¿SERÁ EL PRINCIPIO DEL FIN?. (III)

III


Antes de que en nuestro país estuviera en todo su apogeo el desastre planetario, cuando comenzó a desplomarse la economía real, tanto como la financiera y especulativa, nuestro viejo campesino del principio del “fantástico e imposible” relato, se reunió en “cónclave” familiar, con sus dos hijos, nieto y yerno. Trató de convencerles de que en la ahora monstruosa Barcelona, ya no tenían nada que hacer. El, jubilado, sus hijos y yerno, con sus empresas cerradas, todo el mundo se había parado ya; en los comercios comenzaban a escasear los alimentos, nada funcionaba . Los jóvenes, trataban de convencerle de que aquello no podía prolongarse y mas pronto que tarde, todo volvería, al menos a una relativa normalidad. Pero las gasolineras habían dejado de expender combustible, los bancos permanecían cerrados, nadie conseguía extraer su dinero. Por fin, pasando los días, el criterio del viejo, logró imponerse ante la fuerza de la realidad: cada día que pasaba, las cosas iban peor que el anterior. Deberían iniciar un largo éxodo de casi mil kilómetros, hasta un pequeño pueblo extremeño. Si podían llegar hasta él, cultivando su pequeña huerta familiar tantos años abandonada, tal vez podían subsistir. En Barcelona, en cualquier ciudad grande o mediana, la vida sería imposible en cuestión meses, tal vez solo semanas.

Si, pero..., ¿cómo podían desplazarse si todos los automóviles estaban parados con los depósitos vacíos?, le preguntaron. El viejo, sonrió entre irónico y mefistofélico. Se dirigió con su yerno e hijo menor hacia un paraje en el campo a unos dos km. del domicilio, y oculta entre unos matojos de arbustos, levantó una piedra plana de regular tamaño dejando al descubierto un agujero o depósito practicado en el suelo donde tenía enterrados varios bidones pequeños de plástico llenos de combustible. Unos doscientos litros, suficientes para que dos automóviles emprendieran el largo camino hasta “Bellotilandia”, que como dijimos al principio, era como habitualmente llamaba a su región de origen. Y junto a los bidones, extrajo un bote de vidrio en el que aún podía leerse, “mermelada de naranja amarga”, herméticamente cerrado, del que extrajo varios billetes, unos tres mil euros, que no sabía si ahora le servirían de algo, pero por si acaso, los había sacado hacía tiempo del banco, cuando comenzó a leer en Ácratas, que era mas seguro tener el dinero bajo un ladrillo que en aquellas “cuevas de Alí-Babá” , que eran las instituciones financieras.

Al día siguiente, los seis miembros de aquella pequeña unidad familiar, iniciaron el largo camino, sin paradas en inútiles estaciones de servicio en las desiertas autopistas y autovías. Sin mas paradas que las necesarias para cambiar de conductor y continuar viaje. Unas nueve horas después, llegaron al pequeño pueblo de los “abuelos” . ¡Por fin!. Habían llegado a casa.

En aquel pequeño y remoto lugar, la vida continuó. Muchos de sus antiguos naturales, sobre todo viejos como P.., habían comenzado a afluir junto con algunos hijos y nietos que habían llegado a la misma conclusión. Desde Madrid, donde residían la mayor concentración de antiguos vecinos del pueblo, muchos pudieron salir antes del colapso de los combustibles e incluso algunos después; aquellos que como el viejo P.., habían sido astutos previsores y puesto a buen recaudo el suficiente para poder hacer los trescientos Km. del viaje. Luego, un día, nadie volvió a llegar, los vehículos, todos, habían dejado de circular por cualquier clase de vía. Si alguno con posibilidad de mover su automóvil, se atrevía a aventurarse al viaje, resultó asaltado rápidamente por hordas o bandas “mad-maxianas”, que poco después habían comenzado a actuar y terminaban dramáticamente con su aventura.

Con la llegada de aquellos refugiados, el pueblo, de unos mil habitantes llegó a sumar casi tres mil como en sus mejores tiempos en los años sesenta del pasado siglo. Comenzaron a organizarse en régimen comunitario y cooperativo. El concepto “cooperatividad” comenzó a usarse y ejercitarse en contraposición a la antigua “competitividad” del mercado capitalista. Al viejo P., quisieron elegirlo alcalde del municipio, pero él renunció a todo nombramiento o cargo, luchando denodadamente para que fueran desterrados aquellos viejos conceptos e instituciones. Declaró que no debían existir puestos de mando ni dirección unipersonales, sino régimen asambleario para cualquier toma de decisión de importancia, ya que en una comunidad en que todos se conocían, era muy posible aquel funcionamiento de verdadera democracia participativa de todos. Y para los acuerdos de gestión ( luchó también para que fueran abolidos los conceptos y términos, gobierno, mando, dirección y similares), del día a día, se deberían adoptar por órganos colegiados de número impar y adoptados por mayoría de sus miembros. Fue miembro activo de uno de aquellos órganos colegiados, pero jamás quiso erigirse en líder ni jefe de nada ni de nadie.

Poco a poco, la comunidad vecinal, comenzó a funcionar. En defecto de cualquier trabajo con medios mecánicos y maquinaria que había devenido imposible, fueron rehabilitados los antiguos oficios artesanos y campesinos. Los ahora escasos animales de tiro o carga, burros, caballos, mulos e incluso vacas o bueyes domesticados, cobraron un valor extraordinario y fueron utilizados por todos los agricultores poniendo en cultivo primero las numerosas y pequeñas huertas que rodeaban el pueblo, con los antiguos arados y herramientas que aún consiguieron rehabilitar. Después, las dehesas comunitarias o cualquier otra que fue posible cultivar, ya que la propiedad de las mismas había dejado de existir. Fueron roturados y cultivados terrenos de labor que durante muchos decenios anteriores, sólo fueron cotos de caza para solaz de los ociosos terratenientes propietarios.

La vida continuó y floreció de nuevo en aquel pequeño núcleo que ahora había desterrado los viejos conceptos e instituciones sustituyéndolos por otros nuevos. No existiría la propiedad privada de nada, tan solo la posesión de por vida de pequeñas cosas u objetos de uso personal o familiar; los bienes de producción serían comunitarios contribuyendo todos con el trabajo que supieran o pudieran realizar y distribuyéndolos conforme a las necesidades de cada persona o núcleo familiar.

Algún tiempo después del desastre, vecinos y refugiados en otros cuatro municipios cercanos, que tuvieron noticias del buen “gobierno” (dígase el buen funcionamiento de los órganos de gestión), del pequeño pueblo de P..., pidieron unirse en régimen mancomunitario con aquel. Sometidas a votación las propuestas, fueron aprobadas, creándose como consecuencia una agrupación de los cinco municipios, que surgió como embrión de una especie de pequeña organización republicana. Sin presidente, sin jefes, sin directores..., el gobierno de las personas, fue sustituido por la gestión de las cosas y bienes La propiedad o posesión privada, por la producción y distribución comunitaria de éstos . Los viejos, anacrónicos, y en definitiva, inservibles conceptos políticos de capitalismo, socialismo, comunismo.... etc, fueron arrojados por los individuos o vecinos mancomunados al desván de la historia, sustituyéndolos por otro muy simple de nuevo cuño: libreverismo, como conjunción unitaria de dos conceptos sencillos y entendibles por todos: libertad y verdad.

Toda política, que tampoco ahora debería llamarse así, sino organización gestionada, debería estar basada en aquel principio incontrovertible surgido de la unión de la verdad y la libertad. Con individuos y comunidades verdaderamente libres, libres asimismo de las antiguas falacias, mentiras y falsedades de todas y cada una de las caducadas, monstruosas y ahora destruidas organizaciones políticas de antaño; con la simpleza y sencillez de aquellos dos conceptos, verdad y libertad unidos, e interiorizados y asumidos por el corazón y la mente de toda persona, podían terminar las eterna relación humana de poder y dominación de unos sobre otros, origen y causa a lo largo de la historia, de todos los males de la sociedad.

Libertad contra la moral de amos y esclavos, de señores y siervos, de jefes y subordinados que ha perdurado por los siglos de los siglos, con nombres distintos pero con idéntico significado. Y es que la eterna relación de “dominus” y dominado, consecuencia de la falta REAL de libertad, ha sido siempre el “virus” que ha infectado la salud moral de la humanidad. Si alguna vez se consiguiera erradicarlo, si las relaciones sociales interhumanas, se ejercitaran de forma horizontal en ver de verticalmente, si nadie necesitara ni deseara dominar, gobernar, mandar, dirigir a otros, (distintos nombres y conceptos para idénticas consecuencias); si asimismo nadie necesitara ni deseara ser dominado, gobernado, mandado o dirigido por otros, (moral del esclavo o siervo), es decir, si todos los seres humanos fueran realmente LIBRES, ese día, se habría acabado la patología o enfermedad humana que siempre ha infectado y envenenado su histórico devenir y que ahora está a punto de causar su muerte y desaparición. Mas si se consigue ir hacia delante con las nuevas premisas, la vida humana, casi destruida de toda la faz de la Tierra, volverá florecer de nuevo.

(CONTINUARÁ)

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