultural de los últimos 40 años en lo que llaman España es el cumplimiento de ese proyecto o programa pactado. Llama la atención que la intelectualidad de izquierda esté realizando las mismas tareas que las efectuadas por la pedantocracia falangista y franquista en la etapa anterior. Cela fue, como se expuso, el nexo de unión entre ésta y aquélla, al ser él mismo falangista/franquista y de izquierda sucesivamente.

Por tanto, sin un enfoque revolucionario de los asuntos políticos no es posible establecer los fundamentos de una revolución estética, cultural, de la sensibilidad y las emociones, de las metas inmateriales y de los modos integrales de estar el ser humano en el mundo en tanto que realidad que trasciende la zoología y la economía. Y viceversa.

HACIA UNA REVOLUCIONARIZACIÓN DE LAS PRÁCTICAS ESTÉTICAS

Aunque Fortes no les cita explícitamente, leyendo su libro entre líneas se adivina el eco de las formulaciones realizadas por las vanguardias artísticas, con su pretensión de “aniquilar” el arte burgués. La realidad de aquéllas, del dadaísmo, surrealismo, constructivismo, etc., resultó ser bastante diferente, dado que fueron instrumentos para el quebranto del arte, la desintegración de la estética y el envilecimiento de la sensibilidad conforme a los intereses del capitalismo, que para aquellas fechas dio un paso adelante en la laminación proyectada de la esencia concreta humana.

El furor de tales “ismos”, sobre todo en sus pedestres Manifiestos(8), aparentemente contra el arte burgués, es parte de la cruzada para perpetrar la devastación general de la experiencia estética, para crear una sociedad sin cultura ni espiritualidad, para expandir la barbarie en nombre de una supuesta “lucha” contra el capitalismo, hipócrita y bufa por cuanto la gran mayoría de los mandamases de dichas vanguardias se enriquecían más intensamente cuanto más peroraban contra la burguesía. El arte burgués ha de ser rechazado y superado, sin duda, pero en esa operación hay que salvar lo que tiene de arte, de elaboración sobre el destino y la condición humana, de belleza y emoción.

Las vanguardias, especialmente las primeras de ellas, sostuvieron que cualquiera puede ser artista y cualquier producto puede ser arte. Es cierto el primer aserto, con la condición de que quien desee producir arte ha de esforzarse, es más, ha de autoconstruirse con voluntad firme como sujeto idóneo para la creación estética. De otro modo no es verdad. Y algo similar puede decirse de un producto determinado, que sólo será arte si suscita emoción estética.

Ciertamente, cualquiera puede cultivar un huerto pero sólo lo hace quien se esfuerza en aprender, se afana y suda la azada. Y no todo son hortalizas, un cardo no lo es, de la misma manera que cualquier cosa no es arte. La demagogia de las vanguardias, su culto por lo fácil y chapucero, su fobia al esfuerzo autoimpuesto, niega a la gente común las precondiciones para apropiarse del quehacer estético arrebatándoselo a la burguesía. Un siglo después constatamos lo estéril y aciago de todo ello. Al frivolizar problemas muy complejos las vanguardias se hacen instrumentos intelectuales de la burguesía.

Los caminos fáciles no llevan lejos. Crear una estética revolucionaria y un sujeto a la altura de esta tarea es quehacer de una complejidad formidable, lo que no puede ser eludido con formulaciones pueriles. Los seres nada no producen arte, ni siquiera lo aprecian o añoran. Sin auto-realizar su tránsito a seres humanos, lo que significa una revolución interior que afecte a lo nuclear del yo, la recuperación de la estética y el arte no es realizable.

En dependencia con las vanguardias está la formulación sobre “la muerte del arte”, o “el final del arte”, de moda hace unos decenios. El enfoque fue celebrar el “agotamiento” del arte burgués para, de facto, exacerbar los componentes politicistas, deshumanizadores, adoctrinadores, mercantilistas y banalizadores de las prácticas artísticas y literarias, en vez de formular como estrategia la tarea de ir constituyendo una estética revolucionaria integral, situada más allá de lo coyuntural, demagógico y agitativo, que confiera densidad, calidad y elevación al agonizante sujeto de la modernidad.

Parece de sentido común argüir que si la sociedad burguesa está extinguiendo el arte la única tarea revolucionaria es recuperarlo, limpiándolo de las adherencias institucionales que lo rebajan, instrumentalizan e incluso impiden existir. Pasemos a establecer los criterios que pueden orientar un renacimiento de la literatura y el arte.

El más importante reside en la concepción misma del ser humano, que no debe ser entendido como “homo oeconomicus” en ningún sentido, ni como empresario ni como proletario o asalariado ni como consumidor ni como contribuyente al fisco ni como, en general, criatura que se realiza desde la abundancia material, desde la plétora de las cosas. Eso es reduccionista, y por tanto inexacto, pues la economía es sólo parte y, además, principalmente medio al servicio de metas no-económicas. El ser humano existe en la forma de ente integral o ser de la completitud que, de manera natural, necesita realizar su todo finito a partir de su propio pensar, sentir y actuar. En él lo espiritual y material se equilibran y entrelazan sin dejar de estar en oposición.

En consecuencia, cualquier definición de lo humano desde la parte y lo parcial debe ser objetada. La persona es todo y totalidad, no porción. Es sujeto integral, no criatura mutilada. Necesita del todo y tiende a ello. Es total-finito en sí.

Desautorizado todo reduccionismo se ha de establecer como verdad experiencial la co-centralidad de las exigencias espirituales, por tanto, de las necesidades estéticas como parte o porción de aquéllas. La función del arte es satisfacerlas haciendo que el sujeto se edifique a sí mismo también en el proceso de consumarlo.

El arte no puede ser propaganda. Dado que en modo alguno es un quehacer vicario y subordinado no sirve a un fin externo a sí mismo salvo que lo haga en el proceso de ser él mismo, como parte necesaria de su afirmarse. A la vez, al liberarse de las ataduras que le impiden afianzarse en su autonomía y grandeza consustanciales demanda una sociedad sin fuerzas liberticidas, sin elites del poder, sin el imperio del capital ni la potestad del ente estatal. Necesita de la libertad, para ejercerla con responsabilidad.

La contribución a la realización integral de lo humano por medio de la práctica estética es el sentido, el todo, del arte, al expresar, realizar y multiplicar la vida emocional, pasional, cognoscitiva e imaginativa, la intensidad de la belleza, la grandeza de espíritu y la sublimidad psíquica. Así pues, ha de terminar el tiempo del supuesto arte frívolo e insignificante, banal y extravagante, vacío y meramente chirriante, que se agota en ocurrencias fáciles y “genialidades” epatantes, con su falsa rebeldía, en realidad una forma elaborada de servilismo ante el poder constituido. La trascendencia, la intensidad emocional y la seriedad han de ser algunos de los criterios organizadores del quehacer estético.

Eso significa devolver al arte la dignidad, el respeto y el autorrespeto, en oposición a quienes ahora lo envilecen con realizaciones supuestamente “transgresoras”, “provocadoras” e “irreverentes”(9), una de las más chocarreras herencias de las vanguardias artísticas, que expresan el conformismo, ininteligencia, ausencia de decoro y falta de substancia emocional de quienes las efectúan, además de su afán de enriquecerse y medrar.

Hacer de la creación artística una experiencia transcendente equivale a dotarla de una sólida y permanente seriedad. Así puede producir obras que sobrecojan por su excelsitud, arrebaten por su intensidad y estremezcan por su fuerza expresiva, que nos hagan conocer las más genuinas emociones, pasiones y pulsiones espirituales. Éstas, manifestándose de ese modo, se hacen también estados corporales, lo que es excelente(10).

El quehacer artístico y literario, en consecuencia, tiene que dejar de ser descuidado y liviano obrar que busca lo fácil, lo más rentable en el mercado, para transformarse en esfuerzo meticuloso y persistente, en un entregarse y darse sin esperar o desear nada a cambio salvo el triunfo de la excelencia en la obra de arte. La belleza y la sublimidad son metas en sí mismas, que se justifican exclusivamente con su propia grandeza, valía y significación.

Es la obra, mucho más que el artista, lo que cuenta. La obra como don y no como mercancía. El artista en tanto que sujeto que se pone al servicio, no como “genio” o déspota que pone todo y a todos a su servicio. La meta final es la reconstitución de los valores estéticos y la restitución de la trascendencia conforme a las necesidades espirituales del ahora.

El objetivo es preservar la literatura y el arte de su destrucción programada con el fin de salvar al ser humano de su definitiva degradación a ser nada. Esta formulación contribuye a purgar el arte de frivolidad, al situarlo como quehacer y tarea decisiva, que recupera y afirma la esencia concreta humana en unas circunstancias cada día más inquietantes, cuando nos adentramos en la era de la posthumanidad, de general disolución y liquidación de lo humano.

El arte tiene que dar expresión a los atributos que hoy están en trance de extinción, a lo más nuclear de la condición humana en desintegración. Para crear y recrear a la persona como ser sintiente, emocional, pasional, entusiasta, generoso, afectuoso y vivencial está obligado a valerse de los mejores y más depurados procedimientos estilísticos. La busca de la excelencia, en oposición a la mentalidad chapucera, fácil y extravagante dominante, ha de ser una expresión de creatividad y vitalidad, de innovación permanente y voluntad de trascendencia.

El sujeto reafirmado de ese modo, y lo humano constituido, son los ingredientes esenciales de la revolución por hacer, que para elevarse a integral necesariamente ha de ser también una revolución estética, cultural y artística. La política es sólo parte, y la economía es únicamente otra parte, por lo que si todo se pone al servicio de ellas lo humano sufre y la revolución no encuentra quienes la realicen, las y los revolucionarios.

El capitalismo es muchísimo más que economía, y el Estado es muchísimo más que política. Uno y otro, para existir y expandirse, constituyen seres crecientemente subhumanos, conforme a su naturaleza y necesidades, lo que es una labor no-reduccionista e hiper-compleja que debe ser contrarrestado y combatido desde estos mismos postulados.

La revolución tiene que ser concebida como un crecimiento múltiple de lo humano que, al alcanzar un nivel en su ascensión y expansión, provoca una implosión social general que barre y supera el actual orden de dominación, empresarial, partitocrático, clerical, académico, militar, estatal. El arte tiene, así pues, que tratar las grandes cuestiones, hoy olvidadas o dadas de lado, los valores más primordiales, los estados psíquicos medulares, las metas verdaderamente decisivas, en suma, los fundamentos mismos de nuestra condición.

Frente a las pretendidas literatura y arte que degradan, mutilan y depravan(11) hay que construir otras que edifiquen y establezcan, que fundamenten, incrementen y amplíen. Tales, son incompatibles con el actual sistema de dominación.

Esa producción estética tiene que coincidir, como es lógico, con una política revolucionaria, aunque sin perder su autonomía, valía y mismidad, porque la reducción del arte a política es funesta, para el arte y para la política, si ésta es revolucionaria pero no socialdemócrata. El arte debe poseer un espacio propio, al lado de la política pero diferente de ella, existiendo por sí. El artista ha de ser poliédrico, diverso y multifacético, por tanto, revolucionario en lo político, sin dejar de ser sujeto entregado a la realización de la belleza, la emoción, el apasionamiento, el conocimiento y la grandeza de espíritu.

Estetizar la vida es llenarla de esplendor, hacerla un existir cualitativo y exultante, que incorpore belleza y grandiosidad a cada realización u obra humana, sea ésta solemne o cotidiana(12). Todo ha de tener su vertiente elegante, exaltante, hermosa, amorosa, fuerte y elevada, hasta lo más humilde, usual y mínimo. Así la humanidad viviría en una apoteosis -finita- de la magnificencia y la sublimidad.

Necesitamos de, al menos, la belleza del lenguaje, la belleza de las formas, la belleza de los contenidos, la belleza de las cosas, la belleza de las relaciones, la belleza del conocimiento, la belleza de la naturaleza y la belleza de los seres humanos(13). Rousseau se aproxima a lo verdadero cuando expone que “si quitáis de nuestros corazones el amor a lo bello nos quitáis el encanto de vivir”, aunque dicho amor sirve para mucho más que para una existencia con encanto pues, exactamente, nos permite hacernos cualitativamente mejores y superiores.

Al mismo tiempo hay que recordar que el arte, además de belleza, ha de tener ese otro atributo indefinible al que Kant denomina “espíritu”, una sutil facultad de penetrar en lo hondo de nuestra psique para hacer vibrar sus potencias y atributos primordiales. Porque no basta con la belleza. En ésta no reside el todo del arte y en muchas ocasiones ni siquiera lo más importante, además de ser concreta e histórica en vez de abstracta e intemporal, por tanto mudable y diversa. Para que aquél exista ha de darse un más allá, a fin de cuentas indefinible e inefable aunque decisivo e imprescindible.

Para nombrar eso, en sí mismo inaprehensible e incluso indecible, nos valemos de un vocablo: sublime. Lo bello y lo sublime forman el par necesario para que el arte sea erigido desde unos cimientos bien trabados. Hoy, en lo que llaman arte, la belleza suele estar excluida pero todavía lo está más la sublimidad(14). Kant acierta al aducir que “la emoción producida por lo sublime es más fuerte que la producida por lo bello”. En consecuencia, dado que maximizar la vida emocional es una de las metas de lo artístico la categoría de sublime tiene que ocupar un lugar central en toda experiencia estética. Podría decirse que si la belleza nos seduce y conmueve la sublimidad nos estremece, exalta y engrandece.

Ésta se alcanza en homérica contienda con la mediocridad, la cobardía, la debilidad, el egotismo y el hedonismo, con la falta de sensibilidad, el vacío pasional y la irreflexión experiencial. Es sublime quien se propone metas sublimes y se empeña en realizarlas, admitiendo los riesgos y aceptando padecer por ellos. Únicamente el que se autocrea como sublime puede expresar estéticamente la sublimidad. Kant apunta que lo sublime es “fuerza del espíritu”, o dicho de otro modo, voluntad de ser con grandeza de miras desde el brío, el atrevimiento y el vigor.

De ahí que estetizar la vida sea mucho más que hacer bellas a las cosas y a los seres. Demanda constituir una totalidad compleja y dinámica de la pasión, la fuerza, la emoción, el entusiasmo, el coraje, la sabiduría y la fogosidad que sea el espacio de la existencia social e individual de los seres humanos y que constituya en lo sublime múltiple. Eso se ha de hacer a través de una gran autoexigencia, tensión espiritual y lograda maestría en la utilización de los recursos estilísticos. Con ello las facultades del espíritu serán elevadas a su expresión máxima, quedando el sujeto recuperado, revolucionarizado, rehumanizado.

Para obrar a favor de una gran transformación en el arte es preceptivo, según se ha expuesto, adoptar una posición revolucionaria ante el conjunto de lo real, incluida la propia existencia. Eso implica lanzar una mirada nueva al mundo y a las cosas, para dejar a un lado lo institucional e ir creando metas trascendentes, emociones seminales, categorías estéticas, estados de conciencia y percepciones de la vida espiritual toda que sean distintas y contrarias a las que hoy prevalecen. No es viable una nueva estética sin una nueva cosmovisión, y ésta sólo es posible de formular y realizar desde la noción de revolución.

No sólo la sociedad ha de ser percibida de una manera nueva sino uno mismo. Revolucionarizar el propio yo para hacer de él realidad activa y magnífica, que sea causa y no sólo efecto, es concebirse como creador de nuevas expresiones espirituales y físicas, como ser apto para la emoción y la excelencia. El artista no puede reducirse a especialista en producir arte sino elevarse a ser integral que promueve el todo-finito de su universo personal hasta el límite de sus posibilidades, e incluso más. En ese marco, además, hace arte.

Cuando el lúgubre aparato literario y estético institucional se va hundiendo en la rutina, la mediocridad, la repetición, la superficialidad, el espectáculo, el culto por lo establecido, la fealdad, la estatización y la esterilidad el problema de la creatividad, sobre todo individual pero también colectiva, se eleva a cuestión de primera importancia. Crear no es manufacturar ocurrencias y extravagancias para el mercado-Estado sino tratar las grandes cuestiones de lo humano en el tiempo presente según las reglas estéticas y conforme a la propia intuición. Porque hay creación y pseudo-creación. La precondición es dominar el oficio para desde ahí inducir una revolución psíquica valiéndose de los signos y códigos propios de lo artístico.

Ser innovador es ir autoconstruyéndose una nueva sensibilidad y un nuevo sistema emocional que sean pilares de una estética transformadora. Eso exige libertad, decisivo bien cada día más menguante. Si la libertad exterior está siendo anulada por los mega-poderes en activo hay que acudir a la libertad interior, sin por ello dejar de bregar en pro de aquélla. Una rica, o muy rica, vida psíquica es hoy imprescindible al creador, al artista, dado que lo externo está caracterizado por la pobreza mental, la uniformidad, la censura, el conformismo, la crisis de la innovación, el sistema educativo y el cerco de los seres nada.

Esa vida espiritual en lo profundo del yo, para ser real, tiene que surgir de la ruptura con los estados anímicos, disvalores, modos de no-ser y procedimientos estéticos usuales. Ha de consistir en un situarse fuera y más allá. Ser soberanos de nuestro yo en un tiempo en que todo está siendo absorbido y nulificado por las estructuras de poder es un logro tan considerable como imprescindible.

Las vanguardias y el arte extravagante han creado lo que se ha llamado el “espectador-víctima”, un deplorable personaje que, por mor de ser “culto”, padece las malfetrías del negocio literario institucional y el arte extravagante. Estetizar la existencia requiere que lo estético no sea vivido como espectáculo sino como creación, como quehacer regular de todos y cada uno. Ese sujeto que produce y no que meramente contempla ha de ser el mayor logro de una revolución estética.

Todo ello ha de hacerse no sólo con ideas e ideales sino con hábitos, esto es, con rutinas trufadas de épica y esfuerzo. Así resultaran personalidades poderosas y autónomas, con iniciativa, creatividad y sentido de la responsabilidad, un sujeto letal para el orden de fealdad, banalidad, incultura, grosería y sordidez imperante.

La cuestión, a fin de cuentas, sigue siendo la que planteó David Sylvester en 1958, “¿Es el arte todavía posible, o ya es demasiado tarde?”

FÉLIX RODRIGO MORA
Historiador y Filósofo


NOTAS:
 

1 A finales de 2014 adeudaba a Hacienda más de tres millones de euros en impuestos por sus ingresos de los últimos años. Lo abultado de la suma cuantifica lo rentable que es ser artista progresista y de izquierdas hoy.

2 Fortes hace chacota, entre otros muchos despropósitos pseudo-estéticos, de su poema “Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi”, un atentado al buen gusto, al arte poético, al amor y al erotismo al mismo tiempo. Con ello García contribuye a la fabricación de los seres nada que el capitalismo necesita.

3 Su novela, “La familia de Pascual Duarte”, 1942, que bastantes urbanitas tienen por un tratamiento “realista” de la sociedad rural tradicional, e incluso como una “denuncia” de las supuestas atrocidades consustanciales a ella, es airosamente tildada por Fortes de “panfleto de propaganda nacionalsindicalista”. Cela, durante muchos años franquista militante, recibió en 1989 el premio Nobel de literatura, “comprado” para él por el gobierno del PSOE. Su chabacano fisiologismo, su reducción del ser humano a simple zoología, es a la vez la ideología del fascismo español y la de la izquierda, el “partido del estómago”. Por eso, sin dejar de ser quien era, pasó de intelectual nacionalsindicalista a primer espada de la nueva burguesía estetócrata multi-subsidiada de la izquierda. Dado que ésta ha mantenido el 99% de la obra del franquismo, Cela, el falangista entregado en su dia a oscuras actividades represivas, se encontró a sus anchas bajo el régimen constitucional instaurado en 1978.

4 Sobre el diario de la progresía y la izquierda desde hace tantos años, un análisis irreverente es “Polanco, el Señor de El País”, Enrique González Duro. La alianza, es más, la fusión entre un capitalismo cerradamente volcado en el beneficio empresarial, el de la familia Polanco, y la izquierda “anticapitalista” (PSOE, PCE-IU y extrema izquierda) materializada en la línea de aquel diario, descubre lo que es realmente ésta, el instrumento político, ideológico y cultural de aquél.

5 Si Fortes tilda de “timo” a lo hecho por la progresía española, Avelina Lésper califica de “farsa” al arte contemporáneo y J.J. Esparza de “impostura”. El primero se ocupa de la literatura, la segunda de las artes visuales y el tercero de lo estético en general pero los tres coinciden en el diagnóstico. La investigación ha de dirigirse a averiguar por qué, cómo y para qué (para quién) se ha constituido una sociedad que, en lo principal, carece de arte y literatura dignos de tal nombre y no puede satisfacer las necesidades emocionales, cognoscitivas, pasionales y de la sensibilidad del ser humano por procedimientos estéticos. Una sociedad así, espacio del no-arte y el anti-arte, es un inframundo en que lo humano se está extinguiendo. Un dato que hace más preocupante el asunto es que, aunque en el pasado la gran mayoría de los literatos y artistas estaban en régimen de mecenazgo a cargo de diversos poderes y elites hacían arte mientras que hoy la estetocracia actual, de izquierda, de derecha o apolítica, estando tan subvencionada y multipremiada como lo está no es capaz de hacerlo, salvo de manera mínima y excepcional. Algo extraordinariamente grave ha sucedido en la sociedad contemporánea para que la creatividad estética se haya reducido de manera dramática.

6 Este estudio concluye que el rasgo definitorio de la intelectualidad de la izquierda es la “mediocridad”, junto con su descomunal avidez por el dinero, lo que hace de sus integrantes sujetos “comprables”. Los juicios que realiza acerca de la obra de Antonio Muñoz Molina, Camilo J. Cela, Juan Benet o Almudena Grandes son demoledores. Morán, acertadamente, no se deja llevar al hiper-criticismo, por lo que aquí y allá, en su libro, cita a algunos escritores actuales que, a su juicio, ofrecen creaciones de mérito, aunque ha de admitir que son pocos y, sobre todo, muy poco conocidos. Su aserción sobre que el paso del franquismo al parlamentarismo “no trajo ningún cambio a la cultura” es una lapidaria confirmación de la continuidad que hay (en este asunto y en todos los importantes) entre el régimen de Franco y el de la izquierda, triunfante entre 1974-1982. Ésta perpetúa y valida lo sustancial de aquél en esos años, al mismo tiempo que se dice “antifascista”. La izquierda, en los hechos, es la expresión más eficaz de la derecha, hoy el instrumento político principal del orden burgués, por delante de la derecha.

7 Esto se observa asimismo en Manuel García Viñó, antes citado. Si en varios de sus escritos realiza una disección audaz del mundo literario español contemporáneo, aunque excesivamente volcada hacia el exabrupto, cuando llega el momento de ofrecer propuestas superadoras, constructivas, se reduce a la idealización de la novela realista europea de la segunda mitad del siglo XIX; consultar su “Teoría de la novela”. García, igual que Fortes, busca en el pasado (en fórmulas, además, experiencialmente desautorizadas del ayer, bastante más las del segundo que la del primero) el remedio a los problemas actuales de la estética, lo que manifiesta falta de creatividad y escaso espíritu revolucionario. El pasado enseña pero no resuelve. Los asuntos y problemas del presente y el futuro han de recibir solución a través de un ejercicio continuado de creatividad e innovación.

8 El Manifiesto Dada de 1918, obra maestra de la estolidez y la frivolidad, tiene 19 páginas. El primer Manifiesto surrealista, de 1924, queda concluido en 40. No se trata de escribir una “Estética” que, similar en el fárrago y el alboroto palabrero a la de Hegel, supere las mil páginas pero sí de proporcionar textos con más enjundia. Cuando domina la pereza mental y el culto por lo fácil eso es imposible, más 8 todavía si de lo que verdaderamente se trata es de dar cobertura verbal “radical” a la tarea de demolición del arte (y de todas las funciones del espíritu) que ya estaba realizando la burguesía en aquellas fechas.

9 Una versión tardía de estas anticuadas formulaciones en “Transgresiones. El arte como provocación”, Anthony Julius. Este texto, en su parte última, da por acabado al “arte transgresor”, que “se ha agotado a sí mismo”, a la vez que “el proyecto vanguardista se ha venido abajo”, lo que no es exacto, ni mucho menos, pues la industria de la “transgresión” institucionalizada es más activa que nunca antes, con numerosas instituciones estatales y empresariales proporcionando recursos monetarios. Según Ch. Ofili “transgresión más cobertura de los medios igual a dinero a raudales”.

10 La centralidad tumultuosa y magnífica de lo corporal, que no cabe oponer a lo espiritual, queda expuesta en mi artículo “Luis Meléndez pintor de la materialidad”, y en mi libro sobre arte medieval, “Tiempo, historia y sublimidad en el románico rural”, en éste argumentado filosóficamente y concebido estética y estilísticamente.

11 Éstas concitan el rechazo popular. Así lo admite J. Baudrillard, en “El complot del arte”, “ese público cada vez más vasto al que primero se conquistó políticamente y ahora se pretende conquistar e integrar culturalmente, pues bien, ese público opone resistencia. Resistencia al progreso, a las Luces, a la educación, a la modernidad, etcétera”. Para vencer esa oposición, difusa y poco visible pero real, el sistema de dominación español usa a la intelectualidad de la izquierda, hoy más apta para llevar a las clases subalternas los disvalores del progresismo, la Ilustración, la escuela estatal y demás chirimbolos del sistema de dominación. Ahora bien, dicha oposición popular es muy insuficiente, tiene que elevarse a consciente y adoptar, también, la forma de contraofensiva estética.

12 Como expresión concreta de la estetización de lo necesario para el día a día de la existencia se pueden citar varias de las obras del arquitecto gallego Antonio Palacios Romilo (1876-1945) en Madrid, en particular el Hospital de Jornaleros de Maudes, de 1916, uno de los monumentos más originales e intensos emocionalmente de la ciudad, y el Palacio de Comunicaciones de la plaza de Cibeles, inaugurado en 1919. También se ocupó de proporcionar significación estética a las estaciones de metro. Fusionar la belleza con la utilidad es una de las metas del programa de la revolución integral para el rescate de lo humano. Antonio Palacios aprende de los canteros de su pueblo natal, O Porriño (Pontevedra), investiga la arquitectura de su tiempo y, además, se inspira en lo mejor del pasado, en San Juan de los Reyes (Toledo), edificio gótico de finales del siglo XV, cuya impronta se detecta en la segunda de las realizaciones citadas. Es cualquier cosa menos un hiper-moderno o un nihilista. En el pasado la combinación de lo bello y lo útil era una norma que se cumplía incluso en las más modestas obras humanas. Hoy, por el contrario, casi todo estremece por su fealdad, por su bajeza, por su ramplonería. Verbigracia, las barriadas de pisos y bloques de las grandes ciudades, todas igualmente deplorables, monótonas y deshumanizadas, lúgubres y repulsivas, no-lugares en los que el espíritu enferma y fenece.

13 Un libro que busca justificar, aunque al final matiza sus posiciones, la renuncia del supuesto arte contemporáneo a la belleza es “El abuso de la belleza. La estética y el concepto del arte”, Arthur C. Danto. No es el arte sino la sociedad actual, y el sujeto medio que la habita, los que son incapaces de 13 belleza pues su existencia es consustancialmente horrible y repulsiva. Por tanto, los que niegan que la belleza, en sus muchas y variadas concreciones, tiene que ser una de las partes del arte (y de la vida), se están reduciendo a justificar y, con ello, mantener la fealdad irremediable de nuestro mundo, que por su propia naturaleza no puede ser de otro modo. Eso hace hoy de lo bello-concreto una categoría subversiva. Lo que en el presente existe es abuso de lo feo, desagradable y repulsivo, no de la belleza. Téngase en cuenta que ésta es cualitativa mientras que el dinero existe como realidad cuantitativa, lo mismo que el poder (tantos militares, tantos policías, tantos altos funcionarios, tantos intelectuales subsidiados, tanta partitocracia, tantos ingresos fiscales, etc.). En el mundo de la cantidad no tiene sitio la calidad. Considerando que todas las funciones del espíritu existen como cualidad y calidad, la desespiritualización se hace una consecuencia ineluctable en dichas condiciones. El ser humano necesita de lo cualitativo y lo cuantitativo pero la sociedad actual, que sólo se ocupa de lo segundo (crecimiento del PIB, incremento del consumo per cápita, aumento de las prestaciones del Estado de bienestar, mejoras salariales, etc.) daña e incluso liquida lo primero, que es lo específicamente humano. El proyecto de revolución integral se propone realizar lo cualitativo sin desatender lo cuantitativo, haciendo máximo lo primero y mínimo lo segundo. Al respecto, mi libro “¿Decrecimiento o revolución integral? Controversia con Serge Latouche”.

14 Leer, en mi blog, el comentario al texto de Longino, autor griego del siglo I, “Sobre lo sublime”. El designio es que los seres humanos sean sublimes, no sólo la oratoria y el arte, que es lo que Longino preconiza. Cada ser humano ha de construirse por y para la belleza, la trascendencia y la excelsitud, esto es, ha de hacer de sí mismo una obra de arte que ofrecer al otro desinteresadamente, desde la voluntad de servir y amar tanto como de resistir y combatir por el bien y la virtud. Una sociedad en que los seres humanos se conciban a sí mismos como arte autocreado, cuerpo y espíritu, no como criaturas de lo sórdido, zafio y degradado, forzadas a venderse por un salario y a pagar impuestos, será la de ruptura definitiva con el capitalismo. Eso significa, en última instancia, la fórmula estetizar la vida.

República e izquierda nacional



El actual Estado Español es una máquina de quemar dinero sin otro objeto que su propia subsistencia y la de las personas y entidades a las que cobija: funcionarios, partidos políticos, sindicatos, patronales, bancos y grandes empresas que medran parasitando la pocilga nacional. El Estado no se preocupa ni un instante por la suerte de los españoles, sino de obtener dinero. Y lo extrae de abajo, expoliando al pueblo, y de arriba, financiándose de la élite internacional bancaria, de los Goldman Sachs, JPMorgan, Deutsche Bank... Siempre ha sido así, y mucho más desde que perdió la capacidad de hacerse su propia moneda cuando le falta liquidez.

La entrada en el Euro es la mayor traición que los políticos del postfranquismo monárquico-parlamentario han perpetrado a los españoles. España jamás cumplió las condiciones para su integración en la moneda única. Goldman Sachs pergeñó el fraude contable mediante ingeniosos credit swaps para que la España de Aznar bajase a los infiernos del Euro. Lo mismo que hizo con Grecia, Italia, Portugal o Irlanda. Con la moneda única, los partidos han desarmado a los españoles y han asolado al propio Estado, entregándolo a la corrupción de las finanzas internacionales. Por eso esta es la verdad que más se oculta de todas: por eso, hasta el supercalifragilísticoespialidoso líder Pablo Iglesias (y me alegro de que exista, os lo aseguro) se siente europeo. Porque le paga Europa para que se sienta así. Todos los partidos en España son europeístas. Y los que no lo son no salen de los pequeños blogs. Porque no tienen financiación ni presencia mediática, como sí la ha tenido Podemos. ¡Que no me parece el peor partido de España, al contrario! Habrá que seguir su evolución hasta las Generales de 2015. El resto de partidos son la peste. Todos, de izquierdas y de derechas, se han vendido al internacionalismo capitalista aun al precio de poner en peligro la propia subsistencia de millones de familias españolas.

Que la derecha venda España a pedazos, como si fuera carne de vaca, era de esperar. Pero lo que es vergonzoso, humillante, es que la izquierda española desprecie la idea de España como nación de esta manera tan escandalosa. A ver, yo pregunto: ¿Quién ha dicho que no se puede ser patriota y de izquierdas? Me refiero a un patriota lúcido, un patriota que no piense que su patria es la mejor, por supuesto, sino que es la suya, la quiere y punto. Como sabe que su esposa no es la más sexi, pero es la suya, la quiere y es lo que hay. Como sabe que sus hijos no son los más listos, pero son los suyos, los quiere y no hay nada que discutir...Un sencillo patriota que sea además hombre de izquierdas, pues prefiera luchar por la justicia social (la llamada democracia social) que por ciertas "libertades individuales" (¿por qué los think tanks de la derechona contraponen la libertad individual y la justicia social? ¿Qué clase de "libertades" son esas que se toman con nosotros que resultan tan socialmente injustas?)

Y añado más... ¿Por qué si digo que soy un patriota español de izquierdas corren los creadores de opinión a identificarme con un fascista, pero si digo que soy un patriota de izquierdas catalán (de ERC), o que soy un patriota de izquierdas vasco (de Bildu) se me tolera o hasta se me considera un paladín de la libertad? ¿Acaso ya no se acuerda nadie de que el discurso fascista era: "No somos de derechas ni de izquierdas..."? ¡Pues yo soy bien de izquierdas!, estoy incluso contra la propiedad privada de bancos y empresas estratégicas, y creo en el justo reparto de beneficios y cargas sociales y en unos impuestos geométricamente más gravosos para los que más tienen. Y amo a España porque quien no ama a su propia madre, por fea que sea, es un hijo de puta.

Oídme, españolitos de a pie: O resucitamos España o nos entierran con ella. Por debajo, nos come la escoria del postizo cantonalismo nacionalista, más falsificado que la factura de la luz; y por encima, las toneladas de mierda del internacionalismo financiero: El neoliberalismo (como lo fue el comunismo de la URSS), es internacionalista, y sus élites (judías, cristianas, sintoístas y hasta musulmanas, que no es cosa de religión ni de etnia) son sionistas. Pues todo internacionalismo es un apoyo descarado al establecimiento de un Gobierno Mundial Único sobre las ruinas de los estados, sea en forma de una ONU venida a más o por el advenimiento del Rey del Mundo, me la sopla. Porque viene a ser lo mismo: que las élites financieras posean el planeta Tierra con todo lo que contiene: tierras, animales y personas.

Españolito: ¿Quieres ser propiedad de alguien? ¿O quieres formar parte de una nación de hombres libres? Si es lo primero, sal a celebrar el advenimiento de la era filiposextista. Vete al bar y tómate unas cervezas con los socialistas y peperos de tu barrio. Si es lo segundo, si quieres ser libre, la primera providencia es descerrajar este Estado opresor, esta máquina de aplastar voluntades y libertades, este extractor de riqueza que solo respeta la voluntd superior de quienes lo financian cuando el Pueblo Español, exhausto, no puede ya pagar más impuestos.

Anímate, españolito, que no es una tarea imposible: El actual Estado Español monárquico parlamentario tiene muchos puntos débiles. El más importante de ellos es que su Constitución no es ni se comporta como debe hacerlo: toda constitución es una carta de condiciones que el pueblo pone al Estado para el ejercicio del poder, es un contrato social. Y la Constitución del 78 es un contrato leonino que, por si fuera poco, el Poder Único vulnera cada vez que le viene bien. Y sus modificaciones son escandalosas, como la del 2 de septiembre del 2011, que avaló con los propios españoles, con todo lo que tienen, sus cuerpos y sus almas, los créditos contraídos con los acreedores de Deuda Pública; y cuyas interpretaciones corresponden a un oráculo llamado Tribunal Constitucional, engendro que no existe en ninguna democracia, que es el garante de que la corrupción siga amparada por los dioses. El segundo punto débil es que ya no hay excusa para no consultar al pueblo sobre la forma de estado a la que prefiere someterse, monárquica o republicana. Franco murió hace casi 40 años y no queda ni un militar franquista que "amenace la democracia". Decir que la República es incompatible con los españoles es despreciarnos hasta el escupitajo. ¿Cómo que no? ¿Acaso no merecemos lo que sí meritan los franceses, los italianos o nuestros hermanos los portugueses? Lo que es incompatible con la III República es la corrupción de las actuales élites de los partidos. Y nada más. Y una estructura político-social que se basa en falsedades puede caer en cuanto una chispa salte y electrice al pueblo. Hay que perseverar dándole al pedernal sin parar, haste que la chispa acierte con la hojarasca y arda el chiringuito entero.

¿Cómo justifico, como patriota español, mi lucha por la III República? Como bien dice ácratas, "La verdadera democracia es la asamblearia, no la representativa. Pero el Estado es el último baluarte frente al poder global, el nuevo orden mundial. ¿Cómo resolver esa contradicción en pleno siglo XXI? Yendo siempre en la dirección de la máxima libertad". A lo que añado yo: debemos ocupar el Estado y transformarlo en una República de corte libertario. Y si alguien cree que ambas posturas son incompatibles, es que ha leído poco y ha escuchado demasiado a los políticos, que son unos profesionales de la propalación de la incultura.

¡Viva España, entonces! Pero no cualquier España. No esta España. No la humillada ante la Sinarquía Financiera Internacional. No la España opresora de los españoles.

¡Viva España libre de hipócritas, de traidores, de sediciosos!¡Viva España libre de las personas que no quieran pertenecer a ella! Si catalanes o vascos quieren irse, adiós y buen viaje. Pero con un referéndum claro: "¿Quieres una Cataluña con un estado independiente o quieres que Cataluña sea una región más de España, sin autonomía, sino colíder con el resto de regiones de la III República Española? Blanco o negro. Sin grises. No eso de "si no me sale, quiero seguir con mi derecho a medrar a costa de los españoles dinamitando su moral cada día". Y para las minorías que no quieran ser españolas, estatuto de apátrida. Nadie debe ser obligado a ser español. Porque ser español debe convertirse en un honor, aunque sea un honor tan modesto que ruborice, no en una obligación. Libertad. Siempre la máxima libertad.

¿Y los partidos? Los partidos a existir fuera del Estado, sometidos a reglas democráticas internas obligatorias y a una censura de cuentas que impida la financiación ilegal por parte de las élites. El Parlamento fuera del Estado, pues es propiedad exclusiva del Pueblo. Es el Pueblo Español el que debe hacer las leyes que él mismo ha de respetar. Y las que debe respetar también el Estado, suma del poder Ejecutivo y el Poder Judicial (todos funcionarios). El Estado debe ser un Gran Funcionario al que pagamos entre todos, un funcionario que no tiene derecho a promulgar leyes. Porque un estado que se cocina sus propias leyes, que incluye en él a los partidos y al Parlamento, se convierte pronto en un estado opresor, en un representante de la oligarquía financiera y religiosa. Víctima de la corrupción, abierto a toda influencia extra-política. Y convierte al país, a la larga, en un gran campo de concentración. Que es lo que soportamos los españoles ahora mismo.

Por lo tanto, lo dejo claro: soy español, de izquierdas, revolucionario y patriota. De un humilde país llamado España, que no es el mejor del mundo, ni el que tiene la raza más bella, ni la mayor cultura. Pero que ES Y SERÁ SIEMPRE LIBRE, porque los españoles asumimos de una vez por todas que la diferencia entre ser un hombre o ser un animal es solo eso: LA LIBERTAD.

Y para decir esto no necesito a los fascistas ni a los liberales ni a los anarquistas. Me basta con saber que todos los ciudadanos por debajo de los Pirineos tienen el mismo problema que yo. Que son mis hermanos de desgracia.

Y si, una vez lograda la III República, los españoles deciden que la quieren comunista libertaria, pues mucho mejor. Y si prefieren votar a partidos como la democracia cristiana o los liberales, pues me conformaré. Pero asumir una monarquía partitocrática impuesta en pleno siglo XXI es renunciar a todo atisbo de libertad para los próximos mil años. A eso no me conformaré nunca. No sin un referéndum monarquía/república que lo avale.

DIEGO, un patriota cartesiano



La corrupción
y cómo combatirla con realismo



El proceso de realizar en lo terreno cualquier ideal se llama corrupción. Todos los actos son hijos de la corrupción; lo único incorruptible es lo irreal(1). La corrupción es imparable, pues es consecuencia de la entropía creciente universal. El rechazo de la corrupción se denomina inocencia y su manifestación es el inconformismo. Las formas más evidentes de corrupción son la enfermedad y la muerte. Menos evidentes, aunque causa frecuente de las anteriores, son la fuerza bruta y el dinero, las dos maneras de nombrar el poder.

El capital es corrupto por naturaleza y corrompe cuanto toca; el dinero compra las más férreas voluntades. El poderoso de vara de mando o sable es siempre sobornado por el capital para que prevarique en su beneficio. De hecho, todo humano que tiene poder sobre otros se corrompe: desde el Rey al último funcionario, cada uno por un precio en proporción al poder que acumula.

Toda forma de poder procede del engaño o del robo; todo poder deviene estafa, está condenado a defraudar al final. Por lo tanto, el enemigo es siempre el poderoso. El corolario es que no contribuyamos a establecer poderes; no edifiquemos con nuestro apoyo césares ni cúpulas. Nadie nos salvará a cambio de oír sus mítines y echar su papeleta en una urna; sólo nosotros mismos, con mucho esfuerzo personal. En estos tiempos en que los poderes político y económico, hermanos siameses, se derrumban ante nuestros ojos, no hay que olvidar la lección aprendida. No deleguemos, no edifiquemos nuevos poderes que sustituyan a los rotos. No hay líderes idealistas, pues todo líder es práctico, factor de hechos, acumulador de poder y, por lo tanto, corrupto.

La corrupción jamás se detiene. El único modo de ralentizarla es, en lo personal, la independencia económica; y, en lo colectivo, el régimen asambleario puro, sin delegaciones ni representaciones de ninguna clase. Y la peor forma de integrarse a la corrupción es lo contrario: el trabajo asalariado y el rechazo a conocer a tus semejantes.

No hay poder menos corruptible que el egoísta, el poder de uno sobre sí mismo y su familia, pues se fundamenta en el más puro y sano deseo de prevalecer. Constrúyete a ti mismo, endurece tu cuerpo, fortalece tu espíritu, pierde todo miedo. Colabora en pie de igualdad con quienes tienen exactamente tus mismos problemas. Sólo así conocerás el altruismo y el mutualismo, que se distinguen de la caridad porque son elaboradas formas de sano egoísmo. Recuerda que, al final, tú lo eres todo. La asamblea es una forma de cooperación que debe multiplicar más que sumar. Así que cuidado, que toda gerundiada tiene sus oyentes (2), y no hay más útil corrupción que la del rebaño. Si la asamblea te exige sacrificios mayores de los que realizas luchando tú solo, alguien trata de parasitar tu poder. Dilo en voz alta. Y si no te escuchan, debes irte. Ninguna asamblea puede obligarte a nada, pues la acracia no es coacción, sino libre asunción de criterios colectivos, tras el debate y el voto.

No te corrompas, jamás cedas tu poder, porque la peor de las corrupciones es la que se produce en tu interior, cuando prestas tu energía irracionalmente a otro. Nunca te la devolverá. Y te costará una nueva decepción y el esfuerzo de reconstruirte, si es que aún puedes. Recuerda que la vida es una lucha permanente contra la muerte y contra la creciente podredumbre que la precede. En esta lucha te va la vida. Lucha, pues, a muerte.

Saludos desde el tonel.

DIÓGENES SINÓPTICO


(1) y (2) Palabras más o menos exactas del becario Braulio.

Se para el corazón de la bestia
Muere Botín



El diálogo ocurre en el patio de la fábrica. Juan tiene una fiambrera de aluminio sobre las rodillas. El gordo maneja un bocadillo monstruoso.

—Si quisiera, podría contarte atrocidades del viejo judío —dice Juan.

—¿También era judío Botín?

—Descendiente de chuetas mallorquines, sí. No busques ancestros en Cantabria —tercia el gordo atropelladamente—. No los hay.

(Me resulta algo incómodo que hable así de un recién fallecido. No sé por qué. La mala educación recibida de una madre católica, supongo. El corazón del banquero, nieto de banqueros, consorte de una O'Shea, hija y nieta de banqueros judíos internacionales, aún está temblando tras detenerse y ya nadie le teme.)

—Ojo con la hija, Patricia, que puede tomar su lugar —digo yo.

—De eso nada. Ha cometido errores graves. Sin el apoyo del padre desde atrás, la hija no llegará a la presidencia. Pero el viejo egoísta, que se creía inmortal, jamás pensó en jubilarse. Además no se fiaba de nadie. Pensaba que lo único que podía salvarle de los tribunales de Justicia era su cargo. ¿Te acuerdas de su estafa a la hacienda pública cuando el asunto de las cesiones de crédito? ¡Casi medio billón de pesetas de aquellos tiempos!

Como me acuerdo perfectamente, sigo con el asunto de la sucesión.

—¿Y el hijo, Javierito?

—Un bala perdida que le costó al padre disgustos y algunos quebrantos económicos. No sirve para nada. Está en todos los pufos: Madoff, Lehman, Gowex...

Asiento recordando el asunto de Madoff, que costó al Santander dos mil millones de euros a causa de la publicidad engañosa utilizada por Javier Botín.

—Es el fin de una época —digo—. La gente, por más poder que tenga, se muere al final, aunque sea de vieja.

Juan se queda pensativo y sorbe su café de media mañana mientras el gordo termina una ensaimada. Luego Juan dice:

—Pasará lo de siempre. Acuérdate de Polanco. Al morir dejó un imperio mediático que el hijo ha sido incapaz de manejar. El heredero de los restos del naufragio ha acabado siendo al final un secretario, Cebrián.

—¿Y qué?

—Pues que lo mismo pasará con el banco de Santander. Lo patroneará un segundón que no sabrá hacer frente a los mordiscos que le va a atizar la banca alemana con los dientes del BCE. Hace tiempo que van tras las irregularidades del banco. El segundo de Botín, Sáenz, ya fue condenado a cuatro años de prisión. Pero lo indultó Zapatero antes de pasar a la historia como el presidente español más gilipollas de todos los tiempos.

—Es posible. Nada más saberse la noticia, las acciones del banco han caído un dos por ciento, a pesar de que la consigna del Santander ha sido comprar todo lo que se vendiera para detener la caída.

—Hay hombres que, a pesar del daño que causan a su pais, son intocables. Ni jueces ni políticos; ni siquiera los terroristas han levantado jamás un dedo contra Botín. El pueblo se ha tragado sus miles de desahucios sin rechistar. Pero a lo que no estamos obligados es a alabarlo después de muerto. Me da la gana decirlo, oye, me alegro considerablemente de que haya palmado semejante individuo. Creo que el mundo gira hoy algo más ligero y optimista.

—Bueno, el pensamiento y la conciencia son libres. Y en España hay libertad de expresión —digo.

—Eso no te lo crees ni tú.

ÁCRATAS


Catalònia:
la más española en corrupción


институциональной клептомании:
Quatribarrada feta amb xoriços i fons de monedes d'or.


La aceptación del Molt Honorable Jordi Pujol de que su familia ha mantenido cuentas en el extranjero sin regularizar ante la Hacienda Pública, pues se trataba de dinero obtenido de fuentes fraudulentas, y las declaraciones de María Victoria Álvarez, ex-putilla de Oriol Pujol Ferrusola, hablando de la consolidada costumbre de cobrar el 4% de comisión para CiU y 1,5 % para el President de todos los contratos de obras y servicios de la Generalitat, arrojando la cifra de casi mil millones de euros en comisiones para la primera autoridad de la autonomía catalana, pone de actualidad este artículo sobre la corrupción en Cataluña, protagonizada por las 300 familias del Pinyol.

Este pasado 11 de setembre, Diada Nacional de Catalunya, el Govern de Mas ha dedicado una fortuna del Pressupost a que un rebaño de 400.000 paletos con chirucas se cogieran de la mano desde Figueras hasta  Amposta para balar haciendo la ola. La imagen resultaba tan ridícula, que hubo que pagar a un grupo de actores de tercera fila para que irrumpieran en la sede de la Delegació del Govern de Catalunya en Madrid, portando banderas falangistas y nacionales enseñas para que parecieran "peligrosos fachas" y para que Sánchez Llibra pudiera hablar de catalanofòbia, cuando lo único que sienten los españoles ante la sardana de 400 kilómetros, bailada por los independentistas, es una vergüenza ajena como la que sintieron ante la eliminacion de Madrid como sede olímpica a causa del archiconocido doping de nuestros deportistas, que se meten en vena hasta la viagra de follar.

Lo que en definitiva queda muy claro ante toda esta campaña independentista catalana, que inunda los medios nacionales y autonómicos, es que la inmersión lingüística en catalán de todos los escolares que viven en Cataluña (sin papás con medios para pagarse una enseñanza privada) nunca ha tenido como intención "proteger de la extinción una de las lenguas españolas minoritarias", sino crear las bases para imponer la quimera nacionalista. Han tardado más de 30 años, toda una generación. Y ahora quieren recoger los frutos de su psicótica falsificación. Por cierto, que en el ámbito internacional, Catalònia sería reconocida sólo por súper-mega-estados como Lituania y Letonia. Puede que también la reconociera Israel, ese estado genocida que no se somete al Tribunal Penal Internacional.

En Cataluña, el Estado jamás ha garantizado los derechos lingüísticos o sociales de los castellano parlantes. A nadie, a ningún gobierno de España, ni socialista ni de derechas, le ha importado una mierda proteger los derechos fundamentales de los españoles que viven en la tierra cuatribarrada. ¡Que se los protejan ellos solos o que les den por culo con un chorizo de la cuatribarrada de la izquierda!

Como aquí somos más viejos ya que el ojo del culo, sabemos que la presión del Govern de la Generalitat hacia el independentismo, más rara que ver una sirena con bragas, viene de la ingente cantidad de crímenes en los que están pillados por los huevos algunos bastardos de Convergència i Unió con diligencias vivas en los juzgados. Hasta tres diputados de CDC conservan su escaño pese a estar imputados. Los casos de corrupción acorralan a CiU. Sin ánimo de exhaustividad, y sin pronosticar lo que sucederá con el Molt Honorable hijo de la gran puta, Jordi Pujol, de entre los varios procesos judiciales, señalemos:

--El expolio del Palau de la Música Catalana a manos del ex presidente de la entidad, Félix Millet, expolio que financiaba ilegalmente a CiU.

--El caso Pretoria de corrupción urbanística, por el que pasaron por la cárcel los antiguos hombres fuertes de la Generalitat de la época de Jordi Pujol, Lluís Prenafeta y Macià Alavedra.

--El caso de la descapitalización de Eurobank.

--El caso ITV, que señala como responsable a Oriol Pujol, el entonces secretario general de CDC, imputado por tráfico de influencias.

--El caso Pallerols, en el que un acuerdo entre las partes condenó a Uniò Democrática de Catalunya (UDC), el partido que lidera Josep Antoni Duran i Lleida.

--El caso Clotilde, donde Xavier Crespo, diputado de CiU y exalcalde de Lloret de Mar, está imputado por su presunta relación con la mafia rusa y el blanqueo de capitales.

--El caso Adigsa, o del 3%, sobre el cobro de comisiones ilegales en la adjudicación de obras de reforma de pisos.

Y así hasta 14 casos. De todos modos, el ranking de partidos políticos corruptos en España sigue encabezado por el PP, con 146, seguido del PSOE, con 128 casos. Parece como si la podredumbre de cada partido fuera directamente proporcional a su cuota de poder.

Esta barbaridad pseudo independentista, de anteponer los intereses de una minoría de 800.000 habitantes al resto de los catalanes, más de seis millones, se debe al sistema anti-democrático que impera en España, donde los parlamentos eligen a los presidentes, vulnerando el principio de independencia de poderes del Estado.

En efecto, desde hace más de 30 años, los españoles no tenemos más derecho político que el de acudir a las urnas legislativas a escoger entre listas de partido en las que apenas conocemos a nadie, más allá del candidato a Presidente; en medio de campañas emponzoñadas por el chantaje emocional de la apelación al voto útil, que nos arrastra al bipartidismo galopante.

Luego, tras los mercadeos de cuatreros entre líderes partidarios en los pasillos del Congreso para investir al Presidente del Gobierno, hemos de soportar durante cuatro años la inseparación de los Poderes del Estado, con repugnantes doctrinas judiciales de protección especial a las clases privilegiadas; el poder político único, omnímodo e impune post-franquista; el transfuguismo de diputados corruptos, los escándalos en retorcidas investiduras presidenciales que secuestran la voluntad popular; la proliferación de partidos bisagra sin otro fin que la compraventa de cargos; la sobrevalorada influencia de los partidos nacionalistas, su exigencia de nuevas competencias autonómicas a cambio de la investidura presidencial, que conduce al federalismo o incluso al independentismo imparable; el inconstitucional mandato imperativo del Presidente del Gobierno al Parlamento con sus oportunistas decretos-ley y los subsiguientes rodillos legislativos parlamentarios; y la supeditación del poder político al poder financiero, porque éste lo sustenta de facto a fondo perdido.

La solución a todos estos problemas es imponer la independencia de Poderes del Estado, y se consigue por el sencillo procedimiento de que sea el Pueblo Español el que elija al Presidente del Gobierno de España (y de todas las autonomías) en una segunda vuelta en las urnas, en vez del Parlamento. Es algo tan, tan sencillo que no lo ha mencionado ni una sola vez ningún político jamás. Porque la gente lo entendería en menos que se huele un pedo de la parienta en la cama.

Ningún político que niegue el Poder Soberano del Pueblo Español debiera recoger un solo voto más de los españoles decentes. Si los hubiere, que lo dudo un huevo.

MHdP



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