
MIS PUTAS LÚCIDAS 4

España es el Reino de la Compleja Ambigüedad y de la Llana Mentira. ¡Cuánto hijo e hija de puto y de puta vive a cuenta de los Presupuestos Generales del Estado!
(Otro día hablaremos de la corrupción en la Policía... si nos dejan.)
MIS PUTAS LÚCIDAS 2

Bernat Soria, Ministro de Sanidad, dice que a él todo le funciona perfectamente, pero que si alguno tiene problemas, que se la casque utilizando para ello el aceite de girasol contaminado con hidrocarburos, que convierte la propia mano en una ordeñadora a reacción, mejor que el mejor coño eslavo; y, de paso, se estimula la imaginación y disminuye la probabilidad de contraer Alzheimer. Dice que todo eso lo aprendió cuando trabajó codo con codo con los premios Nobel de Medicina Erwin Enher y Bert Sakmann.
MIS PUTAS LÚCIDAS 1

ENCARA NO HE ACABAT DE PENJAR LA VINYETA I JA M'HEU TITLLAT DE MARIETA I MASCLISTA. MARIETA, VAL, D'ACORD. PERÒ MASCLISTA? NO, NO. SOU ELS MASCLISTES HETEROS ELS QUE US ESPOLSEU LES PUCES ASSENYALANT EL MASCLISME DELS HOMOSEXUALS. ELS VERITABLES MASCLISTES SOU VOSALTRES. MASCLISME ÉS AIXÒ:
"Hacia el amanecer, estamos sentados en la terrasse del Dôme. Hace mucho rato que hemos olvidado al pobre Peckover. Nos hemos divertido un poco en el Bal Nègre y la mente de Joe ha vuelto a su eterna preocupación: las gachís. A esa hora, cuando toca a su fin la noche que libra, es cuando su desasosiego se vuelve febril. Piensa en las mujeres que ha dejado pasar horas antes y en las habituales que habría podido conseguir con sólo pedírselo, si no hubiera sido porque estaba harto de ellas. Increíblemente, se acuerda de su gachí de Georgia: ha estado persiguiéndolo últimamente, suplicándole que la deje vivir con él. «No me importa darle de comer de vez en cuando —dice—, pero no puedo aceptarla de forma permanente... me arruinaría las posibilidades con las otras gachís.» Lo que más le irrita de ella es que no engorda nada. «Es como llevarse un esqueleto a la cama», dice. «La otra noche me la llevé a casa porque me dio lástima, ¿y qué crees que se había hecho, la muy loca? Se lo había rapado... no se había dejado ni un pelo. ¿Te has tirado alguna vez a una mujer que se hubiera afeitado el chocho? Es repulsivo, ¿verdad? Y también divertido. Cosa de locos. Ya no parece un chocho: es como una almeja muerta o algo así.» Me describe cómo, picado por la curiosidad, se levantó de la cama y fue a buscar la linterna. «La hice mantenerlo abierto y le enfoqué la linterna... Tendrías que haberme visto... era cómico. Estaba tan entusiasmado, que me olvidé de ella completamente. Nunca en mi vida he mirado un coño tan en serio. Daba la impresión de que nunca había visto uno. Y cuanto más lo miraba, menos interesante me parecía. Eso demuestra que no tiene nada de particular, especialmente cuando está afeitado. Lo que lo vuelve misterioso es el pelo. Por eso te deja frío una estatua. Sólo una vez vi un coño real en una estatua: era de Rodin. Tienes que ir a verlo alguna vez... la mujer tiene las piernas bien abiertas... no creo que tuviera cabeza. Podría decirse que era un coño y nada más. ¡Dios! Tenía un aspecto horrible. El caso es que todos se parecen. Cuando las miras vestidas, te imaginas toda clase de cosas: les confieres una individualidad, que desde luego no tienen. Lo que hay es una raja ahí, entre las piernas, y te excitas con ella... la mitad de las veces ni siquiera la miras. Sabes que está ahí y lo único que piensas es en meterle la baqueta dentro; es como si tu pene pensara por ti. ¡Es una ilusión! Te consumes por nada... por una raja con pelo, o sin pelo. Es tan insignificante, que me fascinó mirarlo. Debí de estudiarlo durante diez minutos o más. Cuando lo miras de ese modo, como con distanciamiento, se te ocurren ideas extrañas. Todo ese misterio sobre el sexo y después descubres que no es nada: un vacío. ¿No sería gracioso descubrir una armónica dentro... o un calendario? Pero no hay nada dentro... nada de nada. Es repugnante. Casi me volví loco... Oye, ¿sabes lo que hice después? Le eché un polvo rápido y después le volví la espalda. Sí, señor; cogí un libro y me puse a leer. De un libro puedes sacar algo, hasta de un libro malo... pero un coño, es pura y simplemente una pérdida de tiempo...»
Henry Miller, “Trópico de Cáncer”
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