El Blog de Antonio García-Trevijano ha sido, y es aún, una escuela política y un lugar de debate ideario sin paralelo. La prueba de que aún lo es subyace en la consulta de un lector (no asiduo, desde luego) que tiene la duda de si el sistema mayoritario (1) es el mejor para representar las ideas políticas de los electores de un país.
Yo mismo le contesto que el sistema electoral que preconiza la República Constitucional no es el mejor para representar las ideas políticas de los electores. Sin embargo… es el mejor para representar a los electores mismos. Porque ahí esta la clave. ¿Qué debe ser representado en el Parlamento? ¿El espectro ideológico o los propios electores? La respuesta está clara para cualquier republicano constitucionalista. El efecto de que un candidato, electo en segunda vuelta con el 51% de los votos de una circunscripción, representa a todos los electores de la misma se desprende de lo anterior. Los representa, de la misma manera que el Presidente de la III República Constitucional Española representará a todos los españoles, no sólo a los de una ideología concreta.
El consultante salta como un resorte: Él no desea ser representado en la Cámara Legislativa. Lo que quiere es que sea su ideología, sus ideas políticas, lo representado. Es decir: su partido. Porque sin ideas políticas, alega, no se hace política, no se legisla y no se gobierna. Y opina que los republicanos constitucionalistas confundimos gestionar con hacer política.
Está claro, para mí, que el consultante (sin duda, intencionadamente) no distingue entre poderes Legislativo y Ejecutivo, el último de los cuales tiene la misión exclusiva de gestionar. Para él, hacer política es un totum revolutum que no distingue entre elaborar y aprobar leyes, ejecutarlas y castigar a los que no las cumplen. Lo que el consultante califica de tontería es lo que le aparta de los principios de la República Constitucional y de la propia libertad política.
Porque ¡naturalmente que se puede (y se debe) representar a alguien sin ideología política adscrita a uno u otro partido! Primero, porque existen formas de pensar a caballo de las ideologías. Segundo, porque hay mucha gente que se auto define como apolítica (¡son mayoría!), pero sigue teniendo los mismos derechos a ser representado que los demás. Tercero, porque hay muchas más formas de pensar que las que se amalgaman en los “idearios estructurados” de los partidos. Y hay cien razones más, entre ellas, el comportamiento corrupto, heredero del franquismo, de los partidos políticos; su servidumbre al poder financiero; su falta de democracia interna; etc., etc.
El colofón lo ha puesto un erudito:
'Hablar de “representación de las ideas políticas” introduce una confusión notable en el concepto mismo de “representación”, pues evidentemente las ideas no son sujetos de derecho y no pueden exigir responsabilidades a nadie (que si pudiesen, ya nos habríamos enterado hace tiempo, porque la querella podría ser interminable; y en España tenemos cerca el ejemplo de la Transición, donde tantos prohombres del régimen se acostaron franquistas y se levantaron demócratas de toda la vida, donde tantos prohombres de la oposición se acostaron rupturistas y nada más entrar en contacto con las instancias oficiales se hicieron reformistas o pactistas). Así que hablar de “representación de ideas” no es más que otra manera de expresar la redundante autorrepresentación de los partidos políticos en el parlamento.
Aviados estaríamos si tuviéramos que ajustar nuestras ideas a la constrictiva ortopedia de las ideologías definidas por los partidos políticos, en el supuesto de que, además, tuviesen ideología (o mejor dicho, tuviesen entre ellos ideologías distintas). Al menos antaño, en efecto, existían partidos fuertemente ideologizados y con programas radicalmente diferentes entre sí: aunque tal polarización pudo conducir a sangrientos enfrentamientos de los que la historia es vivo testimonio, al menos ahí tal vez si cabía hablar con propiedad de “ideologías representadas”. Pero seamos exigentes: ¿Cuál es la polarización ideológica que hoy separa, por ejemplo, al PSOE del PP? Creo que entre ellos se parecen como un huevo a un huevo, con matices por supuesto, pero en absoluto decisivos como para poder tomar tales diferencias en serio. Nadie que haga un análisis exigente puede pensar que las diferencias ideológicas son hoy el detonante de la lucha política en las llamadas “democracias occidentales”.
Lo que de verdad decide el número de escaños en el congreso es la cuota de participación del partido correspondiente en el reparto del poder. Pero eso no es representar. Del voto, en un sistema partitocrático-proporcionalmente “representativo”-parlamentario ya no emana representatividad alguna sino puro y simple reparto de influencias en la administración del poder. Y para eso, claro está, los partidos necesitan el refrendo de los electores. Pero no para representarles. A ningún partido le preocupa eso. Mientras tengamos un sistema de libertades públicas paternalistamente patrocinado por la clase política todo funcionará, no hay problema. Todo salvo la democracia, y sin representatividad la idea de democracia es un fraude.
JUAN SÁNCHEZ”
Chapeau, Don Antonio. ¡Menuda generación de políticos ha formado usted!
(1) El sistema mayoritario consiste en elegir para Diputado en Cortes, entre muchos, a un solo candidato para una circunscripción unipersonal (de unos 75.000 votantes). No hay listas de partidos, sino candidatos concretos.
"Hay dos modos de elegir candidaturas unipersonales: por mayoría simple o por mayoria absoluta. La primera es la vigente en el Reino Unido, la segunda, en Francia. La ventaja de la segunda es evidente. Los votos del perdedor en una sola vuelta se pierden del todo en el sistema ingles. Mientras que en Francia pueden recuperarse en la segunda vuelta.
Además, la ventaja de votar personas, en lugar de partidos, tiene el privilegio de que si el elegido es desleal a sus promesas electorales, en la siguiente eleccion no se le elige (se llama reacción anticipada), mientras que si se eligen partidos esta reacción es impòsible, pues no se pueden improvisar partidos, ni votar al de la ideología contraria." [AGT]
Añado:
El sistema francés permite que los electos lo sean siempre por mayoría absoluta.
En cada circunscripción electoral de la III República Constitucional existirá una Comisión de Seguimiento del Diputado, que controle su comportamiento. Si el designado se corrompiera, ésta denunciará ante los Tribunales de Justicia expresos dicho comportamiento fraudulento o delictivo, y el Diputado será cesado, organizándose nuevas elecciones inmediatas en la circuncripción afectada.
Si a lo anterior añadimos el régimen asambleario para la toma de decisiones cruciales, como qué debe votar el Diputado en una Ley concreta (pongamos la que regule el aborto o la eutanasia, o la que nacionalice la Banca), se entiende que la participación ciudadana en la política se resuelve de la mejor manera posible. Y que, República Constitucional mediante, España será lo que quieran que sea los españoles.
Yo mismo le contesto que el sistema electoral que preconiza la República Constitucional no es el mejor para representar las ideas políticas de los electores. Sin embargo… es el mejor para representar a los electores mismos. Porque ahí esta la clave. ¿Qué debe ser representado en el Parlamento? ¿El espectro ideológico o los propios electores? La respuesta está clara para cualquier republicano constitucionalista. El efecto de que un candidato, electo en segunda vuelta con el 51% de los votos de una circunscripción, representa a todos los electores de la misma se desprende de lo anterior. Los representa, de la misma manera que el Presidente de la III República Constitucional Española representará a todos los españoles, no sólo a los de una ideología concreta.
El consultante salta como un resorte: Él no desea ser representado en la Cámara Legislativa. Lo que quiere es que sea su ideología, sus ideas políticas, lo representado. Es decir: su partido. Porque sin ideas políticas, alega, no se hace política, no se legisla y no se gobierna. Y opina que los republicanos constitucionalistas confundimos gestionar con hacer política.
Está claro, para mí, que el consultante (sin duda, intencionadamente) no distingue entre poderes Legislativo y Ejecutivo, el último de los cuales tiene la misión exclusiva de gestionar. Para él, hacer política es un totum revolutum que no distingue entre elaborar y aprobar leyes, ejecutarlas y castigar a los que no las cumplen. Lo que el consultante califica de tontería es lo que le aparta de los principios de la República Constitucional y de la propia libertad política.
Porque ¡naturalmente que se puede (y se debe) representar a alguien sin ideología política adscrita a uno u otro partido! Primero, porque existen formas de pensar a caballo de las ideologías. Segundo, porque hay mucha gente que se auto define como apolítica (¡son mayoría!), pero sigue teniendo los mismos derechos a ser representado que los demás. Tercero, porque hay muchas más formas de pensar que las que se amalgaman en los “idearios estructurados” de los partidos. Y hay cien razones más, entre ellas, el comportamiento corrupto, heredero del franquismo, de los partidos políticos; su servidumbre al poder financiero; su falta de democracia interna; etc., etc.
El colofón lo ha puesto un erudito:
'Hablar de “representación de las ideas políticas” introduce una confusión notable en el concepto mismo de “representación”, pues evidentemente las ideas no son sujetos de derecho y no pueden exigir responsabilidades a nadie (que si pudiesen, ya nos habríamos enterado hace tiempo, porque la querella podría ser interminable; y en España tenemos cerca el ejemplo de la Transición, donde tantos prohombres del régimen se acostaron franquistas y se levantaron demócratas de toda la vida, donde tantos prohombres de la oposición se acostaron rupturistas y nada más entrar en contacto con las instancias oficiales se hicieron reformistas o pactistas). Así que hablar de “representación de ideas” no es más que otra manera de expresar la redundante autorrepresentación de los partidos políticos en el parlamento.
Aviados estaríamos si tuviéramos que ajustar nuestras ideas a la constrictiva ortopedia de las ideologías definidas por los partidos políticos, en el supuesto de que, además, tuviesen ideología (o mejor dicho, tuviesen entre ellos ideologías distintas). Al menos antaño, en efecto, existían partidos fuertemente ideologizados y con programas radicalmente diferentes entre sí: aunque tal polarización pudo conducir a sangrientos enfrentamientos de los que la historia es vivo testimonio, al menos ahí tal vez si cabía hablar con propiedad de “ideologías representadas”. Pero seamos exigentes: ¿Cuál es la polarización ideológica que hoy separa, por ejemplo, al PSOE del PP? Creo que entre ellos se parecen como un huevo a un huevo, con matices por supuesto, pero en absoluto decisivos como para poder tomar tales diferencias en serio. Nadie que haga un análisis exigente puede pensar que las diferencias ideológicas son hoy el detonante de la lucha política en las llamadas “democracias occidentales”.
Lo que de verdad decide el número de escaños en el congreso es la cuota de participación del partido correspondiente en el reparto del poder. Pero eso no es representar. Del voto, en un sistema partitocrático-proporcionalmente “representativo”-parlamentario ya no emana representatividad alguna sino puro y simple reparto de influencias en la administración del poder. Y para eso, claro está, los partidos necesitan el refrendo de los electores. Pero no para representarles. A ningún partido le preocupa eso. Mientras tengamos un sistema de libertades públicas paternalistamente patrocinado por la clase política todo funcionará, no hay problema. Todo salvo la democracia, y sin representatividad la idea de democracia es un fraude.
JUAN SÁNCHEZ”
Chapeau, Don Antonio. ¡Menuda generación de políticos ha formado usted!
(1) El sistema mayoritario consiste en elegir para Diputado en Cortes, entre muchos, a un solo candidato para una circunscripción unipersonal (de unos 75.000 votantes). No hay listas de partidos, sino candidatos concretos.
"Hay dos modos de elegir candidaturas unipersonales: por mayoría simple o por mayoria absoluta. La primera es la vigente en el Reino Unido, la segunda, en Francia. La ventaja de la segunda es evidente. Los votos del perdedor en una sola vuelta se pierden del todo en el sistema ingles. Mientras que en Francia pueden recuperarse en la segunda vuelta.
Además, la ventaja de votar personas, en lugar de partidos, tiene el privilegio de que si el elegido es desleal a sus promesas electorales, en la siguiente eleccion no se le elige (se llama reacción anticipada), mientras que si se eligen partidos esta reacción es impòsible, pues no se pueden improvisar partidos, ni votar al de la ideología contraria." [AGT]
Añado:
El sistema francés permite que los electos lo sean siempre por mayoría absoluta.
En cada circunscripción electoral de la III República Constitucional existirá una Comisión de Seguimiento del Diputado, que controle su comportamiento. Si el designado se corrompiera, ésta denunciará ante los Tribunales de Justicia expresos dicho comportamiento fraudulento o delictivo, y el Diputado será cesado, organizándose nuevas elecciones inmediatas en la circuncripción afectada.
Si a lo anterior añadimos el régimen asambleario para la toma de decisiones cruciales, como qué debe votar el Diputado en una Ley concreta (pongamos la que regule el aborto o la eutanasia, o la que nacionalice la Banca), se entiende que la participación ciudadana en la política se resuelve de la mejor manera posible. Y que, República Constitucional mediante, España será lo que quieran que sea los españoles.
4 COMENTARIOS:
Vaya hombre ahora resulta que lo de España no es una democracia! Estais piraos!
Lo primero que dice es cierto: En España no hay un régimen democrático, sino una oligarquía de partidos (partitocracia).
Lo segundo es falso: No sólo no estamos "piraos", sino que somos la gente políticamente más lúcida que llegará usted a leer jamás en toda su triste vida.
Salud.
Grande. Me encanta pasar por aquí, escribís unos posts simplemente magníficos.
Ansioso estoy del día en que todo este movimiento se materialice gloriosamente en una verdadera democracia.
Publicar un comentario